Ante la violencia e inseguridad que se viven en el país, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) elaboró los “Protocolos Básicos de Seguridad Eclesial: Personal y de Recintos Religiosos”, en los cuales se plantean sugerencias a los obispos, sacerdotes y laicos para realizar sus servicios pastorales con seguridad, así como la contratación de un seguro con daños a terceros y la instalación de cámaras de videovigilancia.

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En conferencia de prensa, el secretario general de la CEM, Alfonso Miranda Guardiola, obispo auxiliar de Monterrey, expuso que existe “una latente posibilidad de ser víctimas de una situación de peligro” y por ello deben estar preparados para afrontar los posibles riesgos, porque los templos, albergues, casas de migrantes, son espacios públicos, que abren sus puertas a todos sin discriminación alguna.

En materia de seguridad para sacerdotes se destaca: no establecer horarios fijos; los desplazamientos se realizarán preferentemente de día; la velocidad empleada será la máxima permitida; sólo utilizar vehículos apropiados y en óptimo estado de funcionamiento, o transporte público seguro; contar con celular, radio, accesorios, cargadores de energía.

Ademas, observar el exterior del domicilio, parroquia u oficina para detectar posibles sospechosos; avisar al personal de confianza, familiares, cuando se realice alguna visita a persona(s) o lugar(es), manteniéndoles al tanto de los movimientos y rutas, así como no registrar los números de familiares, etiquetando sus adjetivos clave, ejemplo: papá, mamá, casa, para evitar extorsiones en caso de pérdida del celular

También conocer lo básico de equipos de protección; saber emplear claves y códigos de seguridad con su círculo familiar, comunitario, laboral y social; procurar tener buena condición física y estar alerta ante las personas que se acerquen, sin caer en conductas exageradas.

Respecto a la extorsión telefónica tanto el sacerdote como todos los colaboradores de la parroquia deben estar atentos a llamadas fraudulentas por lo que se recomienda que las personas que reciban estas llamadas actúen con extrema precaución.

De ser víctimas de secuestro, se les recomienda “proporcionar al agresor el número telefónico de una persona que pueda negociar. Tus familiares o persona de confianza deben informar el hecho a la autoridad, al obispo o decano. Dar aviso a una autoridad competente y en coordinación determinar la estrategia para el manejo de crisis y negociación. Se debe contar con ayuda profesional”.

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Respecto a la seguridad en los templos, se menciona que 75 por ciento de los casos, la forma de entrar y salir de un ladrón es por la puerta lateral o la puerta trasera. Las demás veces es por las ventanas, tragaluces y ductos de clima.

Por ello se deben verificar constantemente a las personas que ingresan al inmueble; al cierre del templo, revisar todas las áreas de circulación, que todos abandonen el templo al momento del cierre. Para evitar riesgos de robo, inventariar nuevamente todo los bienes muebles con que cuenta la Iglesia.
El dinero que se maneje en el templo debe ser guardado en gabinetes metálicos, ubicados en áreas de acceso restringido solamente al administrador. Es importante establecer la política de depósito del dinero, días, horarios, personas involucradas, etc.

Los horarios de revisión y vaciado de las alcancías deben establecerse cuando el templo esté cerrado. Debe haber un mínimo de dos personas responsables del vaciado de las alcancías.

Los inmuebles deben contar con equipamientos automáticos de seguridad y sistemas de alarma, permitiendo o retardando la entrada de intrusos, actuando también como detector y transmisor de la señal de alerta a las autoridades.