¡La guerra en sí misma es un error!

Una de las preguntas que le hicieron al papa Francisco en la rueda de prensa que dió en el vuelo de regreso a Roma desde la capital de Kazajistán, el jueves 15 de septiembre de 2022.

Rudiger Kronthaler, de ARD, televisión alemana.

Santo Padre, gracias por su mensaje de paz. Soy alemán, como puede escuchar por mi acento. Mi pueblo es responsable de millones de muertes hace ochenta años. Me gustaría hacer una pregunta sobre la paz, ya que mi pueblo es responsable de millones de muertes, aprendemos en la escuela que nunca hay que usar las armas, nunca la violencia: la única excepción es la autodefensa. En su opinión, ¿en este momento, Ucrania debería recibir armas?

-Esta es una decisión política, que puede ser moral, moralmente aceptada, si se hace de acuerdo con las condiciones de la moral, que son muchas y, entonces, podemos hablar de ello. Pero puede ser inmoral si se hace con la intención de provocar más guerras o vender armas o desechar las que ya no necesito. La motivación es lo que cualifica en gran medida la moralidad de este acto. Defenderse no sólo es lícito, sino también una expresión de amor a la patria. El que no se defiende, el que no defiende algo, no lo ama, mientras que el que defiende, ama. Esto toca otra cosa que dije en una de mis intervenciones, o sea, que se debería reflexionar más sobre el concepto de guerra justa. Porque todo el mundo habla hoy de la paz: desde hace muchos años, desde hace setenta años, las Naciones Unidas hablan de la paz, hacen muchos discursos sobre la paz. Pero, ¿cuántas guerras hay ahora mismo? La que has mencionado, Ucrania-Rusia, ahora Azerbaiyán y Armenia que se ha detenido un poco porque Rusia ha salido como garante, garante de la paz aquí y hace la guerra allá… Luego está Siria, diez años de guerra, ¿qué está pasando allí que no para? ¿Qué intereses mueven estas cosas? Después está el Cuerno de África, el norte de Mozambique o Eritrea y una parte de Etiopía, luego Myanmar con ese pueblo sufriente que tanto quiero, el pueblo rohingya que da vueltas y vueltas como un gitano y no encuentra la paz. Pero estamos en una guerra mundial, por favor….

Recuerdo algo personal, cuando era niño, tenía nueve años. Recuerdo haber escuchado la alarma del periódico más grande de Buenos Aires: en esa época para celebrar o dar malas noticias, sonaba eso -ahora ya no suena- y se escuchaba en toda la ciudad. Mi mamá dijo: “¿Qué pasa?”. Estábamos en la guerra, año 1945. Una vecina llegó a la casa y dijo: “La alarma sonó…” y gritó: “¡La guerra ha terminado!”. Y hoy veo a mamá y a la vecina llorando de alegría porque la guerra había terminado, en un país sudamericano, ¡tan lejos! Estas mujeres sabían que la paz es más grande que todas las guerras y lloraron de alegría cuando se hizo la paz. No lo olvido. Me pregunto: no sé si hoy estamos con el corazón educado para llorar de alegría cuando vemos la paz. Todo ha cambiado. Si no haces la guerra, no eres útil.

También está la fábrica de armas. Este es un negocio asesino. Alguien que entiende de estadística me decía que si se dejaran de fabricar armas durante un año se solucionaría toda el hambre del mundo… No sé si es cierto o no. Pero el hambre, la educación… nada, no se puede porque hay que fabricar armas. En Génova, hace unos años, tres o cuatro, llegó un barco cargado de armas que iba a transferirlas a un barco más grande que iba a África, cerca de Sudán del Sur. Los trabajadores del puerto no quisieron hacerlo, les costó, pero decían: ‘No colaboro’. Es una anécdota, pero hace que uno tenga conciencia de la paz. Usted ha hablado de su patria. Una de las cosas que he aprendido de ustedes es la capacidad de arrepentirse y pedir perdón por los errores de la guerra. Y, además, no sólo pedir perdón, sino pagar por los errores de la guerra: esto habla bien de ustedes. Es un ejemplo que se debería imitar. La guerra en sí misma es un error, ¡es un error! Y nosotros, en este momento, estamos respirando este aire: si no hay guerra, pareciera que no hay vida. Un poco desordenado, pero ya he dicho todo lo que quería decir sobre la guerra justa. El derecho a la defensa, sí, pero utilizarlo cuando sea necesario.

(Les rogamos, en nombre de Dios y por el bien de la humanidad: ¡Comprométanse en favor de la paz, no en favor de las armas!, dijo el Papa al término del VII Congreso de Líderes Religiosos).

Hay demasiado odio y divisiones, demasiada falta de diálogo y de comprensión del otro; esto, en el mundo globalizado, resulta aún más peligroso y escandaloso. No podemos salir adelante conectados y separados, vinculados y desgarrados por tanta desigualdad. Así pues, gracias por los esfuerzos realizados en favor de la paz y la unidad.
Francisco agradece también a las autoridades por la organización del encuentro y a la “amigable y valiente” población de Kazajistán “capaz de abrazar otras culturas preservando su noble historia y sus valiosas tradiciones. “Kiop raqmet! Bolshoe spasibo! Thank you very much!”
El aporte positivo de las tradiciones religiosas al diálogo
Una visita llegada a su fin bajo el lema Mensajeros de la paz y la unidad. “Está en plural, porque el camino es común” precisa el Papa, remarcando la importancia de este Congreso que, desde su nacimiento en 2003, reafirma el aporte positivo de las tradiciones religiosas al diálogo y a la concordia entre los pueblos.

Sylwia Wysocka, de la agencia de noticias polaca PAP

Santo Padre, usted dijo: Nunca podemos justificar la violencia. Todo lo que está ocurriendo ahora en Ucrania es pura violencia, muerte, destrucción total por parte de Rusia. En Polonia, tenemos la guerra muy cerca, a nuestra puerta, con dos millones de refugiados. Me gustaría preguntarle si cree que hay una línea roja más allá de la cual no se debería decir: estamos abiertos al diálogo con Moscú. Porque a muchos les cuesta entender esta disponibilidad. Y también me gustaría preguntar si el próximo viaje será a Kiev.

-Responderé a eso, pero preferiría que primero se hicieran las preguntas sobre el viaje… Creo que siempre es difícil entender el diálogo con los Estados que han iniciado la guerra, y parece que el primer paso fue desde allí, desde ese lado. Es difícil pero no hay que descartarlo, debemos darle oportunidad de dialogar a todos, ¡a todos! Porque siempre existe la posibilidad de que en el diálogo podamos cambiar las cosas, y también ofrecer otro punto de vista, otro punto de consideración. No excluyo el diálogo con ninguna potencia, que esté en guerra, sea el agresor… a veces hay que dialogar, pero hay que hacerlo, “apesta” pero hay que hacerlo. Siempre un paso adelante, una mano tendida, ¡siempre! Porque, de lo contrario, cerramos la única puerta razonable para la paz. A veces no aceptan el diálogo: ¡qué pena! Pero el diálogo se debe hacer siempre, al menos ofrecerlo, y eso es bueno para quien lo ofrece; hace que se respire.