Aquel miércoles 13 de marzo de 2013 -hora de México- vimos salir el humo blanco de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina, y junto con el repique de campanas en la Plaza de San Pedro nos anunciaban el signo de la nube: habemus papam. En efecto, el cardenal jesuita Jorge Mario Bergoglio se convirtió desde ese momento en el papa número 266, el primer americano, el primer jesuita en la historia del papado. Fue nominado en el tercer escrutinio en el segundo día del cónclave.

—¿Aceptas tu elección canónica para sumo pontífice? —le pregunto Giovanni Battista Re, cardenal sustituto en sus funciones al Decano del Colegio Cardenalicio durante el Cónclave.

Una vez recibido el consentimiento, le preguntó de nuevo: —¿Con qué nombre quieres ser llamado? – ¡Francisco!-, respondió.

Una hora diez minutos después, presenciamos la imagen del cardenal proto diácono francés Jean Louis Tauran saliendo al balcón principal de la Basílica: “Annuntio vobis gaudium magnum. ¡Habemus Papam! Eminentissimum ac reverendissimum dominum” en latín indicó el nombre de Jorge Mario Bergoglio.

La multitud de la plaza de San Pedro rompió en vivas y aplausos mientas se agitaban banderas y las campanas repicaban, no sólo en el Vaticano sino en todo el mundo, en especial en Argentina, donde hubo escenas de llanto y emoción en las calles; un multitudinario grupo de fieles se reunió frente a la Catedral de Buenos Aires.

¡Algo increíble e inenarrable!

Lo primero que hizo al ser nominado fue hablar por teléfono con el obispo emérito de Roma, Benedicto XVI, quien había observado la fumata blanca desde sus habitaciones en Castel Gandolfo.

Después de rezar el Padre Nuestro, un Ave María y el Gloria con los fieles en San Pedro, el Papa agregó humildemente: “y ahora quisiera darles la bendición, pero primero, os pido un favor: antes de que el obispo bendiga al pueblo, les pido que recen al Señor para que él me bendiga. (…) Hagamos en silencio esta oración de ustedes por mí”.

Esos segundos fueron claves para ganarse al mundo, para conectarse con él.

Ocho años después muchas cosas han pasado.

El Papa Francisco celebra este sábado 13 de marzo 8 años de Pontificado, en medio de la peor crisis financiera que se recuerde en los últimos tiempos, el motivo la pandemia del Covid19.

Este viernes 12 de marzo fue publicado el presupuesto para 2021, y vemos una dramática caída de ingresos, del 30%, por lo que -como lo menciona el periódico La Nación-, deberá gastar 30 millones de euros de su reserva de recursos de las donaciones del Óbolo de San Pedro para cubrir un déficit de 80 millones. Ese fondo  se forma con las donaciones directas de los fieles recaudado en las parroquias de todo el mundo.

Artículo completo en La Nación (Elisabetta Piqué): Francisco: octavo año de papado, con las finanzas vaticanas como nuevo frente

Grandes resultados en ocho años, y algunos problemas.

ACI-prensa publicó en su web datos duros de su pontificado.

En este tiempo, ha publicado tres encíclicas a saber: Lumen fidei (2013); ii) Laudato si (2015) y iii) Fratelli tutti (2020); también cinco exhortaciones apostólicas: la Evangelii gaudium (2013), Amoris laetitia (2016), Gaudete et exsultate (2018), Christus vivit (2019) y Querida Amazonia (2020).

Asimismo, ha publicado 36 constituciones apostólicas, 72 cartas apostólicas, y además ha promulgado 41 motu proprio y ha escrito numerosas cartas y mensajes pontificios.

Ha realizado 33 viajes fuera de Italia, el último de los cuales ha sido el que hizo del 5 al 8 de marzo a Irak en Medio Oriente; quizá el más peligroso de su pontificado.

