En la columna El Cenote Sagrado del 23 de abril de 2020: Cervantes tendrá que esperar; La “represión” de palacio; A vueltas con el modelo neoliberal; El Papa y la pandemia social de los “usureros”
En la columna El Cenote Sagrado del 23 de abril de 2020: Cervantes tendrá que esperar; La “represión” de palacio; A vueltas con el modelo neoliberal; El Papa y la pandemia social de los “usureros”

Cervantes tendrá que esperar

Hoy, 23 de abril, la ONU celebra el Día Mundial del Libro. En muchos países, incluidos los de habla hispana, se le ha venido dando mucha importancia a la celebración de este día. Colombia, por estas fechas celebraba la Feria del Libro. Una semana antes en Argentina y así podríamos ir señalando país tras país, sin olvidar la Madre Patria que con “bombo y platillo”, celebraba al ilustre Miguel de Cervantes. Este año, todo se trastocó por el “dichoso” coronavirus. En México, si bien no se viene celebrando con actos especiales, sobra decir que, son muchas las actividades y ferias que se vienen llevando a cabo con motivo de este tema. Según los datos del INEGI, en nuestro país corresponde una media de 3.4% de libros leídos por habitante. Nada en comparación con otros países donde la media per cápita de lectura corresponde a 12% o más, según países. Lo que sí llama la atención es que ha aumentado el número de lectores en el ámbito digital. En un año, según datos del INEGI, de nueva cuenta, aumentamos de un 5% a más de un 12%. Datos alentadores en una época que nos decían que cada vez se leía menos. Celebramos que cada día, si bien el libro físico, cae menos entre las manos de los lectores, sí el libro digital va en aumento. Lo que significa que cada vez más, los lectores son más. Ojalá que se duplicara año con año. Un pueblo que lee, es un pueblo culto.

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La “represión” de palacio

A nuestro Presidente no le gusta que lo cuestionen. Eso es de sobra sabido. Y cuando lo cuestionan, o bien se enfurece o bien le echa la culpa a los adversarios neoliberales  o cualquier otro argumento que le venga en gana. Los que más llevan de perder son los medios que día a día tienen que cubrir sus “largas y aburridas” ruedas de prensa que, si bien, siempre hay noticias nuevas, pero el formato es el mismo. También se le acusa de censurar cada vez más a los medios y en definitiva, a la misma libertad de expresión. Los acusa de no ser profesionales independientes y éticos. Y para colmo, les dice que actúan en beneficio de los poderosos. Es verdad que cada medio responde a unos intereses muy propios, como el mismo gobierno de turno responde también a sus propios intereses. Lo que debe entender el Presidente es que una prensa crítica le beneficia más que una sumisa a sus intereses. Los “adversarios” te hacen notar tus debilidades, los amigos, las callan. Entonces, ¿quién te ayuda más? La respuesta es obvia.  Sr. Presidente, acepte las críticas y las debilidades que le manifiestan. De lo contrario se quedará solo con aquellos que se provechan de usted, pero que poco o nada le aportan a su proyecto de nación.

A vueltas con el modelo neoliberal

Es una obsesión del inquilino de Palacio Nacional echarle la culpa de todos los males que vivimos, al modelo neoliberal. Dice que lo que se hace hoy es diferente a lo que se venía haciendo. Es criticado el Tlatoani porque ha decidido reducir los sueldos  de los funcionarios en un 25% a partir de las “direcciones”. Sin embargo, se mantienen intactos los programas sociales y los proyectos estrella como son: aeropuerto de Santa Lucía, refinería de Dos Bocas y el Tren Maya. Proyectos que casi todas las calificadoras los ven como inviables y poco rentables. No creemos que reduciendo los sueldos se vayan a resolver los problemas del país. Tal vez, lo que ocurra es que muchos funcionarios y técnicos busquen empleo en empresas privadas para tener unas entradas que les permitan vivir con holgura. Si así sucede, cada vez tendríamos un gobierno de funcionarios de poco nivel profesional, lo que iría en detrimento de los proyectos y políticas públicas que tanto necesita este país. Alguno dijo que esto ya no es “austeridad republicana, sino pobreza franciscana”. Haciendo recortes no siempre es la solución. Los problemas se resuelven con análisis y proyectos que eleven el nivel de riqueza de la gente. Las ayudas sociales solucionan un momento los problemas, pero no son la solución ni a corto, mediano y menos a largo plazo. Solo con una buena educación y la creación de empleos bien remunerados, podremos salir adelante y tener un nivel de vida como todos queremos.

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El Papa y la pandemia social de los “usureros”

El papa Francisco no deja de sorprendernos con sus reflexiones. Hoy en el día de su onomástico, en la misa de Santa Marta, su residencia, habló de la pandemia social de los usureros que  se lucran con el hambre de los pobres. Y dijo que uno de los efectos de esta pandemia, la de las familias que ya tienen hambre”. Es cierto que muchas empresas que se dedican a la producción de insumos y bienes necesarios ante una crisis como esta, lo hacen aumentando los precios de los productos que venden en detrimento de la gente que los necesita. Un ejemplo lo hemos visto en nuestro país. Nada más comenzar las noticias del virus fatídico, subió el alcohol desinfectante, el gel antibacteriano y otros muchos productos de la canasta básica como son el huevo, los cereales y una lista larga que no cabe mencionar aquí. A eso, se le llama usura. Es lo que critica el Papa y con toda razón. Porque los más amolados, son los pobres, los que menos tienen. Los ricos, no tendrán esos problemas porque les sobran los dineros, pero el que tiene que vivir al día, “se las ve y se las desea” para salir adelante. Son las mujeres las que más sufren porque tienen que ver y traer el alimento a la mesa. Si esta crisis no nos hace cambiar, poco habremos aprendido de la misma. Este virus al que todos le tenemos miedo, no respeta edades ni clases sociales. Entonces, deberíamos reflexionar, ¿de qué nos sirve tener mucho si de un momento a otro nos pueden segar la vida? ¿Qué te llevas? Son  tiempos de solidaridad y no de acaparamiento y menos de enriquecimiento a costilla de los que menos tienen.