La Adoración de los pastores, Bartolomé Esteban Murillo, Museo Nacional del Prado
La Adoración de los pastores, Bartolomé Esteban Murillo, Museo Nacional del Prado

Uno de los sermones más famosos del papa San León Magno (390-461) fue el de la Navidad, cuando dijo: “…Alegrémonos, hoy ha nacido nuestro Salvador. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza cuando acaba de nacer la vida…”

En efecto, ¡hoy es un día de alegría para los millones de cristianos del Mundo!, aunque muchos países la prohíben e incluso, como en Brunei, se condena a los musulmanes que la celebran.

Dice el Papa Francisco que a veces la Navidad es una fiesta ruidosa, por lo que recomienda estar un poco en silencio para escuchar la voz del amor. La Navidad es la fiesta del amor de Dios por nosotros. El amor divino que inspira, dirige y corrige la transformación, y derrota el miedo humano de dejar “lo seguro” para lanzarse hacia el “misterio”.

Coincidimos con el jesuita.

¿Qué significa la Navidad?

Es la conmemoración litúrgica del nacimiento de Jesús. Es la fiesta más celebrada en el mundo católico-cristiano; se celebra desde principios del siglo IV como cristianización de la fiesta pagana del natalicio del Sol.

La primera vez que se celebró fue en el año 379 en Constantinopla.

Resulta interesante la coincidencia con otras culturas, como la de los Mayas, que celebraban en estas fechas grandes fiestas en honor del Sol, como si fuera el principio de la vida.

En la Navidad el Sol se ve de distinta manera, es un Sol nuevo…

Muchos preguntan si en verdad Jesús nació por estas fechas.

No se sabe. Incluso es uno de los aspectos más míticos y con menos carácter histórico del Nuevo Testamento; además, es imposible demostrar que el nacimiento de aquel hombre que revolucionó el mundo se dio la noche del 24 de diciembre de hace más de 2000 años.

De hecho, no existen fuentes con rigor científico que atestigüen el lugar y el día; lo que sí se puede asegurar es que aquel hombre nació bajo el reinado de Herodes, quien murió en el año 4 antes de Cristo…

Para ser precisos: en ninguna parte de los textos bíblicos aparece la fecha, pero eso poco importa.

Lo interesante son los motivos y el significado de la Navidad, que proceden de los evangelios apócrifos del siglo II —que, por cierto, la Iglesia Católica nunca admitió— y de los relatos de la infancia de Jesús, recogidos en los evangelios de Mateo y Lucas.

Significados con un contenido teológico de gran trascendencia y que no siempre es sencillo interpretar, como la Anunciación del Ángel, el nacimiento en la ciudad Belén en un pesebre, el asno y el buey, la visita de los pastores y los Reyes Magos, la estrella de Oriente, el exterminio de inocentes o la huida a Egipto.

Es Lucas, el evangelista, quien más se aproxima a nuestro concepto de “historiador”. Desde el mismo prólogo revela una gran preocupación por referir con detalle “la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas”.

Y aun cuando él no había vivido personalmente los acontecimientos (Marcos, Mateo y Lucas redactaron los evangelios entre la segunda y la tercera generación cristiana, el evangelio más antiguo es el de Marcos y data no antes de 35 o 40 años después de los hechos pascuales), trata de proclamarlos tal y como “nos las enseñaron los que desde el principio las vieron”.

Claro que Lucas se preocupó por narrar de manera inteligente y ordenada lo que sabía acerca de Jesús; sin embargo, en sentido estricto, nunca pretendió escribir una biografía, sino simplemente un evangelio (que significa buena nueva).

Dice Lucas en una narración que no es histórica propiamente dicha, pero sí ofrece algunos datos de que el nacimiento de Jesús data del año 4 antes de Cristo. (Versión Reina Valera 1995):

“Aconteció en aquellos días que se promulgó un edicto de parte de Augusto César de que todo mundo fuera empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.

También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David, para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.

Aconteció que estando ellos allí se le cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Agrega la versión bíblica que “había pastores en la misma región, que vivían en los campos y cuidaban sus rebaños durante la noche.

