Regresa el Vía Crucis en el Coliseo de Roma 

  • Pero generó polémica al participar una mujer rusa y una ucraniana en el más profundo silencio.

Este Viernes Santo 15 de abril de 2022, el Vía Crucis volvió a celebrarse en el Coliseo de Roma, después de dos años de pandemia, de alrededor de 10 mil fieles asistieron al recorrido de la cruz  en silencio, conmemorando el martirio y muerte de Jesus; en 2020 y 202, la procesión se realizó sin gente en la Plaza de San Pedro.

El viacrucis es un rito que se remonta al siglo XVIII pero que, tras caer en desuso, fue retomado en 1959 por el papa Juan XXIII.

Francisco, como es tradición, asistió a la ceremonia en silencio en un promontorio de la colina del Palatino, donde se levanta la basílica del emperador Majencio, en los Foros Imperiales; se desarrolló hasta casi la medianoche, mientras diversos grupos de familias se pasan la cruz hasta llegar al Papa, que al final pronunció una oración. (abajo).

La novedad es que este año el Viacrucis transcurrió con la guerra en Ucrania como telón de fondo, y las meditaciones estuvieron a cargo de familias en el marco del quinto aniversario de la publicación de la exhortación apostólica Amoris laetitia, sobre el amor en la familia.

En cada una de las estaciones la cruz fue portada por las distintas familias que hicieron las meditaciones, ellas fueron; i) una pareja joven recién casada, ii) una familia en una misión, iii) un matrimonio de  ancianos, iv) una familia con cinco hijos, v) una familia con un hijo con discapacidad, vi) una familia que dirige una casa de acogida, y vii) una familia que enfrenta la enfermedad.

También participaron viii) una pareja de abuelos, ix) una familia con hijos adoptivos, x)  una mujer con hijos que ha perdido su marido, xi) una familia con un hijo consagrado, xii) una familia que se enfrenta a la pérdida de un hijo, xiii) una familia de Ucrania y una familia de Rusia, y xiv)  una familia de migrantes.

Y aquí el gran silencio

El silencio es más orante que las palabras…

En la estación 13°, “Jesús muere en la cruz” fue llevada por Albina e Irina, una mujer rusa y la otra ucraniana, y ello generó polémica e incluso generó desacuerdos con la embajada de Ucrania. La Santa Sede cedió un poco y aunque las mujeres llevaron juntas la cruz, no pronunciaron ni una sola palabra; en su lugar, miles de fieles mantuvieron un profundo silencio, oraron con los ojos cerrados para pedir la paz en el mundo.

El texto modificado del original previsto para dar más espacio a la oración: “ante la muerte el silencio es más elocuente que las palabras. Nos mantenemos en silencio orante y cada uno en su corazón rece por la paz en el mundo”.

En la última meditación -a la 14°- la hicieron una familia de migrantes cargando a un bebe, hablando sobre la guerra, se dijo: “ya estamos aquí. Hemos muerto a nuestro pasado. Hubiéramos querido vivir en nuestra tierra, pero la guerra nos lo ha impedido. Es difícil para una familia tener que elegir entre sus sueños y la libertad. Entre los anhelos y la sobrevivencia. Estamos aquí después de viajes en los que hemos visto morir mujeres y niños, amigos, hermanos y hermanas. Estamos aquí, sobrevivientes”.

“Hemos viajado hasta aquí por nuestros hijos. Morimos cada día por ellos, para que puedan tener una vida normal, sin bombas, sin sangre, sin persecuciones. Somos católicos, pero también esto a veces parece que pasa a un segundo plano respecto al hecho de que somos migrantes”.

“Si no nos resignamos es porque sabemos que la enorme piedra sobre la puerta del sepulcro un día será removida”, concluyó la última meditación.

Francisco rezó una oración para que la lámpara del Evangelio se mantenga encendida en las familias, tras lo cual impartió la bendición apostólica.

Padre misericordioso,

que haces salir el sol sobre buenos y malos,

no abandones la obra de tus manos,

por la que no has dudado

en entregar a tu único Hijo,

nacido de la Virgen,

crucificado bajo Poncio Pilato,

muerto y fue sepultado en las entrañas de la tierra,

resucitó de entre los muertos al tercer día,

se apareció a María Magdalena,

a Pedro, a los demás apóstoles y discípulos,

y siempre está vivo en la santa Iglesia,

que es su Cuerpo viviente en el mundo.

Mantén encendida en nuestras familias

la lámpara del Evangelio,

que ilumina alegrías y dolores,

cansancios y esperanzas;

que cada casa refleje el rostro de la Iglesia,

cuya ley suprema es el amor.

Por la efusión de tu Espíritu,

ayúdanos a despojarnos del hombre viejo,

corrompido por pasiones engañosas,

y revístenos del hombre nuevo,

creado según la justicia y la santidad.

Tómanos de la mano, como un Padre,

para que no nos alejemos de Ti;

convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón,

para que aprendamos a seguir proyectos de paz;

haz que los adversarios se den la mano,

para que gusten del perdón recíproco;

desarma la mano alzada del hermano contra el hermano,

para que donde haya odio florezca la concordia.

Haz que no nos comportemos como enemigos de la cruz de Cristo,

para que participemos en la gloria de su resurrección.

Él, que vive y reina contigo,

en la unidad del Espíritu Santo,

por los siglos de los siglos.

Amén.