El Sábado Santo es día de luto para los católicos. Se trata de un día de silencio en el que no hay celebración eucarística, ni se concede celebrar el Matrimonio, ni administrar otros sacramentos, a excepción de la Penitencia y la Unción de los Enfermos.

En la Iglesia Católica también se conmemora la Soledad de María después de llevar al sepulcro a Cristo y quedar solo en compañía del apóstol Juan.

El Sábado Santo es el nombre que se le da al día de la semana del primer plenilunio (o luna llena) de primavera. Es el último día del Triduo Pascual (es decir, del jueves, viernes y sábado antes de la resurrección de Jesús) y da por concluida la Semana Santa.

La Vigilia

La Vigilia Pascual en la noche del Sábado Santo es la más importante de todas las celebraciones cristianas, porque conmemora la resurrección de Jesús. Vigilia significa pasar “una noche en vela” y cobra un sentido especial porque recuerda el pasaje bíblico en el que un grupo de mujeres llega al sepulcro para terminar de embalsamar a Jesús, pero no encuentran su cuerpo (Marcos 16:01). Luego, un ángel se aparece y les dice: “¿Buscan a Jesús el Nazareno? No está aquí. Ha resucitado. Decidles a sus discípulos que vayan a Galilea y allí lo verán” (Mateo 28, 6).

Durante la Vigilia Pascual se realizan tres actos importantes: el primero es la Celebración del Fuego Nuevo, en el que se bendice el fuego y se enciende el cirio pascual. En el segundo se entona el Pregón Pascual y se da la liturgia de la Palabra, durante la que se repasan siete Lecturas. El tercer acto es cuando la Iglesia entera renueva sus promesas bautismales.

El papa Francisco presidirá la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro, a partir de las 20:30 horas de Roma y se podrá ver en vivo.

La ceremonia en el Vaticano comienza con la tradicional bendición del fuego en el atrio de la Basílica, seguida por la procesión con el Cirio Pascual y el Exsultet, que es un poema escrito alrededor del año 300 que proclama que Jesús es el fuego nuevo, y se pone especial atención a la figura de la Santísima Virgen María quien en soledad vela junto a la tumba de su amado Hijo.

El Exsultet es uno de los himnos más hermosos y emotivos de toda la liturgia romana, pues canta el triunfo definitivo de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, el triunfo de la luz del Salvador sobre las tinieblas que parecían haber vencido al rey de la vida.

El Exsultet

Esta es la noche en que,

rotas las cadenas de la muerte,

Cristo asciende victorioso del abismo.

¿De qué nos serviría haber nacido

si no hubiéramos sido rescatados?

Exulten por fin los coros de los ángeles,

Exulten las jerarquías del cielo,

y por la victoria de rey tan poderoso

que las trompetas anuncien la salvación.

Goce también la tierra, inundada de tanta claridad,

y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,

se sienta libre de la tiniebla,

que cubría el orbe entero

Durante la ceremonia de este año el Papa Francisco bautizó a tres mujeres y cinco hombres, de entre 28 a 52 años de edad. Son cuatro italianos, un albanés, un nigeriano, un estadounidense y un peruano.

Además, invitó a rezar especialmente por las familias, los pobres y los que sufren, sin olvidar orar para que los pastores de la Iglesia vivan una verdadera sed de salvación de cada hombre.

Las lecturas

En la misa de este sábado por la noche son repasadas lecturas del Antiguo Testamento, el relato de las maravillas que hizo Dios con su pueblo. En cuanto al Nuevo Testamento se leen las maravillas que Cristo ha hecho para liberar a su pueblo de la muerte mediante el bautismo y abrir las puertas de la Vida Eterna con su resurrección.

Se repasan siete lecturas que narran desde la Creación hasta la Resurrección, entre éstas las del libro del Éxodo, que es la más importante ya que relata el paso de los israelitas por el Mar Rojo cuando huían de las tropas egipcias para ser salvados por Dios, y se recuerda que Dios nos salva por su Hijo.

Durante esta parte de la celebración, los fieles renuevan su compromiso bautismal para lo que entonan las promesas propias del sacramento del bautismo, mediante el cual, como señala el Apóstol San Pablo, “fuimos sepultados con Cristo en la muerte, para que así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva”.