La libertad religiosa y sus controversias

Tan pronto como la senadora Soledad Luévano presentó la iniciativa a la Ley Reglamentaria de Asociaciones Religiosas, de inmediato se levantaron las voces de los “defensores del estado laico” a decir que era un retroceso a la laicidad. Creemos que no entienden nada de lo que es un estado laico y solo lo quieren entender como un estado laicista. Es decir, una postura excluyente y hostil hacia el hecho religioso, basado por lo regular en la filosofía de los ilustrados, según la cual la religiosidad era fruto de la irracionalidad y el oscurantismo. Por eso, hombres del calado del ex ministro de la Suprema Corte, Cossío Díaz y otros, digan que es preocupante lo que ahora se propone. Parece que no entienden que la libertad religiosa es un derecho fundamental inherente a la dignidad de toda persona humana, un derecho humano de la mayor jerarquía porque se refiere a la capacidad de profesar convicciones fundamentales y vivir en consecuencia. Menos aún, estos personajes que se creen ilustrados, no entienden lo que significa la “laicidad” del Estado, porque si es un estado verdaderamente laico no desconoce ni califica positiva o negativamente el hecho religioso como tal ni sus manifestaciones, pero tampoco se constituye como confesional, no asume ninguna confesionalidad religiosa, no tiene religión oficial y tampoco puede asumir, de hecho o de derecho, un confesionalidad ideológica. En fin, de esto seguiremos escribiendo. Mucho dará qué hablar el tema. Pero es importante que tengamos claros los conceptos para poder debatir en torno a este derecho humano que alguno quieren eliminar.

Debatir con argumentos convincentes

José Woldenberg en un artículo en el periódico El Universal,  escribe sobre “Religiosidad y Estado Laico”. Un hombre de la altura y, no nos referimos al tamaño, porque largo, sí es, sino a la altura intelectual de este hombre que ha pasado por diferentes puestos en la administración pública y como docente académico. Se pregunta, a raíz de los millones de peregrinos que llegaron este año a la Basílica de Guadalupe, “¿No resulta una contradicción vivir en una sociedad profundamente religiosa y un Estado laico? Responde a su pregunta con cuatro respuestas que si bien tienen cierta “verdad”, no llegan a responder a fondo la pregunta que se hace. Da la impresión que lo que viene a decir que la religión debe vivirse en lo “privado”, y lo público quedaría en el ámbito civil.  Volvemos a insistir que este hombre confunde lo que es “libertad religiosa” y Estado laico”. Aquí está la clave o meollo del tema y mientras no tengamos claro esto, poco o nada avanzaremos en un debate que nos ayude a todos a entender y vivir los derechos inherentes a toda persona, como es la libertad de “creer o no creer”.

El Papa Francisco y la eliminación del secreto pontificio

La verdad que cada día el Papa Francisco nos sorprende más y más. Ahora hemos leído que ha eliminado el secreto pontificio para los casos de abusos a menores. Lo que conlleva que las víctimas puede conocer de primera mano y poder acceder a los expedientes canónicos. Las reacciones no se han hecho esperar y como todo, siempre habrá unos a favor y otros, si no en contra, poniendo sus “asegunes”. Pero todos coinciden que es un paso histórico en el tema. Ya no habrá excusas para aquellos que de una manera u otra quieran inducir o proteger a los que han cometido abusos. La noticia ha causado mucha alegría en la víctimas, claro está; no tanto en los victimarios porque se sabrán todos los “entresijos” o “manipulaciones” que se llevaron a cabo en la investigación y en las mismas declaraciones. Lo que no queda claro, para unos sí y para otros no, si la norma será retroactiva o se aplicará a partir de la publicación y cuando nos digan que entre en vigor. Sea lo que sea, esto dará mucho que hablar y no dejará de ser controversial, sobre todo en situaciones dolorosas donde la víctima queda expuesta al escrutinio de la opinión pública. Estaremos atentos y celebramos que haya transparencia.

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La película de Jesús gay

Fue en Brasil, un país alejado, tercer mundo y de poca influencia a nivel mundial. Pero se presenta en este país una comedia que muestra a Jesús gay trayendo a la casa de la familia a un novio. Les diríamos, ¿se atreverían a producir algo así en torno a Mahoma? Estoy seguro que no. Porque ardería Brasil en llamas con toda su gente. Como siempre tendremos opiniones de todo tipo. Unos dirán que es fundamentalismo religioso, otros que el arte debe expresarse libremente. Pero como hemos venido diciendo aquí, la libertad de expresión en todo ámbito humano, llega hasta que hieres los sentimientos más finos del género humano. No se vale. Con esta comedia pasará lo mismo que con la pésima película mexicana: “El crimen del padre amaro”. Cuando la jerarquía se opuso tenazmente a que se exhibiera, fue cuando más propaganda tuvo y más recaudación se llevó a cabo. Lo mismo pasará con este “esperpento” que Netflix ha puesto es escena sin importarle herir los sentimientos religiosos de millones de cristianos. En otras palabras, vale más el interés por el dinero fácil que el respeto a los sentimientos y creencias de las personas. Hemos llegado a tal degradación moral que “Sodoma y Gomorra”, ciudades bíblicas destruidas por la corrupción moral, creemos que se quedarían muy pequeñas en comparación de todo lo que nos toca vivir hoy en una  sociedad de consumo, relativismo y libertinaje.