Pope Francis' poster is seen in front of St Anthony's Parish at Yangon, Myanmar November 23, 2017. REUTERS/Soe Zeya Tun

Hubo 89 muertos por los enfrentamientos según informó el ejército de Myanmar, de los cuales 77 eran insurgentes rohinyá y 12 pertenecen a las fuerzas del orden, que según la ONU habrían cometido diversas violaciones a los derechos humanos en las ofensivas contra la minoría religiosa que iniciaron el año pasado.

Luego del rezo del Ángelus de aquel domingo en la Plaza de San Pedro, el papa dijo alzando la voz: “Han llegado tristes noticias sobre la persecución de la minoría religiosa de nuestros hermanos rohinyá. Quisiera expresar toda mi cercanía a ellos y todos nosotros pedimos al Señor que los salve y que suscite hombres y mujeres de buena voluntad en su ayuda, que se les dé a ellos sus plenos derechos. Rezamos también por los hermanos rohingya

Eso no gustó en Myanmar

No era la primera vez que el papa expresara su preocupación por los miembros de esta minoría religiosa.

Apenas meses atrás, la Santa Sede había establecido relaciones diplomáticas con ese país asiático.

El papa sabía a donde se dirigía, él sabe lo que hace y no tiene miedo, pero es un hombre prudente, sabe de diplomacia.

Con ese antecedente inició uno de los viajes pastorales más di íciles de su pontificado, el número 21; concluirá el próximo sábado en Bangladesh.

El avión A 330 de Alitalia aterrizó a las 13:30 horas del lunes en el Aeropuerto Internacional de Rangún, el viaje desde Roma fue largo, casi 10 horas.

El Cardenal Charles Maung Bo, líder de la minoría católica y arzobispo de Rangún, subió las escaleras del avión para saludar al papa y acompañarle en su entrada al país asiático y sobre todo aconsejarle (de nuevo), que por ningún motivo usara el vocablo rohinyá:

Porque es una palabra muy cuestionada y no es aceptada ni por los militares, ni por el gobierno ni por el pueblo de ese país

Eso sí, visiblemente emocionado, el purpurado se arrodilló ante el obispo de Roma y le besó el anillo del pescador, como debe ser.

El papa fue recibido por autoridades civiles del país, encabezadas por el Ministro Delegado del Presidente de la República y religiosas, entre ellos 20 obispos de la Iglesia en Myanmar.

En la pista de aterrizaje le esperaba también un grupo de niños vestidos con trajes tradicionales que entonaban cánticos y agitaban banderas del Vaticano y del país asiático; un grupo de religiosas entregó al pontífice un ramo de rosas.

En las afueras de la terminal aérea había un fuerte dispositivo de seguridad.

Porque es una palabra muy cuestionada y no es aceptada ni por los militares, ni por el gobierno ni por el pueblo de ese país “Pero a diferencia de otras veces, ahora no hubo recibimientos espectaculares, tampoco las habituales masas de fieles se apostaron a un lado y otro de la carretera esperando ver al papa, como ha sucedido en otros países, como México.

Y es que Myanmar es un país de 52 millones de habitantes y de mayoría budista, existen muchas minorías étnicas pero sólo 135 son reconocidas oficilamente; viven solo 650 mil católicos, apenas el 1% de la población.

Myanmar es un país con una débil democracia donde el poder real sigue siendo el ejército aliado con “monjes budistas radicales”, y estos son perseguidores de los rohinyá, minoría étnico-religiosa musulmana -1.2 millones- del estado birmano de Rakhine, quienes son discriminados y perseguidos desde hace décadas; hoy más de medio millón de ellos se han visto obligados a abandonar sus casas para encontrar refugio en Bangladesh.

La crisis de los rohinyá tiene un evidente trasfondo político, económico y religioso en un país encajonado entre China e India 1 , donde el Budismo es prácticamente una religión de Estado defendida por el Ejército.

La Ley de Ciudadanía de 1982 priva a los rohinyá de nacionalidad; otras normas les han convertido en indocumentados, además tienen limitada su libertad de movimientos o incluso sus derechos reproductivos.

Pero a diferencia de otras veces, ahora no hubo recibimientos espectaculares, tampoco las habituales masas de fieles se apostaron a un lado y otro de la carretera esperando ver al papa, como ha sucedido en otros países, como México.

Y es que Myanmar es un país de 52 millones de habitantes y de mayoría budista, existen muchas minorías étnicas pero sólo 135 son reconocidas oficilamente; viven solo 650 mil católicos, apenas el 1% de la población.

Myanmar es un país con una débil democracia donde el poder real sigue siendo el ejército aliado con “monjes budistas radicales”, y estos son perseguidores de los rohinyá, minoría étnico-religiosa musulmana -1.2 millones- del estado birmano de Rakhine, quienes son discriminados y perseguidos desde hace décadas; hoy más de medio millón de ellos se han visto obligados a abandonar sus casas para encontrar refugio en Bangladesh.

La crisis de los rohinyá tiene un evidente trasfondo político, económico y religioso en un país encajonado entre China e India 1 , donde el Budismo es prácticamente una religión de Estado defendida por el Ejército.

