Murió en paz con la Iglesia.

El 2 de febrero de 2019, el nuncio apostólico de Nicaragua, Waldemar St. Sommertag, fue a visitarlo en su casa y charlaron largo. Ahí don Ernesto le hizo una petición por su conducto al Papa Francisco que por favor lo reintegrara al seno de la Iglesia Católica después de 35 años de estar castigado por el hoy Santo Juan Pablo II.

Catorce días después, – domingo 17- el nuncio apostólico visitó de nuevo al sacerdote trapense, en donde le comunicó la suspensión canónica de parte del Papa Francisco para su plena reintegración a la Iglesia Católica.

Don Ernesto Cardenal fue suspendido a divinis, en 1983 por Juan Pablo II, por hacer política activa. Entonces era Ministro de Cultura de la Nicaragua revolucionaria (1979-1988) y ferviente defensor de la teología de la liberación.

Pero Cardenal continuó cumpliendo con la vida de celibato sacerdotal y pobreza aunque no podía administrar eclesiásticamente los sacramentos debido a la suspensión a divinis.

¿Quién fue el padre Cardenal?

Fue uno de los más destacados representantes de la llamada teología de la liberación.

Nació en Granada, Nicaragua, el 20 de enero de 1925; estudió literatura en Managua.

Al concluir su bachillerato con los Jesuitas se fue a México y se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 1948 realizó estudios de Literatura Norteamericana en la Universidad de Columbia de Nueva York y un año después viajó por varios países de Europa.

De regreso a Nicaragua en 1950, desarrolló una vasta actividad cultural como poeta, escultor y antólogo, participando además en la lucha contra la dictadura.

En 1957 ingresó al monasterio Our Lady of Gethsemani, en Kentucky, EU; dos años después al monasterio Benedictino de Cuernavaca, México, y posteriormente al seminario de La Ceja en Antioquia, Colombia, para ordenarse finalmente como sacerdote, en Managua, en el año de 1965.

En 1970 visitó Cuba, relatando su experiencia de la revolución de Fidel Castro y El Che Guevara en el libro En Cuba.

En octubre de 1977, cuando se inició la primera ofensiva insurreccional, participaron en ella como guerrilleros un grupo de jóvenes de Solentiname, que asaltaron el cuartel San Carlos, por lo que la Guardia somocista destruyó su comunidad y Cardenal fue condenado en ausencia a prisión perpetua;

En 1979, con el triunfo de la Revolución Sandinista, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que desempeñó hasta 1988.

Parte de su obra está contenida en las siguientes publicaciones: “Epigramas” en 1961, “Oración por Marilyn Monroe y otros poemas” en 1965, “El estrecho dudoso” en 1966, “Salmos” en 1967, “Telescopio en la noche oscura” en 1983, “Quetzatcóatl” en 1985, “Cántico cósmico” en 1989, “Vida perdida” en 2004, “Vuelos de la victoria” y “Pasajero de tránsito”.

Cuando fue ordenado sacerdote – 1965- se asentó en el Archipiélago de Solentiname, localizado en el Gran Lago de Nicaragua, donde fundó una comunidad de pescadores y artistas primitivistas que se hizo mundialmente famosa. Fue ahí donde escribió su célebre El Evangelio de Solentiname; el archipiélago se convirtió en un sitio de peregrinación de los fieles lectores y seguidores del poeta.

Ahí pasaba sus vacaciones donde leía las obras completas de su paisano Rubén Darío; Ahi  será despedido…

El escritor Sergio Ramírez, Premio Cervantes y amigo cercano del poeta, ha dicho de él que es uno de los grandes innovadores de la lengua española, al crear una nueva forma lírica, la de la narración en la poesía, que convirtió a Cardenal en un cronista de su tiempo. “Mido a Ernesto primero por su don de innovación. Hay muy buenos poetas que no logran hacer escuela, y eso no le quita peso a su voz, pero Cardenal, desde el principio hizo escuela, tuvo seguidores, abrió una brecha en la poesía de la lengua,” dijo Ramírez.

En febrero de 2016 el poeta ¡fue entrevistado por Pablo Ordaz para el diario El País:

¿Se siente identificado con este Papa (Francisco)?

-Claro que me siento identificado con este nuevo Papa que ha aparecido en la Iglesia y que encuentro mejor de cómo podríamos haberlo soñado. Es un Papa que no quiere actuar como Papa, por eso ha escogido el título de obispo de Roma. No ha querido vivir en el Palacio Pontificio. Le gusta abrazar y que lo abracen. Está haciendo una verdadera revolución en el Vaticano, y eso es una revolución en la Iglesia y una revolución en el mundo.

¿Sigue sintiéndose dentro de la Iglesia?

-Siempre he estado dentro de la Iglesia. Siempre sigo estándolo y ahora con más gusto con el Papa Francisco.