El pasado primero de julio México vivió una verdadera fiesta cívica, que ni los actos clientelares o de violencia lograron ensombrecer, lo que demuestra que la democracia en el país “camina con paso firme hacia la madurez”, consideró la Arquidiócesis de México.

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En el editorial del semanario Desde la Fe, destacó que el reconocimiento que ese día hicieron los tres candidatos presidenciales perdedores, aun sin un conteo oficial, para que hubiera un virtual ganador representa un “hecho histórico que parece poner fin a los conflictos” postelectorales que tanto daño hicieron al país en otros tiempos.

Hizo ver que mediante una intensa participación ciudadana el pueblo optó por la alternancia en el poder, por lo que Andrés Manuel López Obrador, como presidente electo, y Claudia Sheinbaum, como jefa de Gobierno de la Ciudad de México, han sido legitimados no sólo con la confianza que les han dado millones de mexicanos con su voto, sino también por el reconocimiento de diversas autoridades y organizaciones internacionales.

En el texto, titulado “Colaborar en paz”, la Arquidiócesis de México manifestó que López Obrador ha dejado en claro cuáles serán sus prioridades, que en el fondo tienen que ver con extirpar los vicios que más han dañado al país.

Sin embargo, advirtió que este programa de gobierno “corre el riesgo de venirse abajo si todos los mexicanos no logramos dejar atrás las divisiones y confrontaciones propias de las contiendas políticas, y dar el paso a la reconciliación, un factor vital para enfrentar en la unidad todo lo que se interponga en el camino hacia el desarrollo nacional”.

Recordó que entre las promesas del virtual presidente electo están combatir la corrupción y la impunidad, promover la austeridad gubernamental, impulsar fondos para el desarrollo, rescatar el campo de la situación de deterioro en que se encuentra y poner en el centro de las políticas sociales a los pobres y a las comunidades indígenas. “Todas ellas son demandas legítimas que el pueblo mexicano en general apoya y aplaude.”

Por ello, la Iglesia “no sólo ha manifestado su disposición a trabajar con las nuevas autoridades en aquellos temas que favorezcan un auténtico bien común, sino que también ha insistido en la importancia de caminar por la senda del perdón hasta alcanzar un país en el que no haya vencedores ni vencidos, sino una sociedad con esperanza y a la altura de los desafíos que enfrenta este gran país.”