El Papa Francisco recibió al patriarca ecuménico Bartolomé I en audiencia privada en la Sala de la Biblioteca del Palacio Apostólico, con el tradicional intercambio de dones, incluida la exhortación apostólica Gaudete et exsultate sobre el llamado a la santidad.

Ambos jerarcas se saludaron frente a un grupo de periodistas y fotógrafos e intercambiaron algunas frases y bromas sobre el estado de salud de líder ortodoxo, quien recientemente estuvo hospitalizado en el American Hospital de Constantinopla por una serie de mareos.

Al final del cálido encuentro se llevó a cabo el acostumbrado intercambio de regalos. Bartolomé I le llevó a su hermano Francisco una pequeña imagen de una Virgen con el Niño Jesús, un ícono de San Francisco y un libro sobre el Patriarcado de Constantinopla; incluyó una cajita de chocolates.

Por su parte, el Santo Padre dio de regalo la reciente exhortación apostólica Gaudete et exsultate, sobre el tema de la santidad en la vida cotidiana, texto que no había sido regalado todavía a nadie. Además le ofreció una reproducción en bronce de la Puerta Santa.

El bien común

Después del encuentro, el patriarca asistió a Sala Regia, del Vaticano, a la sesión de trabajo presidida por el secretario de Estado, Pietro Parolin, para participar en la Conferencia Internacional Debate sobre las nuevas políticas y estilos de vida en la era digital, promovida por la Fundación Centesimus Annus-pro Pontifice, en el 25 aniversario de su creación.

Bartolomé pronunció un discurso de apertura sobre el tema Una agenda cristiana común por el bien común.

El punto de partida de su reflexión fue la encíclica de Juan Pablo II de la que toma su nombre la Fundación Centesimus Annus, en su discurso el Patriarca expresó la convicción de que “nadie puede enfrentar solo” los problemas de hoy en los campos de la economía y la ecología, la ciencia y la tecnología, la sociedad y la política.

Manifestó la necesidad de una “agenda común, una movilización común, esfuerzos comunes y objetivos comunes”.

Es crucial “la contribución de nuestras Iglesias”, dijo ya que promoviendo “el contenido social del Evangelio”, pueden frenar las injusticias y a los poderes que amenazan “la cohesión social”.

“Una de las tendencias contemporáneas más peligrosas para una cultura de la solidaridad es el individualismo, la autoidolatría, el autoatraparse en la autosuficiencia egoísta, que crea abismos entre las personas”, denunció el patriarca en su discurso en inglés.

“En el Occidente, la explosión del conocimiento y de a información favorece el desinterés hacia las demás personas, además de un espíritu de individualismo y deificación de la propiedad, mientras, en otras regiones del mundo, la tecnología coexiste fácilmente con la injusticia social y el fundamentalismo religioso”, añadió.

Tienen historia

Recordemos la hermandad que existe entre ambos líderes religiosos. Bartolomé I asistió a la misa inaugural de Francisco aquel 19 de marzo de 2013, un hecho que no ocurría desde el Gran Cisma de Oriente en 1054, cuando la Iglesia se dividió entre Roma y Constantinopla.

Aunque Bartolomé I ya había estado en otras ocasiones en El Vaticano, ésa fue la primera vez que participó en la misa de inicio de un pontificado.

Bartolomé I es considerado el sucesor de Andrés, el apóstol. Es el primus inter pares en las Iglesias ortodoxas, separadas de la comunión con Roma desde julio de 1054, fecha en que se intercambiaron excomuniones el Papa León IX y el patriarca de Constantinopla Miguel Cerulario.

Años después en 1965, las excomuniones fueron levantadas por Paulo VI y el Patriarca Atenágoras I. Bartolomé ejerce su cargo desde el año 1991.

Hoy día tiene una gran influencia como líder honorífico en las iglesias ortodoxas de tradición griega y eslava. Empero, pese a su liderazgo, su cargo es únicamente honorífico, aunque preside los concilios en los que toma parte y tiene la autoridad exclusiva de reconocer nuevos patriarcados.

El 25 de mayo de 2014 el papa Francisco y Bartolomé I firmaron en Jerusalén una declaración conjunta: El Espíritu Santo nos conduce a la unidad.

Entre otas cosas se señala:

“Necesitamos urgentemente una efectiva y decidida cooperación de los cristianos para tutelar en todo el mundo el derecho a expresar públicamente la propia fe y a ser tratados con equidad en la promoción de lo que el cristianismo sigue ofreciendo a la sociedad y a la cultura contemporánea. A este respecto, invitamos a todos los cristianos a promover un auténtico diálogo con el jJudaísmo, el islam y otras tradiciones religiosas. La indiferencia y el desconocimiento mutuo conducen únicamente a la desconfianza y, a veces, desgraciadamente incluso al conflicto”.