Esta vez la plaza de San Pedro no estuvo decorada de tulipanes que se envían de Turquía, además no se realizó el rito del Resurrexit. ni tampoco hubo homilía debido al mensaje pascual.

El Papa Francisco celebró este domingo 12 de abril la misa del Domingo de Pascua, se le veía triste y solo. Nunca se habría imaginado un Domingo de Resurrección con una Basílica de San Pedro prácticamente vacía, apenas poquísimos colaboradores separados por la sana distancia obligada.

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Acto seguido oró por el mundo entero e impartió la bendición Urbi et Orbi a la humanidad y a toda la creación:

“Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua! Hoy resuena en todo el mundo el anuncio de la Iglesia: “¡Jesucristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!”, empezó su mensaje.

“Esta Buena Noticia se ha encendido como una llama nueva en la noche, en la noche de un mundo que enfrentaba ya desafíos cruciales y que ahora se encuentra abrumado por la pandemia, que somete a nuestra gran familia humana a una dura prueba. En esta noche resuena la voz de la Iglesia: ‘¡Resucitó, de veras, mi amor y mi esperanza!'”

Agregó: “Es otro contagio que se transmite de corazón a corazón, porque todo corazón humano espera esta buena noticia. Es el contagio de la esperanza”.

Esta vez el Papa no dio la bendición desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, como suele ocurrir en tiempos normales, sino que lo hizo desde adentro del templo, delante del famoso baldaquino de Bernini.

En su mensaje, dijo que hoy es “un tiempo de preocupación por el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo”.

E invitó a quienes tienen responsabilidades políticas a “trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas.

“Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia”.

Pidió que Jesús resucitado conceda esperanza “a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los prófugos y a los que no tienen un hogar. Que estos hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos. Procuremos que no les falten los bienes de primera necesidad, más difíciles de conseguir cuando muchos negocios están cerrados, como tampoco los medicamentos y, sobre todo, la posibilidad de una adecuada asistencia sanitaria”.

No es tiempo de egoísmo

“Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos”, subrayó.

Hizo un llamado especialmente a Europa, en este momento dividida entre los países del sur, como Italia y España, que claman por coronabonos para enfrentar la emergencia, y los del norte, como Holanda y Alemania, que se oponen a la unidad.

“Hoy la Unión Europea se encuentra frente a un desafío histórico del que dependerá no sólo su futuro, sino el del mundo entero. Que no pierda la ocasión para demostrar, una vez más, la solidaridad, incluso recurriendo a soluciones innovadoras”, exhortó.

Pidió por los refugiados, desplazados y migrantes

El Pontífice recordó a las poblaciones donde se producen crisis humanitarias, en Asia y África, como en la Región de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique.

También pidió que Jesús “reconforte el corazón de tantas personas refugiadas y desplazadas a causa de guerras, sequías y carestías. Que proteja a los numerosos migrantes y refugiados —muchos de ellos son niños—, que viven en condiciones insoportables, especialmente en Libia y en la frontera entre Grecia y Turquía.

Le faltó incluir al Papa los migrantes que EU ha deportado.

Donald Trump ha expulsado a alrededor de 10 mil inmigrantes desde el inicio de la crisis por la pandemia amparado en las normas de emergencia adoptadas para evitar su propagación.

Al final el Papa pidió porque se resuelva la situación de Venezuela…

“Que el Señor permita alcanzar soluciones prácticas e inmediatas en Venezuela, orientadas a facilitar la ayuda internacional a la población que sufre a causa de la grave coyuntura política, socioeconómica y sanitaria”.

Al final dijo que las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡Queremos suprimirlas para siempre! Esas palabras pareciera que prevalecen cuando en nosotros triunfa el miedo y la muerte; es decir, cuando no dejamos que sea el Señor Jesús quien triunfe en nuestro corazón y en nuestra vida. Que él, que ya venció la muerte abriéndonos el camino de la salvación eterna, disipe las tinieblas de nuestra pobre humanidad y nos introduzca en su día glorioso que no conoce ocaso. Con estas reflexiones, les deseo Feliz Pascua”…

La bendición Urbi et orbi (a la ciudad de Roma y al mundo en latín) sólo se imparte en dos fechas: el Domingo de Pascua y el día de Navidad; también se imparte el día de la elección de un nuevo pontífice.

Excepcionalmente, Francisco decidió concederla en la oración especial que celebró el pasado 27 de marzo en la plaza de San Pedro, frente a este momento de emergencia sanitaria; han sido dos bendiciones en menos de un mes…

Aquí el mensaje completo:

COMUNICADO DE PRENSA (EN ITALIANO): MENSAJE PASCUAL DEL SANTO PADRE Y BENDICIÓN “URBI ET ORBI” 12 04 2020