Y (ahí) se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los rodeó de resplandor y tuvieron gran temor.

Pero el ángel les dijo:

“No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo, que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.

“Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.

“Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan y decían:

“Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres…”

¡Esa parte de Lucas lo dice todo!

¡Ah! y veamos que en el portal de Belén no habías asnos, mulas ni bueyes. Pero eso poco importa. Como tampoco los árboles, el nacimiento y otros adornos de la Navidad, como Los Villancicos.

Pero todos tienen una razón de ser, incluso Santa Claus, tan popular hoy.

Quizá la tradición de ese personaje tenga algo que ver con Nicolás de Mira o San Nicolás de Bari, también llamado papá Noel. Es el santo patrono de Rusia, Grecia y Turquía y también el santo de los niños, los marineros, los viajeros. Es venerado en ciudades de Italia, Holanda, Suiza, Alemania, Austria Y Bélgica.

San Nicolás por haber sido prelado se le representa con un vestido rojo. Además de que su devoción se propagó mucho en Alemania. Y quizá como en Alemania se llama “Sankt Niklaus” le empezaron a llamar Santa Claus.

De ahí el personaje se trasladó a EU con los inmigrantes holandeses, quienes fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam, más tarde llamada Nueva York.

Años después, en 1863, el caricaturista Thomas Nast comenzó a dibujar a Santa con los rasgos que ahora le atribuyen: gorro rojo, abundante barba blanca y un abultado vientre. Nast diseñó este personaje para sus tiras navideñas en Harper’s Weekly.

Sesenta años después, en 1920, el personaje se hizo famoso al aparecer por primera vez en un anuncio de la Coca Cola y después Hollywood lo hizo propio.

¿Y Los Reyes Magos?

También es un invento de la tradición del siglo VI. Melchor, Gaspar y Baltasar. Sólo Mateo los menciona (Mt. 2,1-12): “Cuando Jesús nació, en Belén de Judea en días del rey Herodes, llegaron del oriente a Jerusalén unos sabios, preguntando:

“¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?, pues su estrella hemos visto en el oriente venimos a adorarlo.

“Entonces Herodes les interrogó sobre los tiempos de la aparición de la estrella, y les conminó a encontrar al Niño y a informarle de su emplazamiento exacto.

“Ellos, habiendo oído al rey, se fueron. Y la estrella que había visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que, llegando, se detuvo donde estaba el niño; le ofrecieron oro, incienso y mirra, y advertidos en sueños de las intenciones de Herodes para destruir al pequeño, retornaron a su tierra por otro camino”.

Sin embargo, en los evangelios no se cita ni una sola vez que eran reyes ni se menciona su número, ni sus nombres. Es más, tampoco sabemos si eran hombres o mujeres. Pero la tradición quiso que fueran tres (quizá representan a Europa, Asia y África) y que uno fuera negro, quizá para que nadie se sintiese discriminado: Melchor, Gaspar y Baltasar.

Después vinieron los nacimientos o “belenes”

Recientemente, el primero de diciembre pasado, el Papa Francisco visitó Greccio la Gruta del Pesebre, donde en el año 1223 San Francisco celebró la Navidad de una forma distinta que le marcó tiempo al tiempo y se institucionalizó por toda la cristiandad.

Según la tradición, era invierno de 1223, cuando el santo recorría el campo y la Navidad lo sorprendió en la ermita de Greccio. Y fue allí donde tuvo la inspiración de reproducir en vivo el misterio del nacimiento de Jesús: construyó una casa de paja a modo de portal, puso un pesebre en su interior, utilizó animales reales —un buey y un asno— e invitó a un pequeño grupo de gente a reproducir la escena de la adoración de los pastores.

Fue una representación solemne, modesta muy al estilo de San Francisco, pero seguramente debió de ser tan emotiva que alguno de los asistentes incluso llegó a afirmar que llegaron a ver al Niño moviéndose.

