Foto:Fred Álvarez

Cuando la madre del joven denunció los hechos no hubo castigo para Carlos López.

El delito de violación cometido por Carlos López Valdez empezó en 1994 y siguió hasta 1999, cuando el inculpado era el párroco de los templos de San Agustín de las Cuevas y San Judas Tadeo, en la delegación Tlalpan de la Ciudad de México.

Muchos años después la víctima, Jesús Romero Colín, denunció los hechos criminales; primero lo hizo con las autoridades eclesiásticas. El 22 de marzo de 2017, la madre de la víctima, la señora Esperanza Colín, habló con el entonces obispo Jonás Guerrero Corona, responsable de la VI Vicaria, para exponerle el asunto.

Al enterarse de la gravedad del caso, las autoridades eclesiásticas actuaron equivocadamente; lo que hicieron (está documentado) fue pedirle que atendiera su problemática emocional y “conductas inadecuadas” y lo enviaron a la Casa Damasco. El clérigo siguió ejerciendo su ministerio varios meses más como si nada hubiera pasado.

Gracias a la presión mediática –vía reportajes en medios impresos y electrónicos y también al filme Agnus Dei– le suspendieron “momentáneamente” la licencia sacerdotal e iniciaron un juicio canónico que duró varios años, primero en el Tribunal Interdiocesano de la Arquidiócesis Primada de México y al final el caso llegó a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Le fue retirado el grado sacerdotal; esos hechos concluyeron en enero de 2011.

Las pruebas presentadas por el tribunal fueron “contundentes”, entre ellas un disco compacto con pornografía infantil que incluye imágenes de la víctima tomadas por el propio agresor.

Los abogados de la víctima interpusieron, el 17 de agosto de 2007, una demanda penal contra el ex cura por violación y abuso sexual; después acudieron a presentar una queja ante la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México e incluso fueron al Comité de Derechos del Niño de la ONU.

Tuvo que llegar una fiscal valiente para que reabriera el caso, y también tuvo que llegar (en marzo de 2013) Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco. Por esos días, el caso de Romero Colín llegó a los oídos del Santo Padre.

De hecho, Jesús Romero le escribió una carta personal al nuevo papa jesuita explicando su situación. La sorpresa para la víctima fue que Francisco le respondió con una misiva muy personal con el sello azul marino del Estado de la Ciudad del Vaticano, fechada el 19 de julio de 2013; es decir, con apenas tres meses en el cargo.

En 2015, Jesús la hizo pública, la compartimos de nuevo:

“Tengo recibida su carta. Con dolor, vergüenza, la releí y también con los mismos sentimientos la respondo. Perdón en nombre de la Iglesia, así con sencillez se lo pido. No me sale otra palabra.

“Y rezo por usted y por todos los que pasaron por ese martirio. Quiero estar cercano. En usted, y en los que han sufrido lo mismo, veo la cara de Cristo ultrajada.

“Estoy a su lado y, por favor, le pido que rece por mí. Que Jesús lo bendiga y la Virgen Santa lo cuide.

“Fraternalmente, Francisco”.