El Papa Francisco concretó este jueves 21 de junio de 2018, el vigésimo tercer viaje internacional de su pontificado, al asistir a Ginebra con motivo del 70 aniversario de la fundación del Consejo Ecuménico de las Iglesias.

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Se trató de un “peregrinaje ecuménico”, donde aprovechó para pedir por la unidad de todos los cristianos, a quienes llamó a “superar el muro de las sospechas y el miedo” que los dividió desde la Reforma Protestante del siglo 16 y a trabajar juntos para ayudar a los que sufren.

“No podemos desinteresarnos, y es preocupante cuando algunos cristianos se muestran indiferentes frente al necesitado… El Señor nos pide que invoquemos continuamente la vía de la comunión que conduce a la paz. La división, en efecto, contradice clara y abiertamente la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y perjudica a la causa santísima de predicar el Evangelio a toda criatura”, manifestó.

El Papa protagonizó por la mañana una oración ecuménica junto a 230 personas. “El Señor nos pide unidad; el mundo, desgarrado por tantas divisiones que afectan principalmente a los más débiles, invoca unidad”, destacó. Antes de regresar a Roma celebró misa para la comunidad católica suiza.

Jorge Mario Bergoglio se convirtió en el tercer pontífice que visita Ginebra. El primero fue el beato Pablo VI en 1969 para visitar la Organización Mundial del Trabajo por sus 50 años. El segundo fue San Juan Pablo II, quien viajó a esta ciudad en 1982, 1984, 1985 y 2004.

A su regreso a Roma, durante el vuelo, el Papa Francisco ofreció una conferencia de prensa a los medios, en la que habló sobre el ecumenismo, migración en Europa y EU, así como sobre la propuesta de los obispos alemanes para dar la comunión a los protestantes casados con católicos.

Estas son las preguntas y respuestas que difundió la sala de prensa de la Santa Sede.

Greg Burke: Gracias, Santidad. “Caminar, rezar, trabajar juntos” (tema del viaje). Hemos caminado, hemos rezado varias veces. Ahora nos toca trabajar un poco —y también cenar después—, pero se ve que caminar juntos da frutos. Hoy la acogida, hemos visto que después de tantos años de diálogo hay respeto mutuo y algo más: también hay amistad. Pero todavía queda tanto trabajo por hacer, tantos retos y esto nos interesa normalmente, los retos. Quizás usted quiera decir algo antes.

Papa Francisco: ¡Gracias por vuestro trabajo! Ha sido una jornada algo dura, al menos para mí. Pero estoy contento. Estoy contento porque las diversas cosas que hemos hecho, tanto la oración al inicio, como el diálogo durante el almuerzo, que fue precioso y luego la Misa, son cosas que me han hecho feliz. Cansan, pero son cosas buenas. Muchas gracias. Y ahora estoy a vuestra disposición.

Greg Burke: Bien. Comenzamos con los suizos. Arnaud Bedat de la revista L’Illustré

Arnaud Bedat: Santo Padre, estuvo en Ginebra, pero también en Suiza, ¿qué imágenes, qué momentos fuertes le han marcado durante esta jornada?

Papa Francisco: Diría que hay una palabra común: encuentro. Ha sido una jornada de encuentros. De varios tipos. La palabra precisa de la jornada es encuentro. Y cuando una persona encuentra a otra y siente placer por el encuentro, esto llega al corazón. Han sido encuentros positivos, también bellos, comenzando con el diálogo con el presidente (de la Confederación Suiza) al inicio, que ha sido no solo un diálogo de cortesía, normal, sino un diálogo profundo, sobre temas mundiales profundos y con una inteligencia que me ha sorprendido.

Después, los encuentros que todos vosotros habéis visto. Y lo que no habéis visto, que ha sido el encuentro durante el almuerzo que ha sido muy profundo por la manera de tocar tantos temas. Quizá el argumento sobre el que más nos hemos detenido ha sido el de los jóvenes, porque todas las confesiones están preocupadas, en el buen sentido, por los jóvenes.

Y el presínodo que hubo en Roma desde el 19 de marzo ha llamado bastante la atención porque eran jóvenes de todas las confesiones e incluso agnósticos y de todos los países.
Pensad: 315 jóvenes presentes y otros 15 mil conectados que “entraban y salían”. Esto quizá ha despertado un interés especial. Pero la palabra que quizás resume la totalidad del viaje es que ha sido un viaje de encuentro. La experiencia del encuentro. No mera cortesía, ninguna cosa puramente formal sino encuentro humano. Y esto entre protestantes y católicos es decirlo todo. Gracias.

