Con ellos celebramos la Epifanía, aparición inesperada y bienhechora de Dios.

Son una tradición que se inicio en el siglo VI, sólo el evangelio de  Mateo los menciona (Mt. 2,1-12): “Cuando Jesús nació, en Belén de Judea en días del rey Herodes, llegaron del oriente a Jerusalén unos sabios, preguntando:

“¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?, pues su estrella hemos visto en el oriente venimos a adorarlo.

“Entonces Herodes les interrogó sobre los tiempos de la aparición de la estrella, y les conminó a encontrar al Niño y a informarle de su emplazamiento exacto.

“Ellos, habiendo oído al rey, se fueron. Y la estrella que había visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que, llegando, se detuvo donde estaba el niño; le ofrecieron oro, incienso y mirra, y advertidos en sueños de las intenciones de Herodes para destruir al pequeño, retornaron a su tierra por otro camino”.

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Sin embargo, en los evangelios no se cita ni una sola vez que eran reyes ni se menciona su número, ni sus nombres. Es más, tampoco sabemos si eran hombres o mujeres. Pero la tradición quiso que fueran tres (quizá representan a Europa, Asia y África) y que uno fuera negro, quizá para que nadie se sintiese discriminado: Melchor, Gaspar y Baltasar.

Según un manuscrito de París fue a fines del siglo siete cuando se los nombra como Bitisarea, Melchor y Gataspa, pero es en el  nueve cuando se empezó a propagar que eran Gaspar, Melchor y Baltazar.

Hace un año el papa Francisco nos explicó el significado de los regalos de los Reyes Magos al niño nacido en Belen y exhortó a los fieles a seguir la luz de Dios y no las luces del mundo del éxito y del poder.

Nos recordó que la palabra “Epifanía” indica “la manifestación del Señor” a todas las gentes “representadas hoy por los Magos”.

De hecho -dijo Francisco-,  los Magos van al Señor no para recibir, sino para dar. 

En unas horas más, Francisco, presidirá la Santa Misa en la Solemnidad de la Epifanía del Señor desde la Basílica de San Pedro.

La clave es dar, regalar y no sólo juguetes sino una historia como nos lo dice el escritor español Gustavo Martín Garzo. Nos recuerda que la enseñanza principal de la Noche de Reyes es que el regalo más grande que podemos hacer a los niños es el regalo de una historia que les haga sentirse amados. 

“Una historia que les diga que existe la gracia en el mundo, que es lo que prometen todas las historias de amor. Por eso, más que unos simples juguetes, lo que de verdad quiere el niño es que sean los Reyes Magos quienes se los den”.

¡Buena noche de Reyes!