Ayotzinapa desde Houston. Los 43 estudiantes desaparecidos. Foto: Marixa Namir Andrade (Flickr)
Ayotzinapa desde Houston. Los 43 estudiantes desaparecidos. Foto: Marixa Namir Andrade (Flickr)

El miércoles 29 de octubre de 2014, Jorge Mario Bergoglio volteó su mirada a México. En la audiencia general que se celebra cada semana en la Plaza de San Pedro, el Papa, ¡por fin!, abordó el tema de los 43 muