Después de haber sufrido 5 años de guerra en la ciudad de Alepo, Siria, aún permanecen miles de católicos sin algunos servicios básicos. En ese lugar las iglesias católica, ortodoxa y cristiana ayudan a cerca de 10 mil habitantes, porque en la actualidad se vive un embargo económico, señaló el arzobispo Antoine Chahda.

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En entrevista, mencionó que en esos años “los cristianos fueron perseguidos por fuerzas mayores que quisieron vaciar al Medio Oriente de cristianos. Por eso han sufrido una guerra terrible, aguantando explosiones, misiles, derrumbes de mezquitas, catedrales, colegios y hospitales. Hay miedo y terror. Durante cinco años nos quedamos sin luz y agua, pero la ciudad aguantó. Fue una ciudad fuera del mapa, los ciudadanos perdieron sus casas y la gente quedó en la ruina”.

Sin embargo, afirmó que las personas han mantenido su fe y los que tenían posibilidades de salir de la ciudad se fueron. Las familias que se quedaron, “ahora aguantan otro tipo de guerra, la económica”, el embargo impuesto por los países grandes, y “no podemos recibir nada de fuera de Siria y la gente se muere de hambre, la Iglesia brinda ayuda material y de amor”.

En estos momentos, señaló, se “carece de electricidad, se compran las plantas eléctricas semanalmente, una bombona de gas cuesta entre 10 o 13 mil libras, en lugar de 2 mil que es su precio normal, pero nunca nos ha faltado comida y medicamento. ¿Pero hasta cuándo el pueblo puede aguantar una situación de terror y situación económica muy baja?”

Las iglesias les proporcionan ayuda económica, medicamentos, becas a los estudiantes universitarios y también restauración de casas.

Para ofrecer los servicios a la comunidad de Alepo se reciben aportaciones económicas de Ayuda a la Iglesia Necesitada, de la Congregación Oriental de la Santa Sede, la Obra de Oriente de Francia, Misión de Alemania y de otras partes.

Alepo tenía 40 por ciento de la población cristiana hace 40 o 50 años en Siria, poco a poco empezó a disminuir, actualmente sólo son 4 por ciento, los demás se fueron. Por eso “pedimos que termine la guerra y que los poderosos del mundo nos dejen vivir tranquilamente, pero hasta el momento sufrimos el terrorismo extremo que derrumba nuestra vida”.

En la actualidad en esa ciudad hay 6 arzobispos católicos y tres ortodoxos, tenemos más de 150 sacerdotes y más de 150 religiosos.

El arzobispo Chahda consideró que pese a la situación que se vive, existe libertad para expresar la religión, porque salíamos a la calle con sotana y eso “en un país musulmán es bueno”.

“Tenemos buena relación con los musulmanes, pero no aceptamos un Islam fanático y radicalista, con quienes vivimos son gente culta tranquila y no queremos que nos perturben esa vida”, indicó.

Alepo por siglos ha sido una ciudad muy religiosa, “en este momento difícil la Iglesia ayuda para que resista la población, pero no sabemos hasta dónde va a llegar”, afirmó el arzobispo.