Ha presidido la canonización de más de 30 nuevos santos, entre los que destacan los Papas San Juan Pablo II, San Juan XXIII, San Pablo VI, Santa Teresa de Calcuta y San Óscar Romero de san Salvador.

En ocho años de pontificado, Francisco ha presidido cuatro sínodos, todos en el mes de octubre; en 2014, la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización; en 2015, la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo; en 2018,la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocaciona, y en 2019 la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica.

Estableció, además, con la carta apostólica Patris corde por los 150 años de la proclamación de San José como Patrono de la Iglesia Universal, el Año de San José que se celebra del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021.

Asimismo, y por iniciativa de Francisco el próximo 19 de marzo, día de San José, se iniciará el Año de la Familia, convocado por el quinto aniversario de la exhortación apostólica Amoris Laetitia.

El Año de la Familia será coordinado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y concluirá el 26 de junio de 2022, con el décimo Encuentro Mundial de las Familias que se realizará en Roma.

Además, hay Papa para rato, aunque no se descarta pueda seguir el camino de Benedicto XVI: renunciar al pontificado. Tiene algunos problemas de salud sobre todo con la ciática.

En ocho años de pontificado Francisco ha creado 101 cardenales en 7 consistorios. Actualmente hay 227, de los cuales 126 son electores, es decir menores de 80 años y por ello con derecho a participar en un futuro cónclave que elegirá a un nuevo Papa. Francisco tiene pues bajo su control su sucesión…

 
PD: La reportera argentina Elisabetta Piqué entrevistó para La Nación a periodistas Juan Vicente Boo, corresponsal en Roma del diario español ABC, quien tiene una gran trayectoria y conocimiento de lo que ocurre en el Vaticano. Boo, tiene 66 años, es autor de varios libros sobre el papa Francisco y de uno recién publicado, Descifrando el Vaticano, Editorial: Espasa, 2021, 272 páginas.
 
La entrevista no tiene desperdicio…
 
-Pasaron ocho años, que no son pocos. ¿Qué balance traza?-,  pregunta Pique.
 
Me atrevería a decir que grandioso.Aparte de reorientar poderosamente la mirada de los católicos a rasgos esenciales de Dios como la misericordia, la ternura o la alegría, se han dado numerosos pasos históricos. Como el primer encuentro con un Patriarca de Moscú- la mayor de las Iglesias ortodoxas-, el primer discurso de un Papa ante el Congreso de Estados Unidos -el parlamento más poderoso del mundo-, la primera encíclica social sobre protección de la naturaleza, el primer viaje a la península Arábiga y la firma del Documento de Fraternidad Humana en Abu Dhabi, el primer encuentro en Irak con el gran ayatollah de los chiitas, Ali al-Sistani…

-¿ Cuáles son para usted los cambios más importantes que el papa Francisco ha hecho?

En primer lugar, el cambio de estilo: sencillez, cercanía, aire familiar, alegría… Pero también la primera llamada a grandes consultoras internacionales para reorganizar la economía del Vaticano, hacer limpieza de evasores fiscales en el banco del Vaticano (IOR), etc. A esto se suma la gran apuesta por un estilo sinodal de gobierno de la iglesia y el nombramiento de mujeres como subsecretarias– ”número tres”- de departamentos en el Vaticano, que esperemos llegue pronto a jefaturas como ha intentado ya en una ocasión.

-Jorge Bergoglio fue electo después de la renuncia bomba de Benedicto XVI, con el mandato de hacer limpieza sobre todo en la economía: ¿cree que ha podido avanzar en esto?

-En ese terreno ha habido muchos altibajos. De la concentración inicial de responsabilidades en la nueva secretaría de Economía se ha pasado a reunir en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) la gestión del gigantesco patrimonio inmobiliario y de los fondos de inversión, incluso los fondos reservados que gestionaba la secretaría de Estado hasta que se ha descubierto el escándalo de malversación. La raíz de muchos disgustos es que la información que publica el Vaticano sobre su presupuesto es muy exigua, la de los contratos públicos es mínima y la de su patrimonio es nula. En la administración de fondos públicos la alternativa es: o transparencia o corrupción. Sin transparencia, los escándalos seguirán repitiéndose periódicamente.

