Santiago Silva Retamales, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile Foto:Conferencia Episcopal de Chile (Iglesia.cl)
Santiago Silva Retamales, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile Foto:Conferencia Episcopal de Chile (Iglesia.cl)

“El Papa Francisco nos llamó y los obispos iremos a Roma a escucharlo… nos ayudará a discernir cómo acompañar a las víctimas, a reparar el mal causado y tomar medidas que ayuden a recomponer la comunión eclesial, aseguró Santiago Silva Retamales, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile.

En un editorial hecho público el sábado 28 de abril, Silva Retamales agregó que “recibir una invitación porque hay cosas que como iglesia chilena no estamos haciendo bien, no tiene nada de agradable”, aunque “buscaremos los mejores caminos para animar la identidad y quehacer del discípulo misionero y el caminar hacia una Iglesia en Chile que sea testimonio creíble de la vida nueva del Resucitado”.

Estas declaraciones aluden a la reunión a celebrarse la tercera semana de mayo entre el Santo Padre y los obispos chilenos luego de que el Papa leyera el informe relacionado con las agresiones sexuales del sacerdote Fernando Karadima y las acusaciones de encubrimiento hechas por las víctimas contra el obispo Juan Barros.

En una carta, Francisco había pedido a los obispos chilenos “su colaboración y asistencia en las medidas que a corto, medio y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la comunión eclesial en Chile, con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia”.

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Éste es el texto del obispo, publicado en Santiago de Chile:

Hacia un camino de renovación eclesial/editorial

Recibir una invitación a viajar a Roma es agradable, pues es una ciudad bonita, pero recibir una invitación del Papa para ir a Roma porque hay cosas que como obispos e Iglesia en Chile no estamos haciendo bien, no tiene nada de agradable.

El Papa Francisco nos llamó y los obispos iremos a Roma a escucharlo y a dialogar con él. En cuanto Vicario de Cristo, nos ayudará a discernir cómo acompañar a las víctimas, a reparar el mal causado y tomar medidas que ayuden a recomponer la comunión eclesial. Con él buscaremos los mejores caminos para animar la identidad y quehacer del discípulo misionero y el caminar hacia una Iglesia en Chile que sea testimonio creíble de la vida nueva del Resucitado.

Creo que los problemas de fondo no son sólo la manipulación de conciencias y los abusos de niños, aunque gravísimos, sino un estilo de ser Iglesia y de evangelizar que tenemos que replantearnos, porque no están aportando identidad cristiana y compromiso con la sociedad.

La solución no pasa por decisiones superficiales ni sólo por medidas a corto plazo. El camino, que se percibe largo, ha de tener tanto en su origen como en su desarrollo aquella permanente renovación interior que toque conciencias y voluntades y que, por exigencia evangélica, se exprese en un testimonio creíble, no sólo a nivel de intenciones, sino sobre todo con obras.

Quizás ninguno de los problemas mencionados de la Iglesia en Chile sea exclusivo de nuestro país. Pero la intensidad y la progresiva conciencia de que los abusos de poder y el abuso sexual en la Iglesia no pueden ocurrir nunca más es una tarea que venimos aprendiendo con dolor. El sufrimiento profundo a causa de estos actos deplorables, difícil de curar, nos lo han mostrado las víctimas con su testimonio y sus descargos.

Ya el Papa Pablo VI en Ecclesiam suam (1964) nos invitaba al diálogo, a “escucharnos, a exponernos” para caminar juntos. La labor de renovación eclesial no la haremos los obispos escuchándonos a nosotros mismos, sino que es desafío de todo el Pueblo de Dios, y de nosotros en cuanto miembros de él.

La primera y urgente labor a la que el episcopado chileno es convocado es a escuchar con humildad la voz de Cristo, que habla por el Papa, y luego a liderar el diálogo en el Pueblo de Dios, y un diálogo a todo nivel, también con los que no pertenecen a la Iglesia. Es cierto que la verdad no es producto de la suma de cantidades. Pero como ella tiene por fuente al Espíritu que anima a todo el Pueblo de Dios, todos debemos empeñarnos en edificar desde la verdad y la comunión una “Iglesia en salida” que realmente se haga cargo de las esperanzas y dificultades de los hombres y mujeres de hoy.

Nunca como hoy necesitamos de «tranquilidad interior» (J. Hamilton) y sensatez para no perdernos en las post verdades que empañan la identidad de la crisis y entorpecen sus posibles soluciones. Nunca como hoy necesitamos de humildad y de respeto para rehacer las relaciones y aportar un nuevo modo de vivir desde la certeza que funda nuestra fe: que Cristo ha resucitado y nos ofrece misericordia y vida nueva.

Santiago Silva Retamales, obispo castrense de Chile

Presidente de la Cech

Santiago de Chile, sábado 28 de abril de 2018