Foto:SIAME
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Ciudad de México, a 15 de octubre 2020.

Prot. Nº101/20

¡Caminemos siempre juntos como hermanas y hermanos todos!

A todo el Pueblo de Dios gracia y paz en Jesucristo nuestra Esperanza.

Como Iglesia en México estamos profundamente agradecidos con el Papa Francisco que, motivado por el ejemplo de San Francisco de Asís e iluminado por la parábola del Buen Samaritano, nos ha regalado su 3ª Carta Encíclica llamada Fratelli Tutti (Hermanos todos) donde trata dos de sus preocupaciones: la fraternidad y la amistad social, valores esenciales para devolver la esperanza y el impulso a una humanidad herida por la violencia y por la pandemia de Covid-19.

Como hemos dicho en nuestro Proyecto Global de Pastoral 2031+2033 hoy más que nunca queremos anunciar y construir la dignidad humana (cfr. PGP 172) animados con la palabra del Papa que nos llama a reconocer básica y esencialmente cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona siempre y en cualquier circunstancia, teniendo en cuenta que este respeto por la dignidad humana es un principio elemental de la vida social que suele ser ignorado de distintas maneras, de tal modo que cuando no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad.

Como pastores y junto al pueblo de México, estamos comprometidos con la paz y las causas sociales (cfr. PGP 174) y junto a esta “Encíclica Social” invitamos a todas y todos a ser capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede solo en las palabras sino que trascienda en las obras y en el contexto de la inesperada pandemia de Covid-19 (cfr. FT 6) que nos reta como país a hacer algo por los hermanos más pobres, los que sufren violencia, los migrantes, los enfermos, los adultos mayores, los jóvenes, las familias, las comunidades educativas, la casa común y por todas aquellas personas de buena voluntad que necesitan de nuestra cercanía y acompañamiento.

A lo largo de ocho capítulos nos ofrece una mirada sobre la realidad de un mundo cerrado con sus efectos en la humanidad, iluminando esta situación con el pasaje del Buen Samaritano (Lc. 10, 25-37) que se convierte en eje transversal de todo el documento. Luego nos invita a pensar y gestar un mundo abierto, abordando temas como la migración, la política, el diálogo y la amistad social con propuestas y aspectos prácticos que nos lleven a tener un corazón abierto al mundo entero para avanzar por caminos de paz para el reencuentro de todos, ayudando con ingenio y audacia, a generar procesos para sanar heridas, animándonos finalmente a buscar el diálogo entre personas de distintas religiones, más allá de la diplomacia, la amabilidad o la tolerancia.

Creemos que “Fratelli Tutti” nos ayudará a seguir encontrando nuevos caminos para poner en práctica los 35 compromisos que hemos planteado en nuestro Proyecto Global de Pastoral. Todos tenemos el reto de hacer de México un mejor país, una gran comunidad de hermanas y hermanos, una “casita sagrada” como lo ha pedido la Virgen de Guadalupe donde sea posible la fraternidad y la amistad social a través del encuentro y el diálogo porque creemos que es posible comenzar de abajo y de a uno… Las dificultades que parecen enormes son la oportunidad para crecer, y no la excusa para la tristeza inerte que favorece el sometimiento. Pero no lo hagamos solos, individualmente. El samaritano buscó a un hospedero que pudiera cuidar de aquel hombre, como nosotros estamos invitados a convocar y encontrarnos en un “nosotros” que sea más fuerte que la suma de pequeñas individualidades (FT 77). ¡Caminemos juntos, nunca solos, sino siempre juntos!

Con el Papa, desatacamos cinco desafíos emergentes para nuestro país: la necesidad de contar con una economía integrada en un proyecto político, social, cultural y popular que busque el bien común (FT 179); la construcción de puentes para el encuentro y el diálogo, superando la tentación de hacer una cultura de muros, de levantar muros, muros en el corazón, muros en la tierra para evitar este encuentro con otras culturas, con otras personas (FT 27); acrecentar los puestos de trabajo en lugar de reducirlos, fruto de la diversidad productiva y la creatividad empresarial (FT 168); favorecer que las religiones estén al servicio de las personas ofreciendo su aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad (FT 271) y rehabilitar la política (FT 166) y la participación ciudadana, dando los pasos hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social (FT 180) y el bien común.

No podemos dejar de resaltar las respuestas indispensables y necesarias ante las personas migrantes, sobre todo frente a los que escapan de graves crisis humanitarias, y que se resumen en cuatro verbos, acoger, proteger, promover e integrar, las cuales incluyen entre otras acciones: incrementar y simplificar la concesión de visados, abrir corredores humanitarios para los más vulnerables, ofrecer un alojamiento adecuado y decoroso, garantizar la seguridad personal y el acceso a los servicios básicos, asegurar una adecuada asistencia consular, el derecho a tener siempre consigo los documentos personales de identidad, un acceso equitativo a la justicia, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y la garantía de lo básico para la subsistencia vital, darles libertad de movimiento y la posibilidad de trabajar, proteger a los menores de edad y asegurarles el acceso regular a la educación, garantizar la libertad religiosa, promover su inserción social, favorecer la reagrupación familiar y preparar a las comunidades locales para los procesos integrativos (FT 129-130).

Les invitamos a leer esta Carta Encíclica, a reflexionarla, dejándose tocar por las palabras inspiradoras del Papa Francisco desde la propia vida, para que hagamos de México y de cada familia, un espacio donde se viva la fraternidad universal y la amistad social, a través del diálogo que implica acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse y buscar puntos de contacto. Sin duda eso nos ayudará a vivir mejor, mucho más de lo que podamos darnos cuenta (FT 198).

Que Santa María de Guadalupe nos impulse a imitarla y que, como ella, seamos una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, para sostener la esperanza, y ser signo de unidad […] para tender puentes, romper muros, y sembrar reconciliación (FT 276).

✠ Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey Presidente de la CEM

✠Alfonso G. Miranda Guardiola, Obispo Auxiliar de Monterrey y Secretario General de la CEM