107 Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano
107 Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano

El arzobispo Rogelio Cabrera López, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), afirmó que ante el actual contexto político, donde algunas voces les piden a los obispos una actitud de oposición, mantendrán una posición de respeto a las autoridades civiles y colaboración.

Aclaró que no será un “colaboracionismo cómplice y supuestamente útil”, además de que lo harán “sin renunciar a nuestro derecho de exponer la verdad en la que creemos”.

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Al inaugurar la 107 Asamblea Plenaria de la CEM, el arzobispo Cabrera López expuso las tres respuestas inmediatas en las que trabajarán: sacerdotes, migrantes y jóvenes.

Ante el nuncio apostólico, Franco Coppola, y cerca de un ciento de obispos, consideró que la emergencia pastoral más apremiante son los sacerdotes.

“Los protocolos para atender las denuncias sobre el abuso a los menores y a los adultos vulnerables han hecho que, en ocasiones, nos vean a los obispos como perseguidores o policías, minando la necesaria confianza filial que debemos despertar en ellos. Estamos en el reto de mantener el equilibrio, pues no podemos encubrir delitos, pero tampoco perder a nuestros presbiterios”, manifestó.

Recordó que el Papa Francisco ha dicho que una de las razones originales de la pederastia es el clericalismo. Por eso “como pastores, estamos llamados a combatirlo con la austeridad en nuestras vidas, entendida no sólo como necesaria sobriedad personal, sino como el ejercicio austero de nuestra autoridad. Dialogar más que imponer es nuestro reto”.

En una autocrítica, Cabrera López reconoció: “Nosotros, los obispos de México, debemos reconocer también que como Iglesia atravesamos una etapa de crisis y de gran dificultad, no sólo por los escándalos que tanto han afectado nuestra credibilidad y autoridad moral, sino por el cambio de época que estamos viviendo y al que no estamos respondiendo de manera adecuada”.

Reconoció que migrantes, jóvenes, mujeres, minorías y hasta los mismos sacerdotes “no siempre nos sienten cercanos y sensibles ante sus problemas. En este escenario tan cambiante, hay que situar el terrible flagelo de la pederastia, que no hemos sabido enfrentar en el pasado, pero que ahora estamos atendiendo con toda prontitud, privilegiando la atención a las víctimas y estableciendo compromisos y protocolos adecuados”.