La Ley de Ciudadanía de 1982 priva a los rohinyá de nacionalidad; otras normas les han convertido en indocumentados, además tienen limitada su libertad de movimientos o incluso sus derechos reproductivos.

Amenazas al Papa

Francisco fue recibido con amenazas por el grupo de monjes budistas radicales, asociación conocida como Ma Ba Tha cuyo portavoz Tawparka, advirtió que habría “una respuesta” si el papa defendiera la causa de los rohinyá.

El monje budista vinculado a los militares que amenazó al papa es Ashin Wirathu. Este personaje que se hace llamar el Bin Laden de Myanmar se ha ganado muchas criticas por sus diatribas contra los musulmanes -a los que llegó a equiparar con “perros”- o sus insultos hacia la enviada especial de la ONU para Birmania, Yanghee Lee, a la que tachó de “prostituta”.

En ese sentido, lo primero que hizo el papa Francisco al llegar a Myanmar fue cambiar la agenda.

Al llegar a Rangún debía abordar otro avión 1 y viajar a la nueva capital, Naypyidaw, para encontrarse con la líderes políticos del país, la ministra de Asuntos Exteriores San Suu Kyi, y al presidente de la República, empero decidió que su primera actividad pública pasara para un día después, debido a que estaba previsto que el papa descansara en Rangún, para recuperarse del largo viaje.

Por razones que no manifestaron, se concretó una reunión con el jefe de las fuerzas armadas de Myanmar, general Min Aung Hlaing, quien es acusado de organizar la campaña de limpieza étnica contra los rohinyá. El encuentro fue breve, pero significativo -16 minutos-, ya que puso de relieve el papel que todavía juegan los militares en la precaria transición democrática del país.

Según el vocero del papa, Greg Burke, había sido una breve “visita de cortesía” con intercambio de regalos, pero en realidad Francisco dio comienzo a una verdadera mediación, poniendo de relieve “la gran responsabilidad de las autoridades del país en este momento de transición”.

La reunión se produjo en la sede del arzobispado de la antigua capital, no se permitió la entrada de periodistas ni antes ni después del encuentro. ¿Por qué? Por razones obvias.

Pero el jefe del Ejército, molesto por la presión internacional que está recibiendo en la prensa por la visita papal, quiso fijar posición a la salida de la reunión, por lo que su oficina colgó un post en redes sociales en el que resumió, también a su manera, lo que el jefe del ejército le había dicho al papa: Empero, las declaraciones del militar contradicen todos los señalamientos recabados por organizaciones internacionales así como por la ONU, que en marzo recogió todo un cúmulo de testimonios de las víctimas que hablaban de un “patrón sistemático de homicidios, torturas, violaciones e incendios provocados” por los militares y los grupos de nacionalistas que les apoyaron en la ofensiva que ha provocado el éxodo de 624 mil rohinyá a Bangladesh.

Es al general Aung Hlaing a quien se se le achaca en última instancia la campaña de limpieza étnica apadrinada por sus subordinados religiosos contra los rohinyá.

Es una exageración decir que el número de bengalíes -el militar no usa la palabra prohibida- que han huido, es muy grande, llegó a escribir el jefe militar en su página de Facebook.

Debemos decir que la cita del papa con Min Aung Hlaing estaba prevista para el día 30, después de que se encontrara con el presidente del país, Htin Kyaw, y con la Premio Nobel Aung San Suu Kyi, sin que nadie haya explicado el cambio de agenda.

El tema entre el papa y el militar quizá fue no hablar de los rohinayá y el papa ha cumplido entre comillas, aunque haya lanzado un fuerte discurso el martes 28 pasado en Naypyidaw.

¿Qué dijo el papa en Centro Internacional de Convenciones de Myanmar?

 

De entrada evitó mencionar a los rohinyá.

En su importante discurso, el más esperado en Myanmar, instó a la reconciliación y al “respeto por cada grupo étnico e identidad”, pero no mencionó específicamente a los rohinyás ni su di ícil situación por la que atraviesan.

En Myanmar no hay discriminación religiosa en absoluto, de hecho hay libertad de religión. Y el objetivo de cada soldado es construir la paz en un país estable “ Su discurso sin duda complació a sus anfitriones, pero es evidente que abordó el tema de fondo, y eso es lo importante.

Francisco no dijo específicamente las denuncias de limpieza étnica ni usó la palabra prohibida por recomendación de sus asesores, pero dijo que la religión tiene un papel importante que desempeñar en la resolución de la crisis.

Faltó decir al papa la palabra prohibida pero la puesta en escena era suficientemente elocuente.

A pesar de insinuar la crisis de los rohinyás a lo largo de su discurso, el papa reiteró el mensaje del Vaticano de que el objetivo principal de su visita era “rezar con la pequeña, pero ferviente comunidad católica de la nación, confirmarlos en su fe y alentarlos a que sus esfuerzos contribuyan al bien del país”.

