“Los cuatro pecados del periodismo”, según el papa Francisco

El papa Francisco charló la semana pasado en el Vaticano con la periodista Bernarda Llorente, presidenta de la agencia de noticias oficial de la República Argentina, Télam.

En la charla se analizó el rol de los medios de comunicación y cuestionó las formas en que se desenvuelve periodismo actual. “Te da la impresión que tienen una metralla en mano para destruir gente”, lamentó y enumeró los cuatro pecados capitales de la profesión.

Francisco sostuvo que “un medio de comunicación tiene que estar atento a no caer en la desinformación”; no caer en la calumnia, en la “difamación, que no es calumnia, según aclaró. Se trata de cuando se divulga una postura del pasado de una persona “que quizás ahora cambió”. “Es como si a vos adulto te trajeran los pañales sucios de cuando eras chiquito”, ejemplificó, Francisco, y e cuarto pecado es la coprofilia. “Es el amor a la caca, a la porquería, o sea buscar ensuciar, buscar el escándalo por el escándalo”, manifestó.

Parte de esa entrevista se difundió en la conferencia de prensa de este viernes 8 de julio en Palacio Nacional:

Usted en varias oportunidades ha hablado de los pecados de la comunicación.

– Esto lo dije por primera vez en una conferencia realizada en Buenos Aires cuando era arzobispo. Se me ocurrió hablar de los cuatro pecados de la comunicación, del periodismo. Primero, la desinformación: decir lo que me conviene y callarme lo otro. No, decí todo, no podés desinformar. Segundo, la calumnia. Se inventan cosas y a veces destruyen a una persona con una comunicación. Tercero, la difamación, que no es calumnia, pero que es como traerle a una persona un pensamiento que tuvo en otra época y que ya cambió. Es como si a un adulto te trajeran los pañales sucios de cuando eras chiquito. Era chico, pensaba así. Cambió, ahora es así. Y para el cuarto pecado, usé la palabra técnica coprofilia, es decir, el amor a la caca, el amor a la porquería. O sea, buscar ensuciar, buscar el escándalo por el escándalo. Me acuerdo que el cardenal Antonio Quarracino decía: “Yo ese diario no lo leo, porque hago así y brota sangre”. Es el amor a lo sucio, a lo feo.

Creo que un medio de comunicación tiene que estar atento a no caer en la desinformación, en la calumnia, en la difamación y en la coprofilia. Su valor es expresar la verdad. Digo la verdad, pero soy yo quien la expreso y le meto mi salsa. Pero dejo bien claro lo que es mi salsa y lo que es lo objetivo. Y la transmito. Aunque a veces en esa transmisión se pierde un poco la honestidad, entonces del boca a boca de la transmisión pasás a un primer paso con Caperucita escapándose del Lobo que se la quiere comer y terminás, después de la comunicación, en un banquete donde la abuela y Caperucita están comiéndose al Lobo. Hay que tener cuidado para que la comunicación no cambie la esencia de la realidad.

– ¿Qué valor le asigna a la comunicación?

La comunicación es algo sagrado. Es quizás de las cosas más lindas que tenga la persona humana. Comunicarse es divino y hay que saber hacerlo con honestidad y autenticidad. Sin agregar cosas de mi cosecha y no decirlo. “Pasó esto. Yo pienso que debe ser esto o interpreto lo otro”, pero que quede claro que sos vos. Hoy día los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad didáctica: enseñar honestidad a la gente, enseñar a comunicarse con el ejemplo, enseñar a la convivencia. Pero si vos tenés medios de comunicación que da la impresión que tienen una metralla en la mano para destruir a la gente – con la selección de la verdad, con la calumnia, con la difamación o con ensuciarlo – eso nunca hará crecer a un pueblo.

Pido que los medios de comunicación tengan esa sana objetividad, lo que no quiere decir que sea agua destilada. Reitero: “el hecho es así y yo pienso así”. Y salís al ruedo, pero que quede claro lo que pensás. Eso es muy noble. Pero si vos hablás con el programa que te impone tal movimiento político, tal partido, sin decir que es eso, eso es innoble y no es de bien nacido. El comunicador, para ser buen comunicador, tiene que ser bien nacido.

– Muchos medios al priorizar sus intereses dan paso a una agenda de la globalización de la indiferencia. Son los temas que los medios deciden visibilizar u ocultar por distintas razones.

– Sí, cuando a veces pienso en algún medio que lamentablemente no cumple bien su misión, cuando pienso estas cosas de nuestra cultura en general, de la cultura mundial, que dañan a la misma sociedad, me viene a mí una frase de nuestra filosofía que parece pesimista, pero es la verdad: “Dale que va, todo es igual, que allá en el horno se vamo” a encontrar. Es decir, no interesa qué es la verdad o qué no lo es. No interesa que esta persona gane o pierda. Todo es igual. “Dale que va”. Cuando se da esa filosofía en los medios de comunicación es desastroso porque crea una cultura de la indiferencia, del conformismo y del relativismo que nos daña a todos.

Aquí el vídeo: