Al participar en un evento organizado por la Universidad Pontificia de México, el también cardenal de Boston, indicó que “el abuso sexual es un delito que cometen personas enfermas, pero eso no le quita gravedad al delito, y que bajo ninguna circunstancia deben quedar impunes estos actos” Por eso reiteró que los obispos y superiores de las órdenes religiosas tienen la obligación de dar parte a las autoridades civiles, cooperar con ellas y no obstaculizar la acción de la justicia, de modo que deben anteponer los derechos de las víctimas y la seguridad de la propia comunidad.

El 95 por ciento de abusos sexuales contra menores, señaló se cometen en la propia familia y en ambientes ajenos a la iglesia, pero “el delito es mucho más grave cuando lo comete algún sacerdote o religioso, porque traiciona la confianza de su víctima, traiciona a Dios y comete un pecado y causa daño a la iglesia en su credibilidad y confianza”.

La iglesia, reiteró tiene la obligación de colaborar con la autoridad civil en las investigaciones, luego de una denuncia, pero los obispos o personas competentes designadas por ellos, también deben hacer sus propias indagaciones y en todo momento deben dar acompañamiento tanto a las víctimas como a los acusados, ya sea que estos resulten inocentes o culpables.