Cardenal George Pell en el 2012, Kerry Myers, Wikimedia Commons
Cardenal George Pell en el 2012, Kerry Myers, Wikimedia Commons

Como se esperaba, la mañana del miércoles 21 de agosto la Corte Suprema de Victoria, Australia, ratificó por mayoría (2 a 1) la condena emitida contra el cardenal George Pell en febrero pasado en el juicio en primera instancia por abusos sexuales contra menores.

La presidenta del tribunal, Anne Ferguson, informó que se ratificó dicho fallo, desestimando así la apelación que había hecho la defensa.

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Dos jueces de tres —Ferguson y el presidente del Tribunal de Apelaciones de Victoria, Chris Maxwell— rechazaron el principal argumento del purpurado, quien se inconformó contra el veredicto de los jueces, ya que estaba basado únicamente, alegaba, en el testimonio de una víctima sobreviviente.

A esto Ferguson argumentó: “El juez Maxwell y yo aceptamos la presentación de la acusación, que argumentaba que el demandante era un testigo convincente, que claramente no mentía ni fantaseaba y que era un testigo de la verdad”.

El cardenal permaneció sereno en su lugar; cuatro guardias de seguridad lo custodian. Alrededor de 26 periodistas acreditados y unos 60 miembros del público escucharon la decisión de los jueces, entre ellos David Pell, hermano del cardenal; la exdirectora de comunicaciones del purpurado, Katrina Lee, y el canciller de la Arquidiócesis de Sydney, Chris Meaney.

A las afueras del tribunal, un grupo de sobrevivientes de abusos sexuales, junto con sus familiares, celebraron la sentencia contra el otrora tercer hombre más poderoso de la Santa

Sede y muy cercano al papa Francisco.

Al conocer la noticia la Oficina de Prensa del Vaticano emitió un comunicado donde confirma su cercanía a las víctimas de abusos sexuales y su compromiso de perseguir a los miembros del clero que son responsables de ello.

“Reafirmando su respeto por las autoridades judiciales australianas, como se declaró el 26 de febrero con ocasión de la sentencia en primera instancia, la Santa Sede toma nota de la decisión de rechazar la apelación del cardenal George Pell. A la espera de conocer la evolución del proceso judicial, recuerda que el cardenal siempre ha confirmado su inocencia y que tiene derecho a apelar ante el Tribunal Supremo. En esta ocasión, junto con la Iglesia de Australia, la Santa Sede confirma su cercanía a las víctimas de abusos sexuales y su compromiso, a través de las autoridades eclesiásticas competentes, de perseguir a los miembros del clero responsables de los mismos”, señala el boletín.

La Santa Sede había guardado prudente silencio.

En un comunicado emitido el 26 de febrero de 2019, el Papa Francisco confirmó las medidas cautelares ya adoptadas contra Pell por el Ordinario local a su regreso a Australia, que le prohíben “el ejercicio público de su ministerio y el contacto de cualquier manera y en cualquier forma con menores de edad”.

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George Pell tiene 78 años de edad. Fue denunciado en 2014 y se le encontró culpable de cinco cargos de abuso sexual que cometió entre 1996 y 1997 contra algunos niños del coro de la catedral de Melbourne.

Con esta decisión seguirá cumpliendo su condena de seis años de prisión, sin embargo, “seguirá siendo elegible para solicitar la libertad condicional después de haber cumplido 3 años y 8 meses de su sentencia”, precisó la presidenta de la Corte Suprema, Anne Ferguson.

Aun preso, Pell sigue siendo arzobispo y miembro del Colegio de Cardenales.

Tiene una última oportunidad, muy a contracorriente, por la decisión tomada esta semana: la defensa dispone de 28 días para presentar la última apelación posible.

Por ello acudirá al Tribunal Superior de Australia en Canberra. Sin embargo, son muy pocas las posibilidades de éxito, dado el resultado del Tribunal de Apelaciones.

Después de eso se espera también que el purpurado enfrente un proceso en el Vaticano por supuestos crímenes canónicos. La frase de la Santa Sede es dura: “confirma su cercanía a las víctimas de abusos sexuales”.

La condena de Pell ha suscitado diversas reacciones en Australia, en el Vaticano y el mundo.

El ex integrante de la Curia vaticana, encargado de las finanzas de la Santa Sede, es el más alto funcionario de la Iglesia católica en ser condenado por este tipo de delitos.

Seguiremos el caso…