-Estamos a la espera de una reforma de la curia: ¿usted, que acaba de publicar un libro esencial para descifrar el Vaticano, qué espera, cómo ve esta reforma?

-La veo con mucha esperanza pues algunas partes de la reforma -la cultural y la organizativa – están ya parcialmente hechas. Tengo miedo a que la “poda” de docenas de departamentos de escasa utilidad pueda quedarse corta. En todo caso, se nota ya más espíritu de servicio al Papa y a los obispos de todo el mundo en departamentos que antes se autoconsideraban “virreinatos”. Falta todavía el decidido cambio de rumbo hacia la evangelización que se espera llegue cuando promulgue la Constitución Apostólica “Predicad el Evangelio”.

-¿Cómo interpreta la oposición al papa Francisco que proviene más del cristianismo, del seno de la Iglesia católica, que desde las demás religiones?

El papa Francisco es considerado una luz para el mundo entero, como hemos podido ver en sus encuentros con líderes espirituales de las grandes religiones: judaísmo, Islam, budismo, etc. Paradójicamente ha sufrido hostilidad muy fuerte de sectores católicos conservadores y de medios ultraconservadores pseudo-católicos financiados sobre todo por intereses económicos y políticos de Estados Unidos que no toleran la encíclica Laudato si o sus críticas al macronegocio de los armamentos. Más recientemente, el gobierno de [Jair] Bolsonaro y algunas compañías extractivas le han hostigado por su defensa de la Amazonia. Esas resistencias no lo han frenado, pero han hecho imposible que una parte de los católicos reciba su mensaje espiritual renovador.

-¿Cómo juzga el último viaje del Papa a Irak?

Me ha parecido épico. Dejando aparte algunos viajes “rompedores” de Juan Pablo II, diría que ha sido, por su contenido y valor simbólico, “el viaje” de los dos últimos pontificados. Y una gran lección constructiva para el mundo. Lo veo como la parábola del Buen Samaritano en el siglo XXI. A pesar de los riesgos, el Papa se detiene para ayudar a un país entero gravemente malherido por malhechores y abandonado en el borde del camino, por el que otros han pasado de largo.

-¿Debilidades del papa Francisco y fortalezas?

Francisco reconoce albergar un temor a ser duro o a ser drástico desde que dejó atrás su etapa de liderazgo carismático de los jesuitas en la Argentina. Pero algunas reformas de saneamiento del Vaticano requieren rupturas drásticas con el pasado, aunque desaten un avispero. Sus puntos fuertes son muchos. Yo destacaría la humanidad, la paciencia y la tenacidad.

-¿Qué espera de los próximos años del pontificado?

-Espero que Francisco consolide todavía más su liderazgo espiritual en un mundo que necesita a gritos más fraternidad para encontrar soluciones a las cuatro crisis de la pandemia -sanitaria, económica, ecológica y social- justo cuando estamos, como dice él, “no en una era de cambios sino en un cambio de era”. Y, dentro del cristianismo, que continúe su línea de unir la espiritualidad con la caridad práctica en ayuda a las personas necesitadas. De modo que haya cada vez menos católicos “solo de teoría”.

-Francisco tiene fuertes dolores de ciática, que fueron evidentes en el último viaje. ¿Crees que seguirá el ejemplo de su predecesor y renunciará?

-Creo que sí. En los viajes internacionales nos ha dicho varias veces a los periodistas que renunciará cuando note que carece de las fuerzas necesarias para su tarea, como hizo Benedicto XVI. A mí me gusta mucho su carta apostólica del 15 de febrero de 2018 “Aprender a despedirse”. Todo cargo es de servicio, y hay que saber apartarse cuando ya no es posible prestarlo. La renuncia es, en realidad, un gran gesto de servicio.