En Nicaragua y Venezuela se vive una regresión al autoritarismo, esos gobiernos “tienen que entender que el mundo ésta cambiando, tienen que abrirse al mundo, ya no se puede seguir con el mismo sistema”, advirtió el obispo nicaragüense Jorge Solórzano Pérez.

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El prelado, quien se encuentra en México para participar en la Noche de Testigos, que es una vigilia de oración, organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada, aseguró que los obispos, sacerdotes y religiosas de ese país temen por su seguridad, porque han sido víctimas de agresiones por personas simpatizantes del actual gobierno de Daniel Ortega.

Recordó que la crisis en ese país centroamericano inició en abril de 2018 con una “revolución cívica del pueblo, se paralizó el país, por lo que el gobierno pidió a la iglesia ser mediadora en el diálogo nacional, el cual había sido solicitado por los obispos desde 2014”.

En ese diálogo, explicó, “los obispos pedimos como puntos de agenda la justicia y la democratización del país. Se trabajó en esos dos puntos, pero en el mes de julio se dio un impasse, se cortó el diálogo nacional y no se ha logrado continuar”.

La Iglesia ha participado como mediadora y busca una salida a la crisis que vive el pueblo de Nicaragua. “Pensamos que la salida a esta situación tan difícil, política, social y económica que vive Nicaragua es a través del diálogo. Este es el camino correcto y el pueblo ya no quiere más guerras, ha sufrido la guerra y sabe de las consecuencias tan negativas que tiene para la comunidad y la persona humana. No quiere guerra, no quiere violencia, quiere una salida pacífica, por eso el diálogo es la solución”, puntualizó.

Testigo de la guerra civil que se vivió en Nicaragua con el gobierno de Anastasio Somoza (quien renunció en 1979), el obispo Solórzano consideró que se encuentra desilusionado porque se pensaba que “iba a ver una nueva Nicaragua y ahora vemos que igual no se respetan los derechos humanos, no se respetan las libertades del pueblo por lo que se luchó, ahora se vuelve a caer en lo mismo. Se tiene que luchar otra vez por la libertad, la justicia, la democratización del país”.

La jerarquía católica, dijo “es muy cercana al pueblo, no sólo visitamos las parroquias en ciudades, también las comarcas, los barrios y las últimas comunidades rurales, nos platican sus situaciones y vemos las dificultades, los sufrimientos del pueblo”.

En los momentos más difíciles de la crisis, señaló las iglesias fueron hospitales, se les abrieron las puertas a los heridos por humanidad, así la Iglesia cumplió con su misión, “pero eso trae consecuencias de ser maltratada, de ser herida y de ser muchas veces ofendida”.

De las agresiones que reciben, dijo que éstas se han registrado desde el presidente Ortega, quien el 19 de julio en la Plaza de la Revolución su discurso fue contra la conferencia episcopal nicaragüense, hasta fanáticos los han empujado y ofenden con pintas en algunas iglesias. Hay miedo de agresiones o de algo mayor”.

En Nicaragua hay 10 0bispos, 500 sacerdotes y un poco más de 2 mil religiosas.

“Hay cerrazón al diálogo, pero no se pierde la esperanza, espero que las autoridades reflexionen y que haya una salida con el diálogo nacional. De lo contrario se va a profundizar la crisis y confiamos que pueda haber una reflexión para una salida pacífica”, afirmó.