El Papa Francisco aprobó modificar el Catecismo tradicional para declarar “inaceptable” la pena de muerte y refrendó el compromiso de la Iglesia Católica para buscar que este castigo termine por abolirse en todo el mundo, así lo dio a conocer el Vaticano.

VIDEOS: Ordenan a sacerdote en el penal de Apodaca

Luis Ladaria Ferrer, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue el comisionado para concretar el cambio en el artículo 2.267 del Catecismo en el libro doctrinal de la religión Católica.

En el texto reforma se destaca que “la iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”.

El nuevo artículo comienza afirmando que “durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común”.

Y continúa: “Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente”.

No es la primera vez que Sumo Pontífice se opone a la pena de muerte y se ha marcado como una de sus prioridades por años. El Papa Francisco, líder de 1,200 millones de católicos en el mundo, lo mencionó en su discurso al Congreso estadounidense en su viaje a Estados Unidos en 2015, cuando dijo que desde el principio de su ministerio había sido conducido para “abogar en diferentes niveles para la abolición global de la pena de muerte”.

Así pues, el Santo Padre ha erradicado del catecismo la defensa de la pena de muerte que en el pasado hacía la Iglesia católica en algunos casos. En la redacción anterior, el catecismo justificaba su implementación cuando estaba “fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas”. “La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte”, añade.