Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I
Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I

Dentro del espacio del “Muro G”, la pared de graffiti debajo del altar papal de la Basílica del Vaticano, hay 19 cajones transparentes con fragmentos de huesos que posiblemente pertenecieron a San Pedro; se trata de un hombre de constitución robusta, que murió en la vejez, faltan los huesos de los pies.

Fue Pío XII quien en en 1939 ordenó excavaciones debajo de la basílica, descubriendo después de diez años el lugar de entierro de Pedro. Solo en 1952 había un nicho funerario cubierto con graffiti preciosos que contenía huesos considerados del apóstol.

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Fue Pablo quien en 1968, y después de estar convencido de la identificación de esos restos óseos, los colocó los 19 cajones donde se encuentran hoy.

Pues bien, el 29 de junio en solemnidad de Pedro y Pablo, el papa Francisco regaló en una urna una parte de las reliquias de San Pedro a su hermano el Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I.

De inmediato las reliquias fueron trasladadas a Estambul donde se encuentra la sede del Patriarcado.

Dos meses después de aquel gesto papal, el 30 de agosto, Francisco escribió al Patriarca una carta, difundida por la Sala de Prensa, este viernes 13 de septiembre, en la que explica el significado de este regalo.

Le dice:

“Santidad, querido Hermano,

En las últimas semanas, he pensado a menudo en escribirle para explicarle con más detalle el don de algunos fragmentos de las reliquias del apóstol Pedro que ofrecí a Su Santidad a través de la distinguida delegación del Patriarcado Ecuménico encabezada por el arzobispo Job de Telmessos, que participó en la fiesta patronal de la Iglesia de Roma.

Santidad, usted sabe bien que la tradición ininterrumpida de la Iglesia Romana siempre ha testificado que el apóstol Pedro, después de su martirio en el Circo de Nerón, fue enterrado en la necrópolis adyacente de la Colina del Vaticano. Su tumba pronto se convirtió en meta de peregrinación para los fieles de todas partes del mundo cristiano. Más tarde, el emperador Constantino hizo erigir la Basílica Vaticana dedicada a San Pedro en el lugar de la tumba del apóstol”.

La recuerda que “en junio de 1939, inmediatamente después de su elección, mi predecesor, Pío XII, decidió comenzar las excavaciones bajo la Basílica Vaticana. La obra condujo inicialmente al descubrimiento del lugar exacto de la sepultura del Apóstol y luego, en 1952, al descubrimiento, bajo el altar mayor de la Basílica, de una hornacina funeraria junto a una pared roja que data del año 150 y que está cubierta de numerosos y preciosos graffiti, entre ellos uno de importancia fundamental que dice, en griego, Πέτρος ενι. Este nicho contenía huesos que pueden considerarse razonablemente los del apóstol Pedro.

De estas reliquias, que ahora se conservan en la Necrópolis bajo la basílica de San Pedro, el santo Papa Pablo VI quiso conservar nueve fragmentos para la capilla privada del apartamento papal del Palacio Apostólico.

Estos nueve fragmentos fueron colocados en un relicario de bronce con la inscripción Ex ossibus quae in Archibasilicae Vaticanae hypogeo inventa Beati Petri apostoli esse putantur: “Huesos encontrados en la tierra bajo la Basílica Vaticana, que se cree que son los huesos de San Pedro Apóstol”. Es precisamente este relicario que contiene los nueve fragmentos de los huesos del Apóstol el que he querido entregar a Su Santidad y a la amada Iglesia de Constantinopla que Usted preside con tanta devoción”.

Concluye diciendo que hace 50 años desde que “nuestros venerables predecesores se reunieron en Jerusalén, recordé el regalo que el patriarca Atenágoras hizo al Papa Pablo VI: un icono que representaba a los dos hermanos Pedro y Andrés mientras se abrazaban, unidos en la fe y en el amor a su común Señor. Este icono, que por voluntad del Papa Pablo VI se expone ahora en el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, se ha convertido para nosotros en un signo profético de la restauración de esa comunión visible entre nuestras Iglesias a la que aspiramos y por la que oramos y trabajamos fervientemente. Por lo tanto, en la paz que viene de la oración, sentí que tendría un significado importante que algunos fragmentos de las reliquias del apóstol Pedro fueran colocados junto a las reliquias del apóstol Andrés, que es venerado como el patrono celestial de la Iglesia de Constantinopla”.