Greg Burke: Gracias, Santidad. Ahora del grupo alemán, Roland Juchem, de la agencia católica alemana CIC.

Roland Juchem: Gracias, Santo Padre. Usted habla con frecuencia de pasos concretos que dar en el ecumenismo. Hoy, por ejemplo, se ha referido nuevamente a ello diciendo: “Veamos lo que es posible hacer concretamente, más que desalentarnos por lo que no es”. Los obispos alemanes últimamente han decidido dar un paso (sobre la llamada “intercomunión”) y entonces nos preguntamos por qué el arzobispo Ladaria ha escrito una carta que parece un poco una frenada de emergencia. Después del encuentro del 3 de mayo, se afirmó que los obispos alemanes deberían haber encontrado una solución posiblemente unánime. ¿Cuáles serán los próximos pasos?, ¿será necesaria una intervención de parte del Vaticano para clarificar?, ¿o los obispos alemanes deberán encontrar un acuerdo?

Papa Francisco: Bien. Esto no es una novedad, porque en el Código de Derecho Canónico está previsto aquello de que lo que hablaban los obispos alemanes: la comunión en casos especiales. Y ellos miraban al problema de los matrimonios mixtos, si es posible o no es posible. Sin embargo, el Código dice que el obispo de la Iglesia particular —esa palabra es importante, particular, es decir, de una diócesis— debe ocuparse de ello, está en sus manos. Está en el Código.

Los obispos alemanes, porque habían visto que el caso no estaba claro y que algunos sacerdotes hacían cosas no de acuerdo con el obispo han querido estudiar este tema y han hecho este estudio que, no quiero exagerar, ha sido un estudio de más de un año; no lo sé muy bien, pero más de un año, bien hecho, bien hecho.

Y el estudio es restrictivo: lo que los obispos querían es decir claramente lo que está en el Código. Y también yo que lo he leído digo: es un documento restrictivo. No era un “abrir a todos”. No. Era algo bien pensado con espíritu eclesial. Y han querido hacerlo para la Iglesia local: no la particular… Y la cosa ha resbalado hasta allí, o sea, diciendo que es para la Conferencia Episcopal Alemana.

Y aquí hay problema porque el Código no prevé eso. Prevé la competencia del obispo diocesano, pero no de la Conferencia episcopal. ¿Por qué? Porque algo aprobado en una conferencia episcopal pronto se convierte en universal. Y esta ha sido la dificultad en la discusión, no tanto el contenido, sino esto.

Han enviado el documento; después hubo dos o tres encuentros de diálogo, de clarificación y el arzobispo Ladaria ha enviado esa carta pero con mi permiso; no lo hizo por su cuenta. Yo le dije: “Sí, es mejor dar un paso adelante y decir que el documento todavía no está maduro, es lo que decía la carta, y que la cosa debía estudiarse más”.

Después hubo otra reunión y al final estudiarán la cosa. Creo que éste será un documento orientativo para que cada uno de los obispos diocesanos pueda gestionar lo que ya permite el Derecho Canónico. No ha habido ningún frenazo, no. Ha sido gestionar la cosa para que fuera por buen camino.

Cuando visité la iglesia luterana de Roma, me hicieron una pregunta de este tipo y contesté según el espíritu del Código de Derecho Canónico; ese espíritu que ellos (los obispos) buscan ahora. Tal vez no hubo una información precisa en el momento justo. Hubo un poco de confusión, pero este es el tema. En la Iglesia particular el Código lo permite; en la Iglesia local no puede, porque sería universal. Esto es.

Roland Juchem: ¿La Iglesia local es la Conferencia?

Papa Francisco: Es la Conferencia. Pero la Conferencia puede estudiar y dar líneas orientativas para ayudar a los obispos a gestionar los casos particulares. Gracias.

Greg Burke: Ahora del grupo español Eva Fernández de la Cope, la Radio española.

Eva Fernández: Gracias, Santo Padre. Hemos visto que también el secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias ha hablado de la ayuda a los refugiados. Recientemente hemos visto el incidente de la nave “Aquarius” y otros casos, como también la separación de las familias en Estados Unidos. ¿Cree que algunos gobiernos instrumentalizan el drama de los refugiados? Gracias.

