En la columna El Cenote Sagrado del 3 de abril de 2020: Los dichos y hechos del Presidente; Controles y movilidad; Adultos mayores, ayudas y abusos; ¿Un nuevo modelo de iglesia?
En la columna El Cenote Sagrado del 3 de abril de 2020: Los dichos y hechos del Presidente; Controles y movilidad; Adultos mayores, ayudas y abusos; ¿Un nuevo modelo de iglesia?

Los dichos y hechos del Presidente

Reza el dicho que entre más alto estés, más tiran. Y eso pasa con el Presidente. No lo defendemos, porque no necesita defensa. Suficientes “paleros”, “chairos” tiene que lo saben hacer muy bien. A la menor crítica, ahí tienes “los miles de bots” atacándote como artillería de guerra. Pero nuestro Presidente a veces se va de la lengua y dice cosas que debería callarse porque nada le benefician y mucho le perjudican. Todos queríamos un cambio, pero no de esta manera que se está llevando a cabo. La prepotencia, el orgullo y la soberbia, nada abonan a transformar una realidad que todos queríamos cambiar. Esa frase dicha en un contexto y ante la crisis de salud que vivimos, sobraba. De todos es conocida la frase del Presidente: “Esta crisis nos viene como anillo al dedo”. ¿A qué dedo? ¿Al suyo? La ha tratado de matizar, pero cuando algo se matiza, ya perdió parte de su esencia. No queremos pensar que lo que quiso decir –como en las épocas de Fox–, fue que gracias a esta crisis los ricos se vendrán abajo y dejarán de molestar a los planes de la 4T. Si eso fuera, estamos “fritos”. Si el Presidente quiere acabar con los empresarios críticos a su gestión y ve en la crisis de salud la oportunidad de hacerlo, nos lleva la “fregada”. Si así piensa el Presidente, tenemos que decir que es un hombre de poca visión. No queremos juzgar su persona, pero sí tenemos derecho a criticar sus hechos que a veces van contra la misma realidad. Sr. Presidente, lo queremos y lo apoyamos, pero no parcialice y divida a la población. Esto nada apoya a la muy mencionada transformación que Usted quiere llevar a cabo.

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Controles y movilidad

Todavía no hemos llegado  a la situación que viven los países de Europa, concretamente, España e Italia donde parece, más bien, un toque de queda. Los movimientos de la población han quedado restringidos al máximo y salir a la calle sin justificación alguna, seguro que les cae una infracción. Acá todavía no hemos llegado a tal situación y esperemos que esto no suceda porque sería un suicidio colectivo. No olvidemos que más el 50% de los empleos se da en la economía informal. Si estos no salen a vender, no comen y si no hay dinero para comprar, se dedicarán a robar. Todo una cadena de males. Ahora nos llega la noticia que a través de los teléfonos móviles y con las técnicas de localización, pueden saber dónde estamos y si hay concentración de la población, se presentaría la policía para animarlos a dejar dicha concentración. Nos dicen que no se controla a nadie en particular, pero, ¿cómo lo podemos saber? Si ya saben dónde estamos, entonces que no nos vengan que no nos controlan. Por donde lo miremos, nuestra sociedad se ha convertido en una “big brother” que nadie puede parar. Todos contra todos y tratar de sacar la mayor ventaja que podamos. ¿Cambiará en algo esta pandemia nuestras actitudes y manera de pensar? Al ritmo que nos pintan las cosas, cada vez, las dudas son mayores. La única arma que tiene el ciudadano es informarse y discernir la información que recibe. De este modo no caerá en las “redes” de la desinformación.

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Adultos mayores, ayudas y abusos

Siempre que hay una crisis suelen aparecen los “vivos” que con tal pretexto, extorsionan a la gente. Y claro, los más vulnerables son los adultos mayores. Una por ignorancia y otra porque es gente buena que no tiene picardía para dudar de lo que le ofrecen porque vivieron otra época y fueron educados en la honestidad y confianza en los demás. Diferente a estas épocas donde todos, desconfiamos de todos. Resulta que se han dado muchos abusos con los mayores. Se presentan en sus casas para decir que vienen de parte de Gobierno a desinfectar o cualquier otra argucia y terminan siendo robados de lo poco que tienen.  No sabemos cómo le va a hacer el Gobierno que de ahora en adelante le entregará en su casa el dinero que le dan a los mayores. Será una labor titánica y con el riesgo de ser robados los mismos que entreguen los subsidios. Por otro lado, algunos comerciantes, aprovechándose de esta crisis han comenzado a elevar el precio de algunos productos básicos como el huevo y la tortilla. La Profeco, dice que está muy vigilante, pero mientas son “peras o manzanas”, aquellos hacen “su agosto”.  Es una lástima que sucedan estas cosas y más cuando la gente tiene una necesidad imperante y pocos medios para conseguir y moverse con el fin de buscar y obtener precios más bajos. Las autoridades deben vigilar bien y castigar con rigor a aquel o aquellos que abusen de la coyuntura.

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¿Un nuevo modelo de iglesia?

La fe de la gente es grande y con ocasión de los cierres obligados de los templos, se han buscado otras formas de llegar a las familias de manera virtual para que no carezcan de otro alimento, tan importante como el material, el espiritual. La jerarquía eclesiástica se ha visto abusada. No faltan transmisiones vía internet y otras plataformas digitales para que la gente pueda recibir en sus casas o donde esté a través de sus celulares, alguna celebración, bien sea de a misa o una Hora Santa, el Ángelus, etc. Celebramos que la Iglesia, mejor dicho, las Iglesias se suban al “barco” de las nuevas tecnologías. Hoy, según la información que nos llega, a las 12 del día y con los Obispos Auxiliares de México, habrá una celebración penitencial en la Catedral de México. Al final de la misma, un repique de campanas invitando a la gente a orar y que sientan que no están solos en este momento de aislamiento forzado. Creemos que esta coyuntura del coronavirus nos está llevando a un nuevo modelo de Iglesia que no sabemos las consecuencia que tendrá en un futuro no muy lejano. Ojalá las Iglesias, después que pase todo esto, hagan una evaluación y se pongan a la vanguardia para que las familias vivan de manera diferente a lo que  antes se venía haciendo, su fe. No es un camino fácil, pero tampoco imposible.