Hay otra versión…

Mismo año, Francisco de Asís fue a Roma y obtuvo del papa Honorio III autorización para celebrar la Santa Navidad de forma hasta entonces desconocida.

Escogió un bosque en las cercanías de Greccio, lugar donde residía el noble Giovanni Velita, con quien San Francisco tenía una gran amistad.

Quince días antes de la Navidad le habría dicho a San Francisco: “Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa y prepara lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del Niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis propios ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, imaginando cómo fue reclinado sobre el heno en el pesebre, entre una mula y un buey”.

Para asistir a aquella singular conmemoración fueron llamados religiosos de diversos lugares de la región.

Y ahí ocurrió algo muy agradable que sorprendió a todos. Se dice que a la medianoche un sacerdote comenzó la celebración de la Santa Misa. El altar estaba colocado delante del pesebre y a los lados la mula y el buey, además de una imagen del Niño Jesús en tamaño natural reposaba sobre la paja y que “terminadas las lecturas, todos se dispusieron a escuchar atentamente el sermón que San Francisco pronunció. De sus labios brotaron palabras llenas de unción sobrenatural y mientras hablaba del niño de Belén se relamía los labios y su voz era como el balido de una oveja.

“Al final del inspirado sermón, San Francisco se arrodilló para besar la imagen del infante. En ese momento, se operó un prodigio que solamente él y Giovanni Velita lo notaron. La imagen del Niño Jesús toma vida y al ser besado, como despertando de un profundo sueño, le sonríe complacido”.

¡Mágico!

Desde ahí se institucionalizaron los Nacimientos o belenes por toda la cristiandad.

Algún tiempo después, en este lugar se construyó una capilla que se conserva hasta hoy.

El primer nacimiento se construyó en Nápoles a fines del siglo XV y fue fabricado con figuras de barro. Carlos III ordenó que los “belenes” o nacimientos se extendieran y popularizaran en todo el reino itálico y español; en América, los frailes introdujeron las costumbres navideñas cristianas.

¿Y el árbol?

Cuando los primeros cristianos llegaron al norte de Europa descubrieron que sus habitantes celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad, adornando un árbol perenne, en la fecha próxima a la Navidad cristiana. Este árbol simbolizaba al árbol del Universo, llamado Yggdrasil; posteriormente con la evangelización de esos pueblos, los conversos tomaron la idea del árbol para celebrar el nacimiento de Cristo, pero cambiándole totalmente el significado.

La tradición de colocarlo en la Plaza de San Pedro comenzó en 1982, durante el pontificado de San Juan Pablo II.

Hoy no existe una casa donde no se coloque un árbol de navidad junto con el nacimiento; para mucha gente una casa sin ellos es una casa vacía, sino espíritu navideño.

Benedicto XVI intentó eliminar del nacimiento al asno y el buey, y no lo consiguió. Dijo en un libro, La infancia de Jesús, que “que no había mula ni buey en el portal de Belén.

¿Y Los Villancicos?

Es una forma musical y poética tradicional de España y Portugal, que fue muy popular entre los siglos XV y XVIII. Con el tiempo comenzaron a cantarse en las iglesias y a asociarse específicamente con la Navidad.

Hay uno muy popular hoy, me encanta la versión cantada por Lhasa de Sela que dice:

Pero mira como beben
Los peces en el río
Pero mira como beben
Por ver a Dios nacido

Y hay más cosas que la los Navidad ha generado, las piñatas de Acolman, en el Estado de México, o las esferas de Tlalpujahua, Michoacán; además, mucha música y poemas alusivos, uno de ellos de Rubén Darío alusivo a los reyes Magos que dice:

¿De dónde vinieron a la Epifanía?
¿De Persia? ¿De Egipto? ¿De la India? Es en vano
cavilar. Vinieron de la luz, del Día,
del Amor

Dice Eclesiastés que todo tiene su tiempo. Hay tiempo de nacer y tiempo de morir. Alegrémonos, hoy es Navidad, es tiempo de nacer

Todo ello sólo es un motivo para desearles una ¡Feliz Navidad y sinceramente buen año 2020!