Este domingo 22 de julio, la Iglesia Católica celebró la fiesta litúrgica de María Magdalena.

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La mujer bíblica es definida en el nuevo prefacio de la misa como “la apóstola de los apóstoles”. Fue ella la primera en anunciar la resurrección de Cristo, la primera que vio el rostro del resucitado entre los muertos, la primera a quien Jesús llamó por su nombre: ella, mujer de la que un día salieron siete demonios y en su lugar entró el cielo.

María de Magdala tuvo la gracia de las lágrimas, aquellas derramadas sobre los pies de Jesús y secadas con sus cabellos.

Hace dos años, el 10 de junio de 2016, el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, emitió un decreto en el que, siguiendo la voluntad del Papa Francisco, se estableció que la memoria litúrgica de Santa María Magdalena se eleve al rango de fiesta.

En los Evangelios se habla de María de Magdala, la pecadora (Lc. 7, 37-50); María Magdalena, una de las mujeres que seguían al Señor (Jn. 20, 10-18) y María de Betania, la hermana de Lázaro (Lc. 10, 38-42).

La liturgia romana identifica a tres mujeres con el nombre de María Magdalena, como lo hace la antigua tradición occidental desde la época de San Gregorio Magno.