A las 21 horas del miércoles día de San José, el Santo Padre se unió desde la Casa Santa Marta para rezar el Rosario con los “Misterios Luminosos”; se trató de una iniciativa promovido por la conferencia de obispos italianos, pero a la cual se sumaron todas las conferencias episcopales del mundo.
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El rezo se dirigió a Roma y al Mundo (urbi et Orbi).
Los prelados italianos pidieron a todos. los fieles encender una vela o atar un paño blanco en las ventanas de las casas y rezar juntos el Rosario.
Antes del rezo, el pontífice envió un vídeo mensaje en el que invita a cada familia, a cada creyente, a cada comunidad religiosa a dirigirse al Señor para que guarde de manera especial a cada familia, especialmente a los enfermos y a las personas que los cuidan”.
“Queridos hermanos y hermanas, me uno a la oración que la Conferencia Episcopal ha querido promover, como un signo de unidad para todo el país”.
El Pontífice resalta que el Rosario “es la oración de los humildes y de los santos” y recuerda que debemos hacer que esta experiencia que estamos viviendo a causa del coronavirus nos acerque más a nuestros allegados: ”La verdad de esta experiencia se mide en la relación con los otros, que en este momento coinciden con los familiares más cercanos: acerquémonos unos a otros, ejerciendo ante todo caridad, comprensión, paciencia, perdón”.
Asimismo, añade: “Por necesidad, nuestros espacios pueden haberse reducido a las paredes de la casa, pero tengan un corazón más grande, donde el otro pueda encontrar siempre disponibilidad y acogida”.
El Santo Padre e Roma solicitó que la noche. de San José: “Recemos unidos, encomendándonos a la intercesión de San José, Custodio de la Sagrada Familia, Custodio de cada una de nuestras familias. También el carpintero de Nazaret experimentó la precariedad y la amargura, la preocupación por el mañana; pero ha sabido caminar en la oscuridad de ciertos momentos, dejándose guiar siempre sin reservas por la voluntad de Dios.”
Pide se exponga a san José la siguiente súplica.
Protege, Santo Custodio, este país nuestro.
Ilumina a los responsables del bien común, para que ellos sepan – como tú – cuidar a las personas a quienes se les confía su responsabilidad.
Da la inteligencia de la ciencia a quienes buscan los medios adecuados para la salud y el bienestar físico de los hermanos.
Apoya a quienes se sacrifican por los necesitados: los voluntarios, enfermeros, médicos, que están a la vanguardia del tratamiento de los enfermos, incluso a costa de su propia seguridad.
Bendice, San José, la Iglesia: a partir de sus ministros, conviértela en un signo e instrumento de tu luz y tu bondad.
Acompaña, San José, a las familias: con tu silencio de oración, construye armonía entre padres e hijos, especialmente en los más pequeños.
Preserva a los ancianos de la soledad: asegura que ninguno sea dejado en la desesperación por el abandono y el desánimo.
Consuela a los más frágiles, alienta a los que flaquean, intercede por los pobres.
Con la Virgen Madre, suplica al Señor que libere al mundo de cualquier forma de pandemia.
Amén..
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