Por Fernando Díaz Naranjo

Si hacemos un repaso por los datos estadísticos de los últimos procesos electorales federales desde el nacimiento de una nueva normatividad electoral luego de las polémicas elecciones presidenciales de 1988, tenemos que, de 1991 a 2015 se han llevado a cabo 9 procesos electorales, de los cuales las elecciones de 1991, 1997, 2003, 2009 y 2015 son consideradas intermedias, toda vez que, a nivel federal, sólo se renovaron los 500 diputados federales.

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De estos procesos en la elección de 1991 es donde hubo un mayor número de votantes, con un 65.97%, es decir, se registró un abstencionismo del 34.03%. En la elección de 1997 votó el 57.69%, consecuentemente, hubo un abstencionismo del 42.31%. En la elección de 2003 ha sido hasta el momento la elección intermedia en la que se alcanzó el mayor abstencionismo registrado: el 58.68%.

Cifras muy similares se registraron en los procesos electorales federales de 2009 y 2015, en donde el abstencionismo alcanzó cifras del 55.24% y del 52.28%, respectivamente.

La media alcanzada de participación en estos cinco procesos “intermedios” fue alrededor del 51% por un 49% de abstencionismo, cifra por demás preocupante por muchas razones que expondremos más adelante, pero que resaltamos la merma a nuestro sistema democrático y al esfuerzo de muchos entes públicos que ponen la mesa a los invitados y sólo llegan la mitad al banquete electoral.

Ahora bien, al analizar los procesos electorales, donde, además de la renovación de los diputados federales, también se renovaron los senadores, así como la presidencia de la República, de 1994 a 2015, encontramos que se han registrado 4 procesos electorales federales completos. Así, la elección que tuvo verificativo en el año de 1994, se registró la participación ciudadana más alta con un 77.16%. Esta elección es en la que más ha participado la población ya sea en una elección “intermedia” o “completa” federal. En la elección del año 2000 la participación de los electores en las urnas disminuyó poco más de 13 puntos porcentuales, al ubicarse en un 63.97%.

Posteriormente, se registró la elección más competida en la historia de las elecciones presidenciales, la del año 2006. En esta contienda, participó el 58.55% de los ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores. La elección de 2012 significó el fin del panismo y, consecuentemente, el regreso del PRI a la Presidencia de la Republica con Enrique Peña Nieto.

Finalmente, llegamos al presente proceso electoral con casi 90 millones de electores que es la población potencial electoral, la más grande registrada y ante una elección muy compleja por muchas razones.

En esta elección, de entrada, a nivel federal se renovará el Ejecutivo Federal, así como los 500 diputados y los 128 senadores.

A nivel local destaca que en 30 de las 32 entidades federativas en 30 habrá elecciones de manera concurrente con la elección federal. Así estarán en juego 8 gubernaturas, así como la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México; 972 diputaciones locales, 1,596 presidencias municipales, 16 alcaldías, 1,237 concejales, 1,664 sindicaturas, 12,013 regidurías, 19 regidores étnicos, así como habrá elecciones en 24 juntas municipales de donde se renovarán las 24 presidencias los 24 síndicos y las 96 regidurías.

Al respecto, el Instituto Nacional Electoral (INE) señaló ante diversos medios de comunicación una estimación de alrededor el 70% de los electores inscritos, esto es que aproximadamente 63 millones de ciudadanos definirán el rumbo del país por los próximos años.

Posteriormente, resultará interesante analizar el grado de participación ciudadana a nivel federal por tipo de elección, así como la registrada a nivel local, por entidad federativa, municipio o demarcación territorial. Esto permitirá focalizar estrategias que incentiven a que los ciudadanos acudan a votar.

Consecuentemente, debemos procurar que el abstencionismo quede en un margen menor, ya que el mismo demuestra apatía, enojo o hasta inconformidad y, la mejor forma de acabar con ella es participando, manifestándonos, votando por la opción que consideremos mejor.