Durante dos días —miércoles 10 y jueves 11 de abril— el Papa Francisco hospedó en “su casa” de Santa Marta, en un retiro espiritual, a las partes actualmente en conflicto en Sudán del Sur, país africano de 13 millones de habitantes de mayoría cristiana, sumergido en una cruenta y olvidada guerra civil.

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El fin de este evento “diplomático y ecuménico” —organizado por común acuerdo entre la Secretaría de Estado y el despacho del arzobispo de Canterbury— fue “ofrecer, por parte de la Iglesia, una ocasión para la reflexión y la oración, así como para el encuentro y la reconciliación, en un espíritu de respeto y de confianza, a aquellos que en este momento tienen la misión y la responsabilidad de trabajar por un futuro de paz y prosperidad para el pueblo de Sudán del Sur”, dijo el vocero interino de la Santa Sede, Alessandro Gisotti.

Por parte de las autoridades civiles participaron los miembros de la presidencia de Sudán del Sur que, de conformidad con el “Acuerdo Revitalizado para la Resolución del Conflicto en Sudán del Sur”, firmado el 12 de septiembre de 2018 en Addis Abeba entre las partes en conflicto y asumirán altos encargos de responsabilidad nacional el próximo 12 de mayo Salva Kiir Mayardit, presidente de la República, cuatro de los cinco vicepresidentes designados: Riek Machar Teny Dhurgon, James Wani Igga, Taban Deng Gai y Rebecca Nyandeng de Mabior.

Por parte de las autoridades eclesiásticas de ese país participarán en el retiro los ocho miembros del Consejo de las Iglesias de Sudán del Sur. Los predicadores del retiro serán monseñor John Baptist Odama, arzobispo de Gulu (Uganda), y el reverendo Agbonkhianmeghe Orobator, presidente de la Conferencia de los Superiores Mayores del África y Madagascar.

Sudán del Sur es el país más joven del mundo, se independizó de Sudán en 2011 después de una cruenta guerra civil que duró 20 años. Pero en diciembre de 2013 estalló otra guerra civil de dimensiones étnicas entre el presidente Salva Kiir, miembro de la etnia mayoritaria dinka, y las fuerzas de oposición del exvicepresidente Riek Machar, miembro de los nuer, el segundo grupo étnico del país y líder del mayor partido de la oposición.

Guerra olvidada

Pese a un acuerdo de paz alcanzado en 2015, el conflicto entre los dos grupos siguió adelante, en una guerra civil olvidada que causó estragos y hambruna; se estima que murieron casi 400 mil personas, 3.5 millones fueron obligados a irse de sus hogares y 1.5 millones (80 por ciento de ellos mujeres y niños) a escapar a países vecinos, como Kenya, Sudán y Uganda. Después de Siria y Afganistán, la población de Sudán del Sur es la tercera con más refugiados del mundo.

En 2018 se firmó un acuerdo que exigía un gobierno unificado, formado por ambas partes que comenzaría a regir el país el 12 de mayo de 2019.

El retiro espiritual de las dos partes rivales, que fue organizado por común acuerdo entre la Secretaría de Estado y el despacho del Arzobispo de Canterbury, tiene como fin ayudar a normalizar la situación y lograr la paz.

El 60 por ciento de la población de Sudán del Sur es cristiana, mayoritariamente católica (37 por ciento) y anglicana.

Al final de retiro, el jueves por la tarde, el Papa pronunció un discurso y entregó a los participantes una Biblia firmada por él, por Justin Welby, arzobispo de Canterbury, y por el reverendo John Chalmers, ex moderador de la Iglesia Presbiteriana de Escocia, con el mensaje “Busca aquello que une. Supera aquello que divide”. Como conclusión, se impartirá la bendición a los líderes de Sudán del Sur, que asumirán un compromiso común por la paz.

¡Algo debe haber sucedido durante esos días en Santa Marta!