Papa Francisco: He hablado mucho sobre los refugiados y los criterios son los que ya he dicho: “acoger, proteger, promover, integrar”. Son criterios para todos los refugiados. Después he dicho que cada país debe hacer esto con la virtud del gobierno que es la prudencia, porque un país debe acoger tantos refugiados como pueda y tantos como puedaintegrar: integrar, es decir, educar, dar trabajo…

Este, diría, es el plan tranquilo, sereno de los refugiados. Aquí estamos viviendo una oleada de refugiados que huyen de las guerras y del hambre. Guerras y hambre en muchos países de África, guerra y persecución en Medio Oriente. Italia y Grecia han sido generosísimos a la hora de acoger. Para Medio Oriente, por cuanto respecta a Siria, Turquía ha recibido tantos; Líbano, tantos: en Líbano hay tantos sirios como libaneses; y luego Jordania, y otros países. También España los había acogido. Existe el problema del tráfico de inmigrantes. Y también el problema de los casos, en que vuelven, porque deben volver: existen estos casos… No conozco bien los términos del acuerdo, pero si están en aguas de Libia… deben volver. Y he visto las fotografías de las cárceles de los traficantes.

Los traficantes separan inmediatamente a los hombres de las mujeres. Las mujeres y los niños van Dios sabe dónde… Esto hacen los traficantes. Hay un caso que conozco en que los traficantes se acercaron a un barco que había recogido a prófugos de las barcazas y dijeron. “Dadnos a las mujeres y a los niños y llevaos a los hombres”. Esto hacen los traficantes.

Y las cárceles de los traficantes para los que vuelven, son terribles, son terribles. Las cárceles de los traficantes, que han regresado son terribles. En los lagers de la Segunda Guerra Mundial se veían cosas como estas: mutilaciones, torturas… y luego tiran a los hombres a las fosas comunes.

Por esto los gobiernos se preocupan de que no vuelvan ni caigan en las manos de esta gente. Es una preocupación mundial. Sé que los gobiernos hablan de esto, quieren llegar a un acuerdo, también modificar el acuerdo de Dublín.

En España habéis tenido el caso de esta nave que llegó a Valencia. Pero todo este fenómeno es un desorden. El problema de las guerras es difícil de resolver; el problema de la persecución de cristianos, también en Medio Oriente y en Nigeria.

Pero el problema del hambre se puede resolver. Y tantos gobiernos europeos están pensando en un plan de urgencia para invertir en esos países, invertir inteligentemente para dar trabajo y educación, estas dos cosas, en los países de donde proceden estas personas.

Porque —sin ofender, pero es verdad— en el inconsciente colectivo hay un lema muy feo: “África es para ser explotada”. Esto en el inconsciente: “Son africanos… tierra de esclavos”. Y esto debe cambiar con este plano de inversión, de educación, de desarrollo, porque el pueblo africano tiene muchas riquezas culturales, muchas. Y tienen una gran inteligencia: los niños son inteligentísimos y con una buena educación pueden ir más allá. Este será el camino a medio plazo.

Pero por el momento los gobiernos deben ponerse de acuerdo para salir adelante de esta emergencia. Esto aquí, en Europa.

Vamos a América. En América hay un problema migratorio grande, en América Latina hay un problema migratorio interno. En mi patria hay un problema migratorio del norte al sur. La gente deja el campo porque no hay trabajo y va a las grandes ciudades y hay estas megalópolis, chabolismo y todas estas cosas… Pero también una migración exterior hacia otros países que dan trabajo, hablando concretamente hacia Estados Unidos. Yo estoy de acuerdo con lo que dicen los obispos de ese país. Estoy de su parte. Gracias

Greg Burke: Gracias, Santidad. Ahora está el grupo inglés, Deborah Castellano Lubov, de la agencia Zenit.

Deborah Castellano Lubov: Gracias. Santidad, en su discurso de hoy en el Encuentro Ecuménico se ha referido a la enorme fuerza del Evangelio. Sabemos que algunas de las Iglesias del World Council of Churches son las llamadas “Iglesias de la paz”, que creen que un cristiano no puede usar la violencia. Recordamos que hace dos años en el Vaticano hubo una conferencia organizada para replantear la doctrina de la “guerra justa”. Entonces, Santidad, la pregunta es ¿usted cree que la Iglesia Católica debe unirse a estas llamadas “Iglesias de la paz” y dejar de lado la teoría de la “guerra justa”?. Gracias.

Papa Francisco: Una pregunta: ¿Por qué dice que hay “Iglesias de la paz?

