Al final de una misa celebrada en el marco de los festejos de la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo apóstoles, en El Vaticano, a la cual asistió una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla encabezada por Job, arzobispo de Telmissos, el Papa anunció que haría un regalo a su “hermano”, el Patriarca Bartolomé.

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La delegación se encontraba en la tumba del apóstol Pedro, bajo el altar de la Basílica Vaticana. Francisco le pidió al arzobispo Job que lo acompañara en auto y ambos fueron al Palacio Apostólico hasta llegar a la capilla de los apartamentos papales; en ese momento, el Papa tomó el relicario que su predecesor, Pablo VI, había colocado en la pequeña capilla y se lo ofreció a su huésped.

De inmediato, el arzobispo de Telmissos informó al Patriarca Bartolomé del regaló que le dio el Papa. La noticia fue recibida con inmensa alegría, y se organizó el viaje del relicario a Estambul, Turquía. Horas después, la mañana del domingo fue entregado el relicario en propia mano a Bartolomé por Andrea Palmieri, subsecretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, también en Estambul.

El Patriarca anunció el regalo personalmente y públicamente a los fieles, durante la celebración de la fiesta de los Apóstoles, que en la Iglesia Ortodoxa tiene lugar al día siguiente de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, esta vez el domingo 30 de junio.

“Esto es para nosotros un acontecimiento extraordinario e inesperado que no podíamos esperar”, afirmó el arzobispo Job. Históricamente, las reliquias de San Pedro siempre han estado en Roma y, por lo tanto, Roma ha sido el destino de peregrinación para los ortodoxos. Había algunas reliquias que antes habían viajado a Estambul, pero eran reliquias que se llevaron los cruzados, quienes, tras las buenas relaciones establecidas con la comunidad ortodoxa después del Concilio Vaticano II, hicieron su “regreso” a su patria.

El sábado 29 de junio el Papa presidió la misa de solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo, junto con los cardenales, los arzobispos metropolitanos y los obispos sacerdotes. Previamente, bendijo los Palios destinados a los 31 arzobispos metropolitanos nombrados durante este año, procedentes de los cinco continentes y presentes en esta celebración.

En su homilía, el Papa destacó que los apóstoles Pedro y Pablo se presentan ante nosotros como testigos que “no se cansaron nunca de anunciar, de vivir en misión, en camino, desde la tierra de Jesús hasta Roma” y que dieron testimonio de Jesús hasta el final, muriendo mártires. Así, el Santo Padre los ha mostrado como “testigos de vida, testigos de perdón y testigos de Jesús”.