En la columna El Cenote Sagrado del 1 de junio de 2020: Caso de George Floyd y el miedo de Trump; Ricardo Monreal y sus buenos deseos; El personal médico y su insatisfacción; La desescalada y sus contradicciones
En la columna El Cenote Sagrado del 1 de junio de 2020: Caso de George Floyd y el miedo de Trump; Ricardo Monreal y sus buenos deseos; El personal médico y su insatisfacción; La desescalada y sus contradicciones

Caso de George Floyd y el miedo de Trump

La noticia corrió como pólvora de que Donald Trump había sido llevado a un bunker secreto en la Casa Blanca por miedo a lo que pudiera suceder con los manifestantes  por causa de la muerte de George Floyd a manos de un policía de raza blanca. A consecuencia de esta muerte, las manifestaciones no se hicieron esperar de Este a Oeste en los Estados Unidos. La brutalidad con la que el policía de Minneapolis lo atacó, impidiéndole respirar, lo que luego le causó la muerte, fue algo terrible. Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? Desde la llegada de Trump a la Presidencia  ha habido una clase de confrontación en el pueblo americano. Ricos-pobres; negros-blancos; extranjeros-nativos… Cuando los que gobiernan en lugar de unir provocan la desunión, el odio y  la polarización, lo único que sucede es una confrontación, un choque entre el “status quo” y la realidad del pueblo. Estamos en una época de múltiples conflictos. Los que ostentan el poder se aferran a él como única solución para sus vidas. Tienen miedo que al dejarlo pierdan sus privilegios. Por eso, una sociedad dividida va poco lejos. Bien lo dijo Jesús de Nazaret: “ Un país dividido va a la ruina”. El gran Imperio americano parece haber entrado en un túnel de no regreso y sin saber lo que se encontrará al final. La soberbia de los gobernantes, la indolencia, la cerrazón, el no escuchar y sentirse casi como “dioses”, les lleva al repudio del pueblo y la frustración de los que le asesoran. Necesitamos gobernantes humildes. Humilde viene de “humos”, tierra, es decir que pongan los pies en la tierra y sean servidores de los demás y no “dioses” del Olimpo.

Ricardo Monreal y sus buenos deseos

El sábado pasado hubo una manifestación-caravana de coches pidiendo la renuncia de Andrés Manuel  López Obrador. Desde la óptica que lo veas, para unos fue un gran éxito, para otros, no tuvo la mayor trascendencia.  Todo está bajo el cristal con que se mire. Y claro, de inmediato salieron las declaraciones de algunos líderes políticos. Unos estridentes y otros mesurados como fue la declaración de Monreal. Pidió a los participantes de la caravana de vehículos inconformes con el Presidente que piensen ya en las elecciones intermedias donde se renovará el Congreso de los Diputados, 15 gubernaturas y  más de cuatro mil puestos de elección popular. Dijo que le daba la bienvenida a la expresión democrática. Algo que llamó la atención fue  al decir que “es conveniente por la salud de la república, alejarnos de la promoción, del patrocinio de asonadas o golpismos antidemocráticos, que sólo advierten odio, sólo inyectan rencor”. Claro que habría que preguntarnos, quién provoca el odio, el rencor o cualquier otra práctica antidemocrática. No dudamos que las así llamadas “derechas”  se sientan desplazadas y con fuego cerca que les pueda quemar. Pero también es muy cierto que muchos de los que les gusta llamarse de “izquierdas”, pero que viven como los ricos de derechas, inciten con sus comentarios y acciones a la división, al odio y a toda clase de polarización. No podemos seguir así. Ni unos ni otros. Queremos un México más  justo, más igual, más plural donde a nadie se le discrimine por raza, lengua o religión. No lo conseguiremos divididos. Destruyendo las cosas buenas que antes han funcionado bien y que ahora las consideran como malas. Actuando de este modo, nos ponemos a las puertas del “abismo”. Un país, un gobierno, una sociedad no se salva por sí sola, se necesita el concurso de todos y eso le logra en la mutua escucha y en un diálogo abierto.

El personal médico y su insatisfacción.

No han sido pocas las protestas de médicos y enfermeras y todo el personal de los hospitales ante la carencia de insumos para protegerse contra la pandemia del coronavirus. Ver cómo mueren hombres y mujeres por falta de equipo y medicamentos es motivo de desesperanza y frustración. De eso, no nos queda la menor duda. Si a esto le sumamos los agravios de la misma gente que los ve como “demonios” expandiendo el virus y la propia separación de sus familias por miedo a contagiarlos, no hay mejor palabra que defina esta situación que el “desconsuelo”. El panorama no es muy alentador para las Instituciones de Salud de nuestro país. El malestar del personal médico, las posibles denuncias de familiares por negligencia médica y falta de atención a sus parientes y otras muchas fallas que sería largo enumerar, pueden significar el inicio de un movimiento de lucha y protesta para reivindicar una mayor atención y cuidado a las centros  y al personal médico y sus asistentes donde se nos presta  a los ciudadanos los servicios de salud. De no hacerlo, dicho malestar llevaría a un desgaste mayor del que está teniendo el círculo cercano a AMLO y con ello  una pérdida de  confianza  que minaría todo el proyecto de reforma que pretende la 4T. Meter la cabeza debajo del ala, como el avestruz, no soluciona los problemas. Peor aún, si se les va dando largas para no solucionarlos. Y lo  más grave, gastar el dinero público en obras que a corto plazo, poco o nada nos van a redituar. Cada vez menos la ciudadanía se cree la “verdades” que los políticos dicen tener. Hoy no se convence con  palabas, son los hechos, pero hechos de veras que lleguen al corazón y el alma del pueblo.

La desescalada y sus contradicciones

Contradicción y más contradicción. Esto parece el “pan nuestro de cada día”. Hoy se comienza la desescalada, como así le dicen al comienzo de actividades esenciales dentro de esta pandemia que nos tiene “boquiabiertos” porque no sabemos cuándo nos veremos libres de semejante encadenamiento. Por un lado, la Jefa de gobierno dice que será obligatorio el uso de cubrebocas en los espacios públicos, pero que no se sancionará a nadie si no lo porta. Entonces, ¿en qué quedamos? Que no se permitirá la barba ni la corbata, pero no se multará a quien no la lleve. Actuar así, solo crea confusión. Una cosa es una recomendación y otra es una obligación. Se nos ha dicho que es “obligación”, pero queda en recomendación. No cabe la menor duda que somos “cantinflescos” o “chimoltrufios” . “Tal vez sí, tal vez no, lo  más probable quién sabe”. Así no podemos avanzar Sra. Sheinbaum. Dé órdenes contundentes para cumplirlas y no nos deje a medias sin saber cómo actuar. De responsabilidad, los mexicanos, no somos muy avezados. Necesitamos otros caminos para responsabilizarnos de nuestras acciones y no caer en la tentación de actuar “al ahí se va”. Sería una pena que con la desescalada haya un repunte de los contagios y con ellos los decesos. ¡Cuidémonos mutuamente para bien de todos!