El acuerdo sobre Jerusalén —en el que se pide preservar a esta ciudad como símbolo pacífico de la coexistencia de todas las religiones— es ejemplo de los pactos que se logran a través de un diálogo humano, es decir, de aquel basado en la mente, el corazón y las manos, afirmó el Papa Francisco.

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En conferencia de prensa durante su viaje de regreso a Roma, luego de la visita que realizó por dos días a Marruecos, el Sumo Pontífice destacó también que, pese a las prohibiciones en algunos países, la libertad de culto y conciencia han ido creciendo.

—Su Santidad, usted ha estado durante dos días entre el islam, usted es el líder de la Iglesia Católica, se ha encontrado con el rey de Marruecos, que es creyente, ha conversado sobre la necesidad del acercamiento entre las religiones y las culturas, también ha firmado documentos (como el común acuerdo sobre Jerusalén) para hacer cosas concretas en este sentido. ¿En qué sentido esta visita, con todos estos acontecimientos importantes que ha tenido, refuerza el diálogo y la cercanía personal entre el jefe de la Iglesia Católica y la comunidad de los creyentes en Marruecos?   —preguntó Nadia Hammouchi, de la estación Radio 2M, de Marruecos.

El Papa respondió: “Siempre que hay diálogo fraterno hay una relación en varios niveles. Permítame una imagen: el diálogo no puede ser de laboratorio, tiene que ser humano. Y que sea humano quiere decir que se hace con la mente, el corazón, las manos. Así se hacen y se firman los pactos.

“Por ejemplo, el común acuerdo sobre Jerusalén no fue hecho por la autoridad de Marruecos y otra del Vaticano, sino por hermanos creyentes que sufren viendo esta ciudad de la esperanza todavía que no es universal como todos queremos. Todos queremos esto: judíos, musulmanes y cristianos. Todos queremos esto, por eso hemos firmado este deseo, más que un acuerdo es un deseo, un llamado a la fraternidad religiosa que está simbolizada en esta ciudad que es de todos nosotros, todos somos ciudadanos de Jerusalén, todos los creyentes.

“Me ha gustado también el encuentro con algunos líderes religiosos respetuosos y con intención de dialogar. Vuestros líderes religiosos son fraternos, son abiertos. Esta es una gracia. Sigamos adelante en este camino”.

—Buenas noches, Santo Padre. Ayer (el domingo) el rey de Marruecos dijo que protege a los judíos marroquíes y a los cristianos de otros países que viven en Marruecos. La pregunta es por los musulmanes que se convierten al cristianismo. Quiero saber si le preocupan estos hombres y mujeres que se arriesgan a ser encarcelados o, como en otros países musulmanes, como los Emiratos que usted ha visitado, o que se les aplique la pena de la muerte —cuestionó Nicolás Seneza, del periódico francés La Croix.

El Papa Francisco refirió: “Puedo decir que en Marruecos hay libertad de culto, hay libertad religiosa, hay libertad de pertenencia a un credo religioso. Luego, la libertad siempre se desarrolla, crece. Piensa tú, si nosotros los cristianos, hace 300 años, si teníamos esta libertad que tenemos hoy. La fe crece en la conciencia, en la capacidad de entenderse a sí misma.

“Un monje de ustedes, francés, Vincenzo Delerin, del siglo ocho o nueve, acuñó una expresión bellísima para explicar cómo se puede crecer en la fe, explicar mejor las cosas, crecer también en la moral, pero siempre siendo fiel a las raíces. Y él dijo tres palabras que marcan el camino. Dijo que crecer en la explicitación de la conciencia, de la fe y de la moral tiene que ser utanis consolidetur dilatetur tempore sublimetur aetate, es decir, el crecimiento debe ser consolidado en los años, extendido en el tiempo pero en la misma fe y sublimada con los años.

“Así se entiende, por ejemplo, que nosotros hoy hemos quitado del catecismo de la Iglesia Católica la pena de muerte, hace 300 años se quemaba vivos a los herejes, porque la Iglesia ha crecido en la conciencia moral, en el respeto de la persona.

“La libertad de culto crece también. Nosotros también tenemos que seguir creciendo. Hay gente, católicos que no aceptan lo que el Concilio Vaticano II ha dicho sobre la libertad de conciencia y de culto: ‘católicos, nosotros también tenemos este problema. Los hermanos musulmanes también crecen en la conciencia y algunos países no comprenden bien o no crecen como otros. En Marruecos sí hay este crecimiento.

“En este marco está el problema de la conversión. Algunos países aún no la ven, no sé si está prohibida, pero la práctica está prohibida. Otros países como Marruecos no hacen este problema. Son más respetuosos, abiertos, buscan cierto modo de actuar con discreción. Otros países con los que he hablado dicen que no tienen problema, pero prefieren que el bautismo lo hagan fuera del país y que vuelvan como cristianos. Son modos de progresar en la libertad de conciencia y la libertad de culto.

“Pero a mí me preocupa otra cosa: el retroceso de nosotros los cristianos, cuando cortamos la libertad de conciencia. Piensa en los hospitales donde los médicos no tienen derecho a la objeción de conciencia, por ejemplo, para la eutanasia.

“¿Cómo la Iglesia ha ido adelante y ustedes países cristianos van hacia atrás? Piensen en esto porque es verdad. Hoy nosotros los cristianos corremos el riesgo de que algunos gobiernos cristianos nos quiten la libertad de conciencia, que es el primer paso para la libertad de culto.

“No es fácil la respuesta pero no acusemos a los musulmanes. Acusemos también a nosotros, a estos países donde sucede esto. Nos debe avergonzar”.

Firman acuerdo

La tarde del sábado 30 de marzo, el Papa Francisco y el rey Mohammed VI firmaron un acuerdo sobre Jerusalén.

“Consideramos importante preservar la Ciudad Santa de Jerusalén como patrimonio común de la humanidad y especialmente para los fieles de las tres religiones monoteístas, como lugar de encuentro y símbolo de coexistencia pacífica, donde se cultivan el respeto mutuo y el diálogo.

“Con este fin, se debe preservar y promover el carácter multirreligioso específico, la dimensión espiritual y la peculiar identidad cultural de Jerusalén.

“Esperamos, por lo tanto, que en la Ciudad Santa se garantice a los fieles de las tres religiones monoteístas la plena libertad de acceso y el derecho de cada uno de ellos a rendir culto allí, para que en Jerusalén, sus fieles eleven su oración a Dios, Creador de todos, por un futuro de paz y fraternidad en la Tierra”.