Hace siete años, a las 12:06 horas del miércoles 13 de marzo de 2013 —hora de México— salió humo blanco de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina; el repique de campanas en la Plaza de San Pedro confirmó el signo de la nube: habemus papam.

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El cardenal jesuita Jorge Mario Bergoglio se convirtió desde ese momento en el papa número 266, el primer americano, el primer jesuita en la historia del papado; fue nominado por mayoría calificada en el tercer escrutinio en el segundo día del cónclave.

Una vez recibido el consentimiento, le preguntó de nuevo:

—¿Con qué nombre quieres ser llamado?

—¡Francisco! —respondió….

Una hora diez minutos después presenciamos la imagen del cardenal protodiácono francés Jean Louis Tauran saliendo al balcón principal de la Basílica: “Annuntio vobis gaudium magnum. ¡Habemus Papam! Eminentissimum ac reverendissimum dominum” en latín indicó el nombre de Jorge Mario Bergoglio.

Y seis días después el martes 19 de marzo, día de San José, dio inicio formal del pontificado.

San José es el santo patrono de Benedicto XVI, pero la devoción del Papa Francisco hacia el esposo de María y padre terrenal de Cristo no es menor.

Francisco porta en su escudo de armas un nardo, la flor utilizada como símbolo de San José.

Concelebraron con él, 180 personas entre ellos todos los integrantes del Colegio Cardenalicio presentes en Roma, los patriarcas y arzobispos orientales no cardenales, el secretario del Colegio de Cardenales y dos sacerdotes españoles.

Asimismo, el superior de los Franciscanos, José Rodríguez Carballo, y el prepósito general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás Pachón S.J.

Antes del servicio religioso, el nuevo Papa había roto varias veces los rígidos esquemas del Vaticano al usar un jeep descubierto —no el papamóvil blindado acostumbrado— y recorrer durante casi 30 minutos la Plaza de San Pedro.

El anillo y el palio fueron llevados a la plaza en procesión, cantando las letanías del Laudes Regiae a cargo del coro de la Capilla Sixtina y del Instituto de Música Sacra vaticano.

El decano del Colegio de Cardenales, Ángelo Sodano, puso en el dedo anular derecho del nuevo papa el hoy austero anillo del pescador y el palio le fue colocado en torno al cuello por el cardenal protodiácono Jean—Louis Taurán.

Enseguida, seis cardenales, en nombre de los 207 que integran el Colegio, hicieron acto especial de obediencia al nuevo pontífice. En esta ocasión fueron: Giovanni Battista Re y Tarcisio Bertone de la orden de los obispos; Joachim Meisner y Jozef Tonko de la orden de los presbíteros, y Renato Raffaele Martino y Francesco Marchisano de la orden de los diáconos.

En la plaza estuvieron representantes de 132 países; estuvieron presentes 32 jefes de Estado- seis reyes, tres príncipes y 11 jefes de Gobierno-

Destacó, la presencia del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomeo I, un hecho que no ocurría desde hace mil años, desde el Gran Cisma de Oriente en 1054; también había delegaciones fraternales del pueblo hebreo, musulmanes, budistas y de otras denominaciones cristianas no católicas.

Desde entonces muchas cosas han cambiado…

El siete es el año del perdón…

El número siete es mágico y tiene un gran significado biblíco: significa integridad espiritual y es el número más mencionado en el texto sagrado; siete días en una semana, siendo cada día séptimo para descanso; cada año séptimo para reposo de la tierra, y cada siete años introducía el jubileo, una de las fiestas más tradicionales en Israel.

El cristiano es exhortado aguardar la fiesta de siete días, después de la Pascua, lo que hace que sea para él una fiesta perpetua.

Hay siete abominaciones en el corazón del hombre, de acuerdo a Proverbios :

“Cuando hablare amigablemente, no le creas, porque siete abominaciones hay en su corazón…

El término setenta veces siete es usado por Jesús en uno de los pasajes más significativos de las Santas Escrituras, al enseñarnos cómo se debe perdonar.

La Escritura dice que Simón Pedro abordó el tema del perdón con Jesús en Cafarnaúm en Galilea; los cristianos no deberían guardar resentimientos, amarguras, rencores…

Hablaba en cierto momento, al respecto del asunto, cuando Simón Pedro hizo la famosa pregunta:

– Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecara contra mí? ¿Hasta siete?

Según la orientación rabínica, razonable perdonar las ofensas hasta tres veces. Revelando haber asimilado los nuevos principios, Pedro, en un rasgo de buena voluntad, pensó en elevar ese límite.

Jesús fue más allá:

– No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete(Mateo, 18:22).

Con ello Jesús invierte su propuesta e inaugura un nuevo tiempo, una nueva era con el perdonar setenta veces siete, que equivale a perdonar siempre….

El siete se encuentra en muchas culturas, religiones y creencias..

Enhorabuena al Papa Francisco.