Con el Motu Proprio Imparare a congedarsi promulgado el 15 de febrero de 2018, el Papa Francisco plantea algunas modificaciones a las normas canónicas referentes a la renuncia por motivos de edad establecidas en la Rescriptum ex audentia del 3 de noviembre de 2014.

En la Carta Apostólica del Vicario de Cristo (que lleva la fecha del 12 de febrero) se indica que al cumplir los 75 años de edad, los obispos diocesanos y eparcas, así como los obispos coadjutores y auxiliares o titulares con encargos pastorales especiales, están invitados a presentar al Sumo Pontífice la renuncia a su oficio pastoral.

Lo mismo aplica a los Jefes de los dicasterios de la Curia Romana no cardenales, a los prelados superiores de la Curia Romana y a los obispos que desempeñan otros oficios en las dependencias de la Santa Sede, además de los representantes pontificios.

El cese de funciones no es ipso facto. El Papa Francisco indica que la renuncia es aceptada y que el oficio es prorrogado hasta que su aceptación le sea comunicada al interesado, lo cual puede prolongarse por más de los tres meses establecidos en el artículo 3 del canon 189 del Código de Derecho Canónico.

De este modo se modifican los cánones 189 § 3 CIC e 970 § 1 CCEO, que establecían que “la renuncia que necesita ser aceptada, si no es aceptada dentro de tres meses, carece de todo valor; aquella que no necesita ser aceptada ejecuta el efecto con la comunicación del renunciante hecho a norma de derecho”.

Sin la pretensión de ser indispensable

En la Carta Apostólica, Fancisco también subraya la importancia de prepararse adecuadamente para dejar el propio encargo, “despojándose de los deseos de poder y de las pretensiones de ser indispensables”. Esto, señala el Papa, permitirá afrontar este momento con paz y confianza, en vez de ser un momento doloroso y de conflicto.

“Quien asume en la verdad esta necesidad de renunciar –escribe el Pontífice– debe discernir en la oración cómo vivir la etapa que está por iniciar, elaborando un nuevo proyecto de vida, marcado por cuanto sea posible por la austeridad, humildad, oración de intercesión, tiempo dedicado a la lectura y disponibilidad para brindar simples servicios pastorales”.

Continuar en el encargo no es un triunfo personal

El Obispo de Roma también precisa que, cuando excepcionalmente se solicita continuar en el servicio por un periodo más largo, debe ser considerado en el ámbito del bien común eclesial y “no un privilegio o un triunfo personal, o un favor debido a presuntas obligaciones derivadas de la amistad o cercanía, ni siquiera como gratitud por la eficacia de los servicios prestados”.

“Esta decisión pontificia –puntualiza Francisco– no es un acto automático, sino de gobierno; de consecuencia implica la virtud de la prudencia que ayudará, a través de un adecuado discernimiento, a tomar la decisión apropiada”.

Entre las razones para continuar en el cargo, el Pontífice señala la importancia de completar adecuadamente un proyecto provechoso para la Iglesia, la conveniencia de asegurar la continuidad de las obras importantes, el periodo de transición de un dicasterio, y la importancia del aporte de una persona a la aplicación de las directivas emitidas por la Santa Sede o sobre la recepción de nuevas orientaciones magisteriales.