El juez Roy Ellis del tribunal de distrito de Newcastle, en el estado de Nueva Gales del Sur, revocó la condena impuesta en mayo por una instancia inferior, al ex arzobispo de Adelaide, Australia, Philip Edward Wilson, acusado de encubrimiento de un cura pederasta.

El magistrado consideró que la fiscalía no pudo probar más allá de toda duda razonable la culpabilidad del prelado, al que calificó como un testigo honesto y consistente.

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El 22 de mayo el juez Robert Stone determinó que el arzobispo Philip Edward Wilson encubrió los abusos sexuales perpetrados por el fallecido sacerdote James Fletcher en la década de los 70.

En ese momento el arzobispo se convirtió en uno de los eclesiásticos de mayor rango en la jerarquía católica mundial en ser condenado por este tipo de actos. Y todo mundo se le fue encima, sobre todo los medios.

La presión mediática fue dura y aunque el Papa cree en la presunción de inocencia le aceptó a finales de julio su dimisión al cargo de arzobispo cuando aún le faltaban 8 años para su retiro, de acuerdo con la legislación eclesiástica.

A mediados de agosto, un tribunal australiano le concedió el permiso para cumplir la pena en su domicilio.

Wilson se declaró siempre inocente, pero cumplió la sentencia en la casa de un familiar en Nueva Gales del Sur, usando un dispositivo electrónico; hoy está libre…

Una nota de la agencia católica ACI-prensa señala que el juez Roy Ellis, dijo que la Corona no había probado más allá de una “duda razonable” que el arzobispo Wilson no denunció el abuso cometido por Fletcher.

¡O sea, las pruebas no fueron contundentes!

Agrega la nota que Peter Creigh y otro altar boy -monaguillo cuyo nombre no se puede dar por razones legales- aseguraron haberle contado a Philip Wilson en el año 1976 sus experiencias de abuso perpetradas por Fletcher.

Empero, el juez Ellis dijo que “había características muy honestas” en la evidencia del exarzobispo Wilson que “le brindan una plataforma sólida para que sea considerado un testigo honesto”, según indicó la cadena de televisión ABC.

El juez también notó que Wilson “no intentó ennegrecer el nombre de Peter Creigh y alegar que era un mentiroso”, lo que lo califica como una indicación de la “honestidad general” del prelado.

Asimismo, el juez cuestionó a Creigh por el recuerdo de la conversación que aseguró haber tenido con Wilson hace 42 años, e indicó que había inconsistencias en la evidencia de Creigh.

Si bien llamó a Creigh “un testigo honesto que hace todo lo posible por recordar los acontecimientos de 1976”, el juez aclaró que “aceptar a Peter Creigh como un testigo honesto no significa automáticamente” que su denuncia iría “más allá de toda duda razonable”.

Influencia mediática para la condena

El juez que lo exoneró señaló la posibilidad de una influencia indebida de los medios de comunicación en el caso. “Esto no es una crítica a los medios de comunicación, sino que intencionada o no, la mera presencia de grandes cantidades de medios de todo Australia y el mundo conlleva cierta cantidad de presión”, afirmó el juez Ellis.

La fuerte presencia de los medios de comunicación “puede equivaler a una presión percibida para que un tribunal llegue a una conclusión que parece ser consistente con la dirección de la opinión pública, en lugar de ser consistente con el estado de derecho que requiere que un tribunal dicte justicia individual en su decisión”, dijo el magistrado.

Sostuvo que no les corresponde “castigar a la Iglesia Católica por sus déficits morales institucionales o castigar a Philip Wilson haciéndolo culpable por los pecados del ahora fallecido James Fletcher, simplemente porque es un sacerdote católico”.

Monseñor Wilson no asistió a la corte pero observó la decisión a través del enlace de los medios.

Durante todo el proceso el ex arzobispo dijo que era inocente. Aseguró que no tenía ningún recuerdo de las acusaciones e insistió en que si le hubieran notificado del escándalo habría ofrecido atención pastoral a las víctimas y sus familias, e informado del hecho a sus superiores.

Philip Marshall, administrador delegado de la Arquidiócesis de Adelaide, dijo que “celebran la conclusión de un proceso que ha sido largo y doloroso para todos los involucrados”.

