ENVIADA DESDE EL VATICANO

En su mensaje de clausura del encuentro sobre protección de menores en la Iglesia, el Papa Francisco detalló ocho medidas concretas para que los líderes católicos de todo el mundo continúen su trabajo en sus diócesis y congregaciones.

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Los resultados de la reunión no cumplieron con las expectativas de las víctimas y de un parte de la sociedad; ahí se reiteró que no se encubrirá a los abusadores.

Al llamar a la protección de los pequeños de “los lobos voraces”, el Pontífice reconoció que esos abusos cometidos por “consagrados deshonestos” son consecuencia del abuso del poder. Advirtió que dentro de estos casos dolorosos “veo la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los pequeños”.

En el inicio del mensaje, Bergoglio expuso las estadísticas de los abusos sexuales presentados por organizaciones internacionales, como Unicef, OMS, Interpol y Europol, en las que se menciona que los abusos sexuales a menores en su mayoría se cometen en el ámbito familiar, educativo y deportivo, pero un gran porcentaje no son denunciados.

Detalló estudios y cifras, además alertó sobre el desarrollo de la web y de los medios de comunicación que han contribuido a un crecimiento notable de los casos de abuso y violencia perpetrada online. Pero no reveló las cifras de los casos que tiene documentados la Congregación para la Doctrina de la Fe.

A los 190 asistentes, entre presidentes de conferencias episcopales y superiores de congregaciones, les reiteró que el objetivo de la Iglesia es escuchar, proteger y cuidar a los menores abusados, por eso se debe estar por encima de todas las polémicas ideológicas y las políticas periodísticas.

La Iglesia, dijo Francisco, tiene conciencia de que “se debe no solo limitar los gravísimos abusos con medidas disciplinares y procesos civiles y canónicos, sino también afrontar con decisión el fenómeno tanto dentro como fuera de la Iglesia”.

Por ello, consideró, “ha llegado la hora de encontrar el justo equilibrio entre los valores en juego y dar directrices uniformes para para la Iglesia, evitando los dos extremos: el justicialismo, provocado por el sentido de culpa por los errores pasados, y de la presión del mundo mediático y de una autodefensa que no afronta las causas y las consecuencias de estos graves delitos”.

Los ocho puntos propuestos son: protección de menores e impedir que sean víctimas de cualquier abuso psicológico y físico. Es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la institución.

Seriedad impecable. La Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a quienes haya cometido tales crímenes.

Una verdadera purificación. Se necesita imponer un renovado y perenne empeño hacia la santidad de los pastores. La formación es la exigencia de la selección y formación de los candidatos al sacerdocio.

Reforzar y verificar las directrices de las conferencias episcopales; acompañar a las personas abusadas.

Acerca del mundo digital, se trata de animar a los países a aplicar todas las medidas necesarias para limitar los sitios de internet que amenazan la dignidad del hombre, de la mujer y de los menores.

Combatir el delito sexual, así como la explotación económica de los niños, coordinar esfuerzos para que se permita perseguir legalmente a los delincuentes.

Al finalizar su mensaje, llamó a las autoridades y a las personas a luchar contra el abuso sexual de los menores.

El Papa Francisco dio lectura al documento conclusivo del encuentro durante la misa realizada en la Sala Regina del Palacio Apostólico. Ahí el cardenal Mark Benedict Coleridge, presidente de la Conferencia Episcopal de Australia, señaló que en estos días “hemos reflexionado sobre cómo el poder de la Iglesia puede destruir cuando se separa del servicio, cuando no es una forma de amar, cuando se convierte solo en poder”.

“A veces hemos preferido la indiferencia del hombre de la Tierra y el deseo de proteger la reputación de la Iglesia e incluso la nuestra. Hemos mostrado muy poca misericordia y por lo tanto recibiremos la misma, porque la medida que demos será la medida que recibamos a cambio”.