Papa Francisco, en la rueda de prensa durante el vuelo de regreso de Africa a Roma el 10 de septiembre 2019, Foto: Agencias
Papa Francisco, en la rueda de prensa durante el vuelo de regreso de Africa a Roma el 10 de septiembre 2019, Foto: Agencias

Ante una pregunta en la rueda de prensa en el vuelo de regreso de África a Roma sobre la posibilidad de un cisma en la Iglesia norteamericana, que se destaca por tener un sector conservador que suele atacarlo continuamente, el Papa Francisco se mostró muy tranquilo y dijo que en la historia se han dado “varios cismas”, entre ellos uno después del Concilio Vaticano I y otro después del Concilio Vaticano II, durante el pontificado de Juan Pablo II, cuando se separaron los seguidores de Marcel Lefebvre.

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Subrayó que no le tiene miedo a los cismas, pero reza “para que no haya otro, porque está de por medio la salud espiritual de mucha gente; rezo para que haya diálogo, corrección cuando haya una equivocación. Pero el camino del cisma no es cristiano”.

¿Cómo fue?

Veamos el contexto:

Durante el vuelo a Mozambique, el Papa recibió un ejemplar de un libro sobre sus detractores norteamericanos. Y su reacción fue decir, aquel miércoles 4 de septiembre, que para él es un honor “si los estadunidenses me atacan”.

Francisco hizo esta declaración al recibir un ejemplar del libro How America wants to change the Pope (Cómo Estados Unidos quiere cambiar al Papa).

El autor es el periodista francés Nicholas Senèze, corresponsal en el Vaticano del diario católico La Croix, quien se lo entregó al Papa a bordo del avión.

De inmediato, el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, aclaró que los comentarios de Francisco se hicieron en un contexto informal.

“Este libro es una bomba”, dijo el Papa bromeando al recibir el ejemplar en el que se reconstruyen las maniobras realizadas en el último año por el lobby de la extrema derecha católica de EU para tratar de presionar al Pontífice para que renuncie e influir en un nuevo cónclave.

Senèze narra cómo los sectores conservadores estadunidenses odian al Papa por sus mensajes de misericordia dirigidos a los migrantes, la separación de las madres centroamericanas de sus hijos en la frontera, su diálogo con China, sus denuncias contra el capitalismo, el comercio de las armas, el clericalismo, la economía que mata, su defensa del medio ambiente, la convocatoria de un Sínodo sobre la Amazonia, su llamamiento a terminar con la pena de muerte y las aperturas hacia los divorciados vueltos a casar.

En ese grupo de enemigos del Papa están, entre otros, ideólogos como Steve Bannon, ex jefe de estrategia de Trump, además del cardenal estadunidense Raymond Burke.

Durante el vuelo de regreso a Roma, Francisco recibió la pregunta de Jason Horowitz, periodista del The New York Times.

-En el vuelo a Maputo usted ha reconocido estar bajo ataque de un sector de la Iglesia estadunidense. Obviamente hay fuertes críticas en la prensa, los sitios web y la televisión e incluso algunos aliados de los más cercanos han hablado de un complot contra usted. ¿Hay alguna cosa que estos críticos no comprendan de su pontificado o hay alguna cosa que usted haya aprendido de estas críticas de Estados Unidos?

Otra cosa, ¿usted teme un cisma en la Iglesia estadunidense y si hay algo que usted podría hacer como un diálogo para ayudar al pontificado?

-Primero que nada, las críticas siempre ayudan. Siempre. Cuando uno recibe una crítica, rápidamente se debe hacer autocrítica y decir ‘esto es cierto’, ‘esto no’, o ver hasta qué punto.

Yo siempre en las críticas veo ventajas. A veces enojan, pero sí hay ventajas.

Luego, en el viaje de ida a Maputo vino uno de ustedes. ¿Fuiste tú quien me dio el libro? Uno de ustedes me dio ese libro en francés. Yo sabía del libro pero no lo he leído.

Las críticas no son sólo de los estadunidenses, son un poco de todos lados, también de la curia (vaticana). Al menos quienes las dicen tienen la ventaja de la honestidad de decirlo y me gusta esto. No me gusta cuando las críticas van debajo de la mesa, te sonríen y te muestran los dientes y luego te dan una puñalada por detrás. Esto no es leal, no es humano.

La crítica es un elemento de construcción y si tu crítica no es certera prepárate a recibir la respuesta y a dialogar, a una discusión y llegar a un punto justo. Esta es la dinámica de la verdadera crítica.

En cambio, la crítica de las gotas de arsénico de las que hablaba este artículo que le di al padre Rueda es un poco tirar la piedra y esconder la mano. Esto no sirve, esto no ayuda. Ayuda a los pequeños grupitos cerrados que no quieren escuchar la respuesta a la crítica.

Una crítica que no quiere escuchar la respuesta, lanza la piedra y esconde la mano. En cambio, una crítica leal es ‘pienso esto, esto y esto’ y está abierta a la respuesta. Es algo que construye y ayuda.

En el caso del Papa se dice “Esto no me gusta del Papa”. Hago la crítica y espero la respuesta, voy con él, hablo, escribo un artículo y le pido responder. Esto es leal, esto es amar a la Iglesia.
Hacer una crítica sin querer escuchar la respuesta y sin dialogar y no querer a la Iglesia es ir hacia atrás con una idea fija: cambiar de Papa, cambiar el estilo o hacer un cisma. Esto es claro, ¿no? Siempre una crítica leal es bien recibida, al menos por mí.

Segundo, el problema del cisma. En la Iglesia hubo muchos cismas. Luego del Concilio Vaticano I, tras la última votación sobre la infalibilidad (papal), un buen grupo se fue, se alejó de la Iglesia y fundó a los veterocatólicos para ser honestos a la tradición de la Iglesia. Luego encontraron un desarrollo diferente y ahora ordenan mujeres, pero en ese momento eran rígidos, iban tras una ortodoxia que les hacía pensar que el Concilio se había equivocado. Otro grupo se fue sin votar, calladito sin querer votar.

El Concilio Vaticano II ha creado estas cosas. Tal vez el alejamiento más conocido es el de Lefebvre. Siempre está la opción cismática en la Iglesia. Es una de las opciones que el Señor deja siempre a la libertad humana.

No le tengo miedo a los cismas. Rezo para que no haya porque está de por medio la salud espiritual de mucha gente. Rezo para que haya diálogo, corrección cuando hay una equivocación, pero el camino del cisma no es cristiano.

Pero si pensamos en el inicio de la Iglesia, cómo ha comenzado la Iglesia con tantos cismas, uno tras otro, basta leer la historia de la Iglesia con los arrianos, los gnósticos, los monofisistas, todos estos.

Un cisma es siempre un estado exquisito de la ideología alejada de la doctrina, una ideología tal vez justa pero que entra en la doctrina y la aleja y se convierte en doctrina entre comillas, pero por un tiempo. Por esto rezo para que no haya cismas, pero no les tengo miedo.

Habrá reacciones… mil.