Con todo respeto a la justicia australiana, pero me resultó raro -¿perverso?- que hayan decidido hacer un espectáculo mundial al condenar por TV en vivo al cardenal George Pell a seis años de prisión. Y justo el 13 de marzo, aniversario del nombramiento de Jorge Mario Bergoglio como Papa.

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El cardenal George Pell de 77 años escuchó impávido la sentencia que le impuso el juez Peter Kidd en la Corte del Condado de Victoria, Australia: seis años de prisión por abusos a menores “Hay un nivel adicional de degradación y humillación que cada una de sus víctimas debió sentir al saber que el abuso que sufrieron fue visto por el otro”, aseguró el juez que reconoció que Pell “podrá no vivir lo suficiente para ser liberado de la prisión”.

¿No vivir lo suficiente?

Mmm

Pell, quien iba con un bastón en la mano, vestido con camisa negra sin alzacuellos, chamarra beige, sin el anillo que lo distingue como purpurado -quizá por las normas penitenciarias- y rodeado por tres policías, escuchó impasible la reconstrucción de todo el caso que hizo el juez Kidd durante casi una hora y al final calificó como crímenes odiosos, atroces, degradantes los abusos sexuales cometidos por el entonces arzobispo contra dos niños del coro de 12 y 13 años -cuyas identidades se han mantenido anónimas- después de una misa celebrada en la catedral de St Patricks en Melbourne en 1996.

Y una segunda agresión sexual contra una de las víctimas cometida pocos meses después en presencia del otro menor, delitos de los que Pell se declara inocente.

Las palabras de Kidd fueron transmitidas en vivo en Australia durante más de 70 minutos en nombre de la “justicia abierta”; eso sí, remarcó el juez, la condena pesa sobre George Pell y no sobre la Iglesia Católica australiana. “Usted no es un chivo expiatorio”, le dijo y agregó: “desde mi punto de vista, su conducta se nutrió de una sorprendente arrogancia”.

Pero el purpurado cardenal no mostró ninguna emoción durante el tiempo que duró la relación de los hechos; sólo estuvo en silencio, como si estuviera rezando, y con las manos detrás de la espalda, mientras el juez leía la sentencia.

De inmediato, y por recomendación de la defensa, el cardenal firmó los documentos de la condena antes de dejar la sala acompañado por cuatro alguaciles que lo llevaron a la parte trasera del tribunal.

Fuera de la corte había manifestantes con gritos y pancartas en contra del purpurado, algunos muy duros como donde se muestra una caricatura de Pell con los cuernos del diablo y la frase “Prisioner 666”. Por otro lado, también había personas que protestaban contra la que, en su opinión, es una “sentencia injusta” y que demostraban su apoyo al cardenal.

¡El país está dividido!

Las víctimas están felices por la decisión del juez, pero preocupados por la próxima apelación.

El padre de una de las víctimas de Pell que murió por sobredosis de heroína en 2014, a los 31 años, reconoció la labor del amigo de la infancia de su hijo.

“Alabo al joven que dio un paso adelante”, señaló el padre, según la agencia AP.

El padre de la víctima dijo estar “realmente agradecido porque lo hubiese hecho” y tachó la sentencia de “decepción”. Y dijo que espera iniciar una demanda a Pell y la Iglesia Católica por abusos sexuales…

¿Caso cerrado?

¡No!

Hay una apelación que espera ser desahogada.

Hay un excelente equipo de abogados que volverá a representar a Pell en el juicio de apelación, pero esta vez será encabezado por Bret Walker, quien contará con la asistencia del conocido abogado Robert Richter.

Se trata de un proceso que podría llevar meses, la próxima cita es en junio.
Por su parte, la Sana Sede hará una investigación canónica. La pelota está en la cancha de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Hay que esperar…

Para el Papa Francisco fue un duro golpe justo en el día que cumple seis años de que fuera nombrado el Papa número 266, el primer americano, el primer jesuita en la historia.
Pell, si no se revierte la decisión, cumplirá tres años y ocho meses en una prisión de máxima seguridad australiana antes de poder pedir la libertad condicional.

El ex integrante de la Curia vaticana -encargado de las finanzas de la Santa Sede-, es el más alto funcionario de la Iglesia católica en ser condenado por este tipo de delitos.
El Papa se enteró de la decisión de tribunal en medio de sus ejercicios espirituales de la Cuaresma.