“Los sobrevivientes de abuso sexual infantil y sus familias están en nuestros pensamientos y oraciones, y la Arquidiócesis sigue comprometida con proporcionar los entornos más seguros posibles para los niños y las personas vulnerables a nuestro cuidado”, añadió el sacerdote.

Finalmente, la Fiscalía del estado australiano de Nueva Gales del Sur anunció que no apelará el fallo emitido por el juez Ellis. “Tras una cuidadosa evaluación, se decidió que no hay perspectivas de éxito en una apelación (referida) a errores legales”, se lee en el Comunicado de la Oficina de la Fiscalía del estado australiano de Nueva Gales del Sur, por ello, no apelará el fallo que absolvió el pasado 6 de diciembre al ex Arzobispo de Adelaida, Philip Edward Wilson, por encubrir los abusos contra un menor por parte de un sacerdote en los años 70.

¿Y ahora? ¿Cómo se le reparará el daño al arzobispo?

¿Será integrado de nuevo a su cargo?

¿Qué dice el papa Francisco?

¿Qué pasó?

¿Quién es Monseñor Wilson, y por qué renunció al cargo?

Desde el año 2000 se desempeñaba como arzobispo de Adelaide, Australia.
Un juez le abrió un proceso penal por el delito de encubrimiento y lo condenó a 12 meses de prisión.

Su abogado defensor manifestó en el tribunal que Wilson nunca había sido condenado por delitos sexuales ni había indicaciones que hubiera estado relacionado en alguno de los delitos cometidos por Fletcher, además el abogado advirtió el riesgo de “ser visto en la población carcelaria como pederasta y por tanto expuesto a agresiones por parte de los otros detenidos”.

Incluso la defensa presentó informes médicos con detalles de las condiciones de salud del obispo en los que, además del Alzheimer, diabetes y problemas de corazón, se afirmaba que la cárcel pondría en riesgo su salud.
Eso a nadie le importó.

Y como era de esperarse, Wilson se apartó “temporalmente” del cargo desde el pasado 23 de mayo. Días después el 3 de junio el Papa Francisco nombró al jesuita Gregory O’Kelly para ocupar su puesto, en calidad de administrador apostólico “sede plena”.

Pero la presión mediática fue dura y Wilson apareció en los medios de todo el mundo acusado de ser un encubridor.

La renuncia fue obligada, se comenta que le fue solicitada al mismísimo Papa Francisco por el primer ministro australiano Malcolm Turnbull; el jefe de la oposición laborista, Bill Shorten y el National Council of Priests of Australia, “por el bien de la Iglesia australiana”.

Turnbull aseguró entonces que el arzobispo, que sigue defendiendo su inocencia y ha recurrido la sentencia, “debería haber renunciado y ha legado el momento de que el Papa lo destituya. Creo que ha llegado el momento de la máxima autoridad de la Iglesia para tomar medidas y destituirlo”.

Y aunque Wilson se había retirado “momentáneamente” de la arquidiócesis de Adelaida, no presentó formalmente su renuncia al Papa y aseguraba que no lo haría hasta que hubiera una sentencia firme por un tribunal de alzada.

El prelado siempre manifestó su inocencia, incluso bajo juramento, pero se comprometió a que en caso de no verse favorecido con la justicia australiana, presentaría su renuncia inmediatamente a la Santa Sede.

Pero la presión de los medios fue muy dura y fue obligado a renunciar. “A pesar de que mi dimisión no había sido solicitada, he tomado esta decisión porque estoy preocupado por el aumento del nivel de sufrimiento que mi reciente condena ha causado en el interior de la comunidad”, explicó en una carta publicada en el sitio de la diócesis.

Y agrega: “esperaba atrasar esta decisión hasta el final del proceso de apelación. Sin embargo, hay demasiada angustia en el mantenimiento de mi papel de arzobispo de Adelaide, sobre todo por las víctimas”.

Concluye diciendo “debo poner fin a todo esto y por eso considero que mi dimisión es el único paso apropiado en esta situación”.

De inmediato Wilson presentó su renuncia al cargo “por el bien de la iglesia Australiana”.

La Santa Sede informó el 31 de julio mediante un escueto comunicado, sólo dos líneas:

“El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la arquidiócesis de Adelaide (Australia), presentada por S.E. Mons. Philip Edward Wilson”.

A mediados de agosto el juez decidió darle prisión domiciliaria, cuatro meses después otro juez le anula la condena.