DÍA DEL AMOR, 14 DE FEBRERO/ Manuel Corral Martín

El amor es un tema central en el cine, la canción o la literatura. En nuestro mundo se habla constantemente del amor: del amor pasión, del amor materno, del amor filial, del amor de pareja, del amor de amista. El amor es el manantial de todos los bienes y el horizonte al que todos queremos llegar. Es el motor que nos permite sentirnos vivos. Sin embargo, muchas veces llamamos amor a lo que no es sino un egoísmo encubierto que domina o humilla a las personas. De ahí que cuando hablamos de amor, no todos queremos decir lo mismo. 

Pero, ¿qué es el amor?

San Pablo, incansable apóstol del Evangelio, cuando intenta formar una comunidad cristiana en Corinto encuentra numerosas dificultades porque a los cristianos de Corinto les interesaban más las manifestaciones prodigiosas que el mismo amor. Por eso Pablo, casi de forma poética nos define qué es el amor.

El pasaje de la Carta de San Pablo a los corintios es este: 1Corintios 12,31-13,13. En pocas palabras y de manera clara y contundente les viene a decir que sólo hay un carisma absoluto: el amor. El Apóstol nos viene a decir que los gestos más deslumbrantes y maravillosos que podamos tener, se reducen a nada si no tenemos amor. San Pablo, no da definiciones teóricas de lo que es el amor, sino que enumera quince maneras de actuar, propias de la caridad o del amor: “El amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia ni jactancia. No es grosero, ni egoísta… Se trata de cosas sencillas y cotidianas, para que nadie piense que el amor es cosa de “sabios y entendidos”. Describe sencillamente las obras producidas por el amor.

Lo que a primera vista parece sencillo puede ser en muchos casos un comportamiento heroico, ya que, la caridad no busca el bien propio, sino que pide una entrega total: “Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta”. El amor tiende siempre a la concreción y no se queda en mero sentimiento abstracto. Suele ser un camino incómodo, que tiene presente el bien común.

Tal vez al leer este texto podríamos pensar que Pablo fue lejos a la hora de decirnos lo que es el amor. Sabemos que no es fácil aplicar estas afirmaciones de manera contundente, aunque no dudamos que lo que Pablo quería para aquella comunidad difícil y conflictiva, era mostrarles y mostrarnos también a nosotros hoy, un camino para enseñarnos el amor de verdad.

La fecha del 14 de febrero es significativa en muchos ambientes, principalmente entre los enamorados. Según la tradición cristiana se le atribuye a San Valentín, sacerdote, siglo III, un mártir romano, que se dedicaba a casar a las parejas de jóvenes soldados que a su vez tenían prohibido hacerlo por considerar que serían mejores combatientes que si tenían lazos familiares. Sea lo que sea de esta historia, a lo que hoy hemos llegado es a una comercialización descomunal donde los negocios hacen “su agosto” vendiendo toda clase de productos con tal de llevar sus ganancias al máximo. El amor no interesa, lo que más importa es lo material.

Uno de los Santos Padres de la Iglesia decía: “Ama y haz lo que quieras”, en otras palabras, el que amar es feliz y hace felices a los demás. De ahí que allí donde encontramos a un ser humano podemos estar seguros de que nos hallamos ante alguien que busca exactamente lo mismo que nosotros: ser feliz. Sin embargo, cuando se nos pregunta qué es la felicidad y cómo encontrarla, no sabemos dar una respuesta demasiado clara. La felicidad es siempre algo que nos falta. Algo que todavía no poseemos plenamente.

Occidente no ha querido creer en el amor como fuente de vida y felicidad para el hombre y la sociedad. Nosotros hemos puesto la felicidad en otras cosas. Hemos llegado incluso a confundir la felicidad con el bienestar. Y, aunque son pocos los que se atreven a confesarlo abiertamente, para muchos lo decisivo para ser feliz es “tener dinero”. Apenas tienen otro proyecto de vida. Trabajar para tener dinero. Tener dinero para comprar cosas. Poseer cosas para adquirir una posición y ser algo en la sociedad. Esta es la felicidad, el amor en que creemos. El camino que tratamos de recorrer para buscar la felicidad.

Empezamos a experimentar que la felicidad que buscamos no está en el puro bienestar. La civilización de la abundancia nos ofrece medios de vida, pero no razones para vivir. La insatisfacción actual de muchos no se debe solo ni principalmente a la crisis económica, sino ante todo a la crisis de auténticos motivos para vivir, luchar, gozar, sufrir y esperar.

Hoy, más que nunca, en nuestra sociedad resuenan las palabras del San Pablo a la comunidad de Corinto cuando los apremia a fijarse más en las sencillas acciones donde se puede mostrar el amor que en los títulos u honores de los que nos gusta presumir. Porque el amor: “es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, nos busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo los soporta. El amor no pasará jamás”. Hoy más que nunca en esta sociedad consumista, luchemos por este ideal que San Pablo nos exhorta.

Manuel Corral Martín