Las cinco misiones franciscanas de la Sierra Gorda fueron erigidas durante la última fase de la conversión al cristianismo al interior de México, en la mitad del siglo XVIII. Se convirtieron en un referente importante para la continuación de la evangelización en California, Arizona y Texas. Las fachadas ricamente decoradas de las iglesias son de especial interés, pues representan los esfuerzos creativos conjuntos de misionarios e indígenas. Los asentamientos urbanos que se establecieron alrededor de las misiones han mantenido su carácter vernáculo.

Las misiones de la Sierra Gorda están en espera de ser reconocidas por la UNESCO. En ellas se muestra el intercambio de valores que tuvo lugar en el proceso evangelizador en el centro y norte de México, así como en el occidente de Estados Unidos. Asimismo, las cinco misiones fueron testigo del encuentro cultural entre misioneros europeos y las poblaciones nómadas del centro de México, permaneciendo como un testimonio significativo de esta segunda fase de evangelización en América del Norte.

Jalpan, Tancoyol, Landa, Concá y Tilaco son verdaderas joyas coloniales. La misión de Jalpan, oculta entre la maleza, fue la primera en ser fundada (el 5 de abril de 1744). Fue construida en honor al apóstol Santiago, aunque hoy día la figura del apóstol se encuentra sustituida por un reloj. Concá, dedicada a San Miguel Arcángel, es la más pequeña de las cinco. Destaca en su fachada el labrado que simula racimos de uvas, así como su representación del arcángel San Miguel. Landa destaca por la exuberancia de sus adornos. En su fachada ricamente ornamentada se representan acontecimientos religiosos. Tilaco, por su parte, cuenta con una iglesia, convento, atrio, capillas posas, capilla abierta y cruz artificial. Asimismo, en su portada sobresalen las figuras de cuatro sirenas. Por último, Tancoyol, “lugar del dátil silvestre”, cuenta con una bella portada barroca dedicada a Nuestra Señora de la Luz. Su efigie desapareció y su lugar se mantiene vacío.1