El papa Benedicto XVI hace aclaraciones al informe…

Benedicto XVI ha corregido su declaración sobre el reciente informe sobre la gestión de los abusos en la Iglesia alemana de Múnich y Freising, que lo acusan de negligencia en el manejo de cuatro casos de abusos cuando era arzobispo en Múnich, entre 1977 y 1982.

https://westpfahl-spilker.de/wp-content/uploads/2022/01/WSW-Gutachten-Erzdioezese-Muenchen-und-Freising-vom-20.-Januar-2022.pdf

En una declaración hecha pública a la Agencia Católica de Noticias (Katholische Nachrichten-Agentur, abreviado KNA)  por su secretario particular, Georg Gänswein, el papa emérito afirma, en contra de sus anteriores afirmaciones si asistió a una reunión del ordinariato celebrada el 15 de enero de 1980.


El error – se lee en la nota – no se cometió con mala intención, sino que fue consecuencia de un descuido en la redacción de su opinión”. 

Sin embargo – se precisa en la declaración – “permanece objetivamente correcta, como se verifica en la documentación, la afirmación según la cual en el curso de esta reunión no se tomó ninguna decisión en relación a un encargo pastoral para el sacerdote en cuestión. Por el contrario, sólo se aceptó la solicitud de proporcionarle alojamiento en Múnich durante el periodo de su tratamiento terapéutico”.

De momento, dice la nota a la KNA, se esfuerza por leerlo rápidamente, pero pide comprensión por el hecho de que le llevará tiempo “en vista de su edad y su salud, pero también por la amplitud del documento” que contiene más de 1893 páginas y está publicado en alemán…

Lo que ha leído hasta este momento – afirma  el papa emérito– le llena de “vergüenza y dolor por el sufrimiento de las víctimas”. 

En el reporte se documentan que en 74 años, al menos 497 personas sufrieron  abusos sexuales -247 hombres y 182 mujeres-; entre las personas que cometieron ilícitos existen 173 sacerdotes, nueve diáconos, cinco agentes de pastoral y 48 personas del ámbito escolar. 

Al final de su aclaración, el papa emérito , dice estar “muy cerca de su antigua Arquidiócesis  de origen y de su compromiso con la clarificación”. En particular, sus pensamientos están con las víctimas que han tenido que soportar los abusos sexuales y la indiferencia”.

El no haber reconocido su asistencia a esa reunión fue un error de Ratzinger, por ello s disculpó, algo que, subrayó, “no hizo de mala fe” sino por “un descuido en el proceso editorial de su respuesta”.

Pero, este asunto es añejo. 

La reunión con aquel cura de nombre Peter Hullermann, ocurrió el 15 de enero de 1980. En aquel encuentro la arquidiócesis de Munich de la cual él era el titular decidió recibir a un sacerdote de la diócesis de Essen que había llegado para hacer una terapia psicológica y fue luego reasignado para hacer trabajos pastorales en Bavaria, donde siguió abusando de menores.

Este personaje conocido hoy como el padre H, tiene hoy 74 años, se le acusa de haber abusado, entre 1973 y 1996 de por  menos 23 niños de entre 8 y 16 años.

En 2010, en pleno pontificado de Benedicto y la diócesis de Munich había aclarado que Ratzinger había dado su consentimiento al traslado desde Essen para el tratamiento del cura en cuestión, pero no para su retorno a la actividad pastoral. Quién cometió el error fue el vicario general Gerhard Gruber quien le dio un encargo de asistente parroquial a Hullerman, sin que Joseph Ratzinger supiera.

El sacerdote Jorge Enrique Mújica, LC, director editorial de la agencia ZENIT emite una opinión que vale la pena leerlo donde precisa que la Comisión investigadora que hizo el informe alemán, no sólo acusa sino que de facto declara culpable a Benedicto XVI, lo cual no es correcto..

“La extralimitación del bufete, que pasa de mero investigador a juzgado, llega a decir también que “consideran que su relato [de Benedicto XVI] no se acerca a la realidad”. De este modo, pero también con las afirmaciones posteriores vertidas en la rueda de prensa, los abogados deciden cuál es la realidad, actúan como jueces en esa realidad previamente construida y que dictamina la “verdad de los hechos”, sin aportar otra prueba que sus propias elucubraciones y opiniones.