Deborah Castellano Lubov: Son consideradas “Iglesias de la paz” porque tienen la concepción de que una persona que use la violencia ya no puede ser considerada cristiana

Papa Francisco: Gracias. Lo he entendido. Usted ha puesto el dedo en la llaga… Hoy en el almuerzo un pastor dijo que tal vez el primer derecho humano es el derecho a la esperanza y eso me gustó, y tiene que ver con este tema. Hemos hablado sobre la crisis de los derechos humanos hoy. Creo que debo comenzar con esto para pasar a su pregunta. La crisis de los derechos humanos se ve con claridad. Se habla un poco de derechos humanos, pero muchos grupos o algunos países toman distancia.

Sí, tenemos derechos humanos, pero no hay ni la fuerza ni el entusiasmo ni la convicción ya no digo de hace 70 años, sino de hace 20 años. Y esto es grave porque debemos ver las causas. ¿Cuáles son las causas por las que hemos llegado a esto? Que hoy los derechos humanos son relativos.También el derecho a la paz es relativo. Es una crisis de derechos humanos. Tendríamos que replanteárnoslo a fondo.

Luego, las llamadas “Iglesias de la paz”. Creo que todas las Iglesias que tienen este espíritu de paz deben reunirse y trabajar juntas como hemos dicho en los discursos de hoy, tanto yo como las otras personas que han hablado, y en el almuerzo también se ha hablado. La unidad por la paz. Hoy la paz es una exigencia porque hay el riesgo de una guerra…

Alguien ha dicho: Esta tercera guerra mundial, si se combate, no sabemos con qué armas se combatirá, pero si hubiese una cuarta se combatirá con bastones porque la humanidad estará destruida. El compromiso por la paz es algo serio. ¡Cuando se piensa en el dinero que se gasta en armamento!… Por eso las “Iglesias de la paz”: ¡pero es el mandato de Dios, la paz, la fraternidad, la humanidad unida!…

Y todos los conflictos no se deben resolver como Caín, sino con la negociación, con el diálogo, con la mediación. Por ejemplo, estamos en crisis de mediación. La mediación, que es una figura jurídica inapreciable, hoy está en crisis. Crisis de esperanza, crisis de derechos humanos, crisis de mediación, crisis de paz.

Pero luego, si usted dice que hay “Iglesias de la paz”, me pregunto: ¿hay “Iglesias de la guerra”? Es difícil entenderlo. Es difícil, pero ciertamente hay algunos grupos, y yo diría en casi todas las religiones, grupos pequeños —simplificando un poco diré— “fundamentalistas”, que buscan la guerra. También nosotros católicos tenemos alguno que busca siempre la destrucción. Y esto es muy importante tenerlo ante los ojos. No sé si he respondido.

Me dicen que la gente quiere cenar; que queda el tiempo justo para llegar con el estómago lleno…Solo quiero decir una palabra claramente. Hoy ha sido una jornada ecuménica, propiamente ecuménica Y en el almuerzo hemos dicho algo muy bonito, que les dejo a ustedes para que reflexionéis y penséis sobre ello: En el movimiento ecuménico debemos quitar del diccionario una palabra: proselitismo. ¿Está claro? No puede haber ecumenismo con proselitismo; hay que escoger: O eres de espíritu ecuménico o eres un “proselitista”. Gracias. Yo seguiría hablando porque me gusta pero…

Y ahora, vamos a llamar al sustituto [de la Secretaría de Estado] porque es el último viaje que hace con nosotros, porque ahora cambiará de color [será cardenal] ¡pero no por vergüenza! Queremos despedirlo y habrá una tarta sarda para celebrarlo.

Monseñor Giovanni Angelo Becciu: ¡Gracias! Es una doble sorpresa, llamarme aquí y darme las gracias frente a vosotros. Y luego una tarta de Cerdeña… ¡bien!, la probaremos con gusto. Doy las gracias al Santo Padre por esta ocasión, pero por todo, por todo, porque me ha dado esta maravillosa experiencia de viajar tanto con él.

Al principio me había asustado, había dicho: “No, haré pocos viajes”, ¿se acuerda? Y luego, después de uno, añadía otro y otro, y nos dijimos: “¡Menos mal que había dicho que serían pocos!”. Y han sido tantos. Una experiencia magnífica ver al Santo Padre difundir valientemente la Palabra de Dios. Mi servicio ha sido solamente éste: ayudarlo a hacerlo. Gracias a todos vosotros y a los que nos han ayudado. Gracias.

Papa Francisco: Buen apetito, buena cena y muchas gracias. Y rezad por mí, por favor. Gracias.