Mensaje a miembros de la Sociedad de Estudiantes de Suiza;

El Papa Francisco recibió este lunes 12 de septiembre en el Palacio Apsotólico Vaticano a los miembros de la Sociedad de Estudiantes de Suiza con motivo del 75 aniversario de la canonización de San Nicolás de Flüe, patrón de Suiza y de la Asociación.

En su discurso, Francisco pidió a los alumnos “que su Asociación se haga cargo de algunas situaciones concretas para ayudar a hacer realidad el derecho al estudio”. 

“Me gusta señalar que existe una hermosa analogía entre ser estudiante y ser peregrino. Estudiar es un viaje. Y su asociación nos recuerda que los estudiantes, en un sentido amplio, son estudiantes de por vida”, dijo el Santo Padre. 

El Papa recordó que “Jesucristo es el mayor educador de la historia”, ya que “saca al hombre nuevo de la cáscara del hombre viejo”. 

“Nos libera de la esclavitud del ego y nos abre a la plenitud de la vida en comunión con Dios, con los demás, con las criaturas y también con nosotros mismos. Porque -como nos muestra tan bien Agustín en sus Confesiones- no estamos en paz con nosotros mismos hasta que nos entregamos al amor de Dios en Cristo Jesús”, defendió.

Aquí su mensaje completo.

Queridos amigos, ¡buenos días y bienvenidos!

Agradezco al Presidente sus amables palabras. Eres parte de la asociación de estudiantes más grande de Suiza, que reúne a personas de diferentes generaciones – esto es muy positivo, el encuentro y el diálogo entre generaciones – y también con diferentes caminos de estudio. Esto también es importante: no sois una corporación, lo que os une es el hecho de que sois o habéis sido estudiantes.

Por lo tanto, quisiera ante todo, junto con ustedes, agradecer a Dios por esta oportunidad que les ha brindado. ¡Esto no es algo que deba darse por sentado! Sabemos que en el mundo hay muchas personas que no tienen acceso a la educación; y otros -especialmente mujeres- que tienen que limitarse sólo a niveles inferiores oa cierto tipo de estudios; y aún otros que están obligados a recibir educación forzada. Por eso, damos gracias a Dios por haber podido estudiar y por haberlo podido hacer libremente.

Por eso quisiera hacerles una propuesta: que su Asociación se haga cargo de alguna situación concreta para favorecer la realización del derecho a estudiar. Tal vez esta es una meta que ya forma parte de sus actividades. Si es así, lo felicito y lo animo a continuarlo con un compromiso renovado.

Queridos amigos, este año estáis celebrando el 75° aniversario de la canonización de san Nicolás de Flüe, patrón de Suiza y también de vuestra Asociación. Y esta circunstancia te impulsó a venir en peregrinación a Roma. Me gusta señalar que existe una hermosa analogía entre ser estudiante y ser peregrino. Estudiar es un viaje. Y su asociación nos recuerda que los estudiantes, en un sentido amplio, son estudiantes para toda la vida. Un estudio específico, por supuesto, puede y debe tener tiempos y objetos específicos, bien definidos, para no convertirse en eternos estudiantes que nunca abandonan la universidad. Pero el estudio como actitud humana siempre se puede cultivar. En efecto, cuanto más noble y placentero es, más libre, gratuito, no sujeto a fines de utilidad. En este sentido, ser estudiante significa querer aprender, saber, no darse por llegado. Estar en camino. Tener el espíritu del discípulo, siempre, a cualquier edad.

Esto me hace pensar en una hermosa consideración de Romano Guardini, que dice: “Debemos presuponer siempre una cosa: el misterio del nacimiento… Todo lo que se define como educación no significa más que servir, ayudar, liberar, permaneciendo en este misterio.”. Educar es acompañar a un hombre, a una mujer en su “nacimiento” como persona, en su “venir al mundo”, en su “salir a la luz”. Jesucristo es el mayor educador de la historia: con el amor del Padre y la acción del Espíritu Santo nos hace nacer “de lo alto”, como dijo a Nicodemo (cf. Jn 3, 3). Saca al hombre nuevo del caparazón del hombre viejo. Nos libera de la esclavitud del ego y nos abre a la plenitud de la vida en comunión con Dios, con los demás, con las criaturas e incluso con nosotros mismos. Porque -como bien nos muestra Agustín en sus Confesiones- no estamos en paz con nosotros mismos hasta que nos entregamos al amor de Dios en Cristo Jesús, ese amor que nos persigue, que es siempre inquietante y pacífico al mismo tiempo.

Y aquí, queridos amigos, no puedo dejar de hacerles una pregunta: ustedes que son estudiantes, y lo son, digamos, por estatuto, ¿son también ustedes “estudiantes” de la Palabra de Dios? ¿Dedicas parte de tu tiempo a leer la Biblia, los Evangelios? Si, como decía, sois personas en camino, en búsqueda, ¿os sentís también buscadores de Dios? Eso lo das por sentado… ¿Se sienten discípulos de Jesús, deseosos de escucharlo, de hacerle preguntas, de meditar en sus palabras y gestos?…

Esto, me parece, significa ser peregrinos: no contentarse con “ir pasando”, sino con querer vivir. Y Jesús es Aquel a quien el Padre envió para darnos vida “en abundancia” (Jn 10,10). Sólo Él puede hacernos nacer a la vida eterna, porque tiene “palabras de vida eterna” (Jn 6, 68). Nos conoce mejor que a nosotros mismos, porque está más cerca de nosotros que nosotros mismos (cf. Agustín, Conf. 3, 6, 11). Pensad en Jesús, leed los Evangelios, para que Jesús entre en vuestra memoria como referencia y en vuestros corazones, porque Él llama al corazón de cada uno de nosotros.

Gracias por venir y les deseo todo lo mejor para su asociación. San Nicolás de Flüe intercede para que seáis siempre buscadores apasionados de lo verdadero, lo bueno y lo bello. Os bendigo de corazón a vosotros ya vuestras familias. 

Y por favor, no olvides orar por mí. Gracias.