En su discurso, invocó la Carta de los Derechos Humanos como fundamento de los esfuerzos de la comunidad internacional para promover la justicia, la paz y el desarrollo humano en todo el mundo y para resolver los conflictos ya no con el uso de la fuerza, sino a través del diálogo.

Con ello ello dio también un espaldarazo a Aung San Suu Kyi, denostado por la comunidad internacional por su aparente pasividad en el conflicto con los rohinyá.

Debemos precisar que el gobierno de Myanmar, pocos días antes de la llegada de Francisco, firmó un memorándum de acuerdo con el gobierno de Bangladesh para que vuelvan al estado de Rakhine cientos de miles de prófugos que huyeron después de la represalias del ejército, tras los ataques terroristas de agosto pasado.

Se espera que Francisco se reúna con los musulmanes rohinyás que huyeron de sus hogares y sobreviven en campos de refugiados abarrotados cuando visite Bangladesh a fines de esta semana.

Algunas reacciones

Rechazar el uso de la palabra rohinyá fue efectivamente una victoria para quienes intentaban deslegitimar el término, dijo Penny Green, profesora de Derecho en la Universidad Queen Mary de Londres, que estudia el conflicto rohinyá.

Green dijo a la cadena CNN que la decisión es “una clara concesión al régimen de Myanmar y su portavoz cristiano, el cardenal Bo, quienes se han esforzado por eliminar la identidad rohinyás, no solo del país, sino también del léxico nacional”.

En parte Green tiene razón, pero ante las circunstancias, Francisco optó por la mesura y evitar problemas, no había necesidad de incomodar a sus anfitriones y herir sensibilidades; además es su deber proteger a la minoría católica.

Claro para algunos el papa habría quedado, sobretodo los grupos de derechos humanos quienes le habían solicitado una y otra vez utilizar el término “prohibido” y con ello respaldar a la minoría discriminada.

Estoy muy contento de que mi visita se realice tras el establecimiento de relaciones diplomáticas formales entre Myanmar y la Santa Sede. Quiero ver esta decisión como una señal del compromiso de la nación para continuar la cooperación constructiva dentro de la comunidad internacional, así como también para seguir esforzándose en renovar el tejido de la sociedad civil.

¿Quedaron decepcionados los rohinayá?

Francisco jugó con la prudencia, no quiso causar problemas y cumplió con su propósito, el tema de la discriminación y violación a los derechistas humanos está en los medios del mundo.

Algunos rohinyá dijeron no estar decepcionados con el papa Francisco “sino avergonzados de quienes le han presionado para hacerlo”. Obras son amores.

Además hay que esperar la reunión en Bangladesh de este fin de semana, allí se hablará abiertamente del tema.

El pasado 21 de noviembre el sacerdote jesuita Thomas Reese, columnista del National Catholic Reporter, había dicho que Francisco “no debía ir” a Birmania dado que en ese desplazamiento “se arriesga a poner en compromiso su autoridad moral o poner en peligro a los cristianos de ese país”.

El papa se encontró en Bangaldesh, con 18 refugiados rohinyá – 12 hombres, 4 mujeres y 2 niños-y les pidió perdón por indiferencia del mundo.

Francisco saludó y estrechó la mano a cada uno de estos refugiados musulmanes procedentes del Estado de Rakhine, Myanmar , que viven en el campo de refugiados de Cox’s Bazar.

Ah!, y por primera vez en su viaje apostólico a Myanmar y Bangaldesh, empleó el término “rohinyá” para referirse a ellos; El saludo se produjo durante el Encuentro Interreligioso y Ecuménico por la Paz celebrado en el jardín del Arzobispado de Daca, en el que participaron representantes de la comunidad musulmana, hindú, budista, anglicana y católica.

Palabras del Papa a los ‘Rohingya’

“Queridos hermanos y hermanas, todos estamos cerca de vosotros. Es poco lo que podemos hacer porque vuestra tragedia es muy grande. Pero hay espacio en nuestro corazón para vosotros. En el nombre de todos, de aquellos que os persiguen, aquellos que han hecho el mal, especialmente por la indiferencia del mundo, os pido perdón. Perdón. Muchos de vosotros me han hablado del gran corazón de Bangladesh que los ha acogido. Ahora apelo a vuestro gran corazón para que podáis darnos el perdón que pedimos.

Queridos hermanos y hermanas, el relato judeocristiano de la creación dice que el Señor que es Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Todos nosotros estamos hechos a esta imagen. También estos hermanos y hermanas.

Ellos también son una imagen del Dios viviente. Una tradición de vuestra religión dice que Dios, al principio, tomó un poco de sal y la arrojó al agua, que era el alma de todos los hombres; y cada uno de nosotros trae algo de la sal divina. Estos hermanos y hermanas llevan dentro la sal de Dios”.

Queridos hermanos y hermanas, solo mostramos al mundo lo que el egoísmo del mundo hace con la imagen de Dios. Continuemos haciéndolo bien, para ayudarlos; sigamos avanzando para que sus derechos sean reconocidos. No cerremos los corazones, no miremos para otro lado. La presencia de Dios, hoy, también se llama ‘Rohingya’. Que cada uno de su propia respuesta”.