Este domingo 7 de febrero, al finalizar el rezo del Ángelus, el papa Francisco rezó por el pueblo de Myanmar y pidió “para que quienes tienen responsabilidad en el país se pongan con sincera voluntad al servicio del bien común, promoviendo la justicia social y la estabilidad nacional, para una convivencia armoniosa”.

En estos días sigo con gran preocupación la evolución de la situación que se ha creado en Myanmar, un país que, desde el momento de mi visita apostólica en 2017, llevo en mi corazón con mucho cariño”, dijo desde la Plaza de San Pedro.

“Oremos por Myanmar”, pidió y permaneció en un largo silencio..

¿Qué pasa en Myanmar?

Pasa por una crisis política y social, después que el 1 de febrero, las fuerzas armadas encabezadas por el general Min Aung Hlaing, realizaron un golpe de Estado que produjo el arresto de la lideresa y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, junto con otras personas más.

De inmediato, se instaló junta militar de 11 miembros imponiendo un estado de emergencia de un año. Los militares justifican su acción alegando fraude en las elecciones de noviembre pasado, que la Liga Nacional para la Democracia que lidera, Aung San Suu Kyi, ganó de manera indiscutible. La presidenta electa -y premio Nobel de la Paz en 1991-,fue detenida y hasta donde se sabe se encuentra en su residencia de la capital, Nay Pyi Taw; permanecerá -dicen- en prisión domiciliaria hasta el 15 de febrero.

El mensaje papal llegó en el día en que la iglesia católica de ese país ha hecho un llamado a los fieles a participar en una jornada de oración por la paz. Los obispos en sus homilías han continuado llamando al diálogo, la no violencia y al retorno de la democracia.

Myanmar también conocido como Burma o Birmania, es un país de 52 millones de habitantes y de mayoría budista -el budismo es prácticamente una religión de Estado defendida por el ejército-,  existen muchas minorías étnicas, pero sólo 135 son reconocidas oficialmente; los católicos representan apenas el 1% de la población.

¿Hay oposición al golpe?

Sim duda de hecho, hay un ambiente de indignación, y hay llamados a la desobediencia civil.

¿Qué dice la comunidad de naciones?

El grupo del G7 se mostró “profundamente preocupado” por el golpe y pidió el regreso de la democracia. “Hacemos un llamado a los militares para que pongan fin de inmediato al estado de emergencia, restauren el poder al gobierno elegido democráticamente, liberen a todos los detenidos injustamente y respeten los derechos humanos”, indicó un comunicado del grupo que comprende a Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y EU.

El miércoles 3 de febrero, el Consejo de Seguridad de la ONU pidió a la junta militar la liberación de todos los detenidos, el respeto de los derechos humanos evitando el uso de la violencia y el restablecimiento del proceso democrático, aunque evitaron condenar explícitamente el golpe -igual que el Papa-, debido a la oposición de China y Rusia.

La tensa visita del papa a Myanmar

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Las relaciones diplomáticas entre Myanmar y la Santa Sede fueron posible después de un encuentro entre Aung San Suu Kyi y el papa Francisco en mayo de 2017; y seis meses después el líder religioso  inició uno de los viajes más difíciles de su pontificado.

Lo  primero que hizo al llegar a Myanmar fue cambiar la agenda; antes de reunirse con el presidente del país, Htin Kyaw, y con Aung San Suu Kyi, tuvo un encuentro breve pero significativo -16 minutos-, con el general Min Aung Hlaingjefe del ejército-, con ello puso de relieve el significado papel que juegan los militares en la precaria transición democrática del país.

La reunión se produjo en la sede del arzobispado de la antigua capital – Rangún-, no se permitió la entrada de periodistas ni antes ni después del encuentro.

La reunión fue tensa, pero Francisco impuso su trato diplomático…Era claro le pidieron que no abordará por ningún motivo el tema de los rohinayá, una minoría étnica perseguida por el régimen, y de la que se han violentado sus derechos humanos.

Francisco complació a sus anfitriones, pero, aunque no mencionó las denuncias de limpieza étnica ni uso la palabra prohibida –rohinayá–  si  habló de la Carta de los Derechos Humanos como fundamento de los esfuerzos de la comunidad internacional para promover la justicia, la paz y el desarrollo humano en todo el mundo y para resolver los conflictos ya no con el uso de la fuerza, sino a través del diálogo.”

Con ello dio un espaldarazo a Aung San Suu Kyi, denostada entonces por la comunidad internacional por su aparente pasividad en el conflicto con los rohinyá.

Amenazas al Papa

Hay que decir que Francisco fue recibido entonces con amenazas por el grupo de monjes budistas radicales, asociación conocida como Ma Ba Tha cuyo portavoz Tawparka, advirtió que habría “una respuesta” si el papa Francisco defiende la causa de los rohinyá como lo hizo en agosto pasado en el Vaticano.

“Espero que (en Myanmar) no toque un asunto tan sensible porque el pueblo birmano no lo aceptaría. No hay problema si (el papa) habla sobre el Islam, pero es inaceptable que hable sobre los rohingá y los terroristas extremistas”, manifestó el vocero a la agencia Reuters.

Aquel monje budista vinculado a los militares que amenazó al papa fue Ashin Wirathu, un personaje que se hace llamar el Bin Laden de Myanmar.