El Papa Francisco admitió abiertamente los fracasos de la Iglesia al enfrentar los escándalos de abuso sexual, que han vuelto a los titulares recientemente con revelaciones de abuso y encubrimiento en la Iglesia estadunidense, chilena y ahora alemana.

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¿Qué dijo?

“Sabemos —así nos lo habéis dicho— que muchos jóvenes no nos piden nada porque no nos consideran interlocutores significativos para su existencia. Esto es feo, cuando una Iglesia, una comunidad se comporta de tal manera que los jóvenes piensan: ‘Estos no me dirán nada que me sirva para mi vida’. Algunos incluso piden que los dejemos en paz, sienten la presencia de la Iglesia como algo molesto y hasta irritante. Y esto es verdad. Les indignan los escándalos económicos y sexuales ante los que no ven una firme condena, el no saber interpretar adecuadamente la vida y la sensibilidad de los jóvenes por falta de preparación o simplemente el rol pasivo que les asignamos (cf. Sínodo dedicado a los Jóvenes, Instrumentum laboris, 66). Estos son algunos de sus reclamos.

Queremos responder a ellos, queremos, como vosotros mismos lo expresáis, ser una «comunidad transparente, acogedora, honesta, atractiva, comunicativa, asequible, alegre e interactiva» (ibíd., 67), es decir, una comunidad sin miedo. Los temores hacen que nos encerremos. Los temores nos instan a ser proselitistas. Y ser hermanos es otra cosa: el corazón abierto y el abrazo fraterno”.

Y más tarde abordó del vuelo en su regreso Roma.

Stefanie Stahlhofen, de la radio austriaca CIC, le preguntó: Santo Padre, en el encuentro ecuménico en Tallin usted dijo que los jóvenes frente a los escándalos sexuales no ven una condena clara de parte de la Iglesia Católica. En Alemania se publicó hoy una nueva investigación sobre los abusos sexuales y cómo la Iglesia ha tratado tantos casos.

Papa Francisco: Sobre esto hablaré después del viaje, responderé primero las preguntas sobre el viaje. Gracias. Esta es la regla. Pero será la primera pregunta después del viaje.

Y lo hizo….

Y ahora hablo sobre el encuentro con los jóvenes hoy. Los jóvenes se escandalizan. Introduzco aquí la primera pregunta que era sobre algo distinto del viaje. Los jóvenes se escandalizan de la hipocresía de los grandes. Se escandalizan de las guerras, se escandalizan de la incoherencia, se escandalizan de la corrupción, y en esto de la corrupción entra lo que usted decía de los abusos sexuales.

Es cierto que hay una acusación contra la Iglesia. Todos sabemos y conocemos las estadísticas, yo no las diré, pero si fuera solo un sacerdote el que abusa de un niño o una niña, esto es monstruoso porque ese hombre ha sido elegido por Dios para llevar al niño al cielo.

Entiendo que los jóvenes se escandalizan con esta corrupción tan grande. Saben que está en todo lugar, pero en la Iglesia es más escandaloso porque deben llevar a los niños a Dios y no destruirlos.

Los jóvenes buscan hacer su camino con la experiencia. El encuentro de los jóvenes hoy fue muy claro: ellos piden ser escuchados. Piden escucha. No quieren fórmulas fijas. No quieren un acompañamiento directivista.

La segunda parte de esta pregunta, que fue la primera después del viaje, era que la Iglesia no hace las cosas como debe en castigar esta corrupción.

Tomo, por ejemplo, el informe de Pensilvania, y vemos que en los primeros 70 años hubo muchos sacerdotes que cayeron en esta corrupción. Luego en un tiempo más reciente ha disminuido, porque la Iglesia se dio cuenta que debía luchar de otro modo.

En tiempos antiguos estas cosas se cubrían, también se cubrían en casa, cuando el tío violentaba a la sobrina, cuando el papá violentaba a los hijos, se cubrían porque era una vergüenza muy grande. Era el modo de pensar de los siglos pasados o del siglo pasado.

Hay un principio que me ayuda mucho a interpretar la historia: un hecho histórico es interpretado con la hermenéutica de la época en el que ocurrió, no con una hermenéutica dictada por el hoy. Por ejemplo, el indigenismo. Hubo tantas injusticias y brutalidades, pero no puede ser interpretado con la hermenéutica de hoy cuando tenemos otra conciencia. Un último ejemplo: la pena de muerte. El Vaticano, cuando era estado, tenía la pena de muerte. El último fue decapitado en 1870, más o menos, era un muchacho. Pero luego la conciencia moral crece.

Es cierto que siempre hay lagunas y condenas a muerte escondidas. Tú eres viejo, das fastidio, no te doy las medicinas y te vas. Es una condena a muerte social de hoy. Creo que con esto he respondido: la Iglesia… tomo el ejemplo de Pensilvania. Miren las proporciones y miren cuando la Iglesia ha tomado conciencia de esto y lo ha puesto todo.

En los últimos tiempos he recibido muchas pero muchas condenas de la Congregación para la Doctrina de la Fe y he dicho “adelante, adelante”. Nunca he firmado, después de una condena, un pedido de gracia. Sobre esto no se negocia, no hay negociado”.