Francisco clausuró el histórico retiro espiritual y después de haber pedido “como hermano” a los líderes de este país que “permanecieran en paz”, Francisco les besó los pies. Lo mismo se postró delante del presidente Salva Kiir Mayardit y de los vicepresidentes designados.

¡Algo increíble!

Andrea Tornielli, director Editorial del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede, recuerda que el14 de diciembre de 1975, San Pablo VI, en la Capilla Sixtina, celebrando el décimo aniversario de la cancelación de las excomuniones mutuas entre las Iglesias de Roma y Constantinopla, bajó del altar al final de la Misa vistiendo nuevamente los ornamentos sagrados y se inclinó a los pies del Metropolitano de Calcedonia, representante del Patriarca Demetrio.

Un gesto que recordaba, además del lavado de los pies realizado por Jesús, también los acontecimientos del Concilio de Florencia, cuando en 1439 los patriarcas ortodoxos se negaron a besar los pies del Papa Eugenio IV.

El gesto del Papa jesuita en iniciativas por la paz no es nuevo. En junio de 2014, después de su viaje a Tierra Santa, invitó al entonces presidente de Israel, Shimon Peres, y al presidente de Palestina, Mahmoud Abbas, para una oración de paz en los Jardines del Vaticano. En diciembre de 2016 invitó al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y al ex presidente y líder de la oposición a los acuerdos de paz con la guerrilla de las FARC, Álvaro Uribe, en otro esfuerzo para acercar a las partes.

Permanezcan en paz

“Confirmo mi deseo y mi esperanza de poder ir próximamente, y con la gracia de Dios, a su amada nación junto a mis queridos hermanos aquí presentes, el arzobispo de Canterbury y el ex moderador de la Iglesia Presbiteriana.

A los líderes políticos que firmaron el acuerdo de paz les subrayó: “Les pido, como hermano, permanezcan en la paz. Lo pido con el corazón. Vamos hacia adelante. Habrá tantos problemas, pero no se asusten, vayan hacia adelante, resuelvan los problemas, ustedes han comenzando un proceso, que termine bien”, y en ese momento se inclinó para besar los pies de cuatro de ellos.

“Nosotros cristianos creemos y sabemos que la paz es posible porque Cristo resucitó y venció el mal con el bien, aseguró a sus discípulos la victoria de la paz sobre los cómplices de la guerra que son la soberbia, la avaricia, el deseo de poder, el interés egoísta, la mentira y la hipocresía”, señaló.

Bergoglio recordó que la naturaleza de este encuentro fue “en cierto sentido única”, porque “no se trató de un habitual o común encuentro bilateral o diplomático entre el Papa y los jefes de Estado y tampoco de una iniciativa ecuménica entre los representantes de las diversas comunidades cristianas”, sino de un “retiro espiritual”.

Por ello, el Papa destacó la importancia de no olvidar que “a los líderes políticos y religiosos Dios les ha confiado la tarea de ser guías de su pueblo”.

“¡Dios nos ha confiado mucho y por esto nos pedirá mucho! Nos pedirá cuentas de nuestro servicio y de nuestra administración, de nuestro compromiso a favor de la paz y del bien realizado por los miembros de nuestras comunidades, en particular, los más necesitados y marginados”, explicó el Pontífice.

Los exhortó a “buscar lo que une a partir de la pertenencia al mismo pueblo y a superar todo lo que divide”.

“Deseo de corazón que definitivamente cesen las hostilidades… que las divisiones políticas y étnicas sean superadas y que la paz sea duradera, por el bien común de todos los ciudadanos que sueñan comenzar a construir la nación”, expresó el Papa.

Al finalizar, el Santo Padre invocó la fuerza del Espíritu Santo para que “los enemigos se abran al diálogo, los adversarios se estrechen la mano y los pueblos se encuentren en la concordia”.

El Papa Francisco ha revelado su voluntad de visitar a Sudán del Sur próximamente siempre que se den las condiciones apropiadas…; la presencia de Francisco en Sudán del Sur sería un signo de cercanía a la población y de aliento al proceso de paz.

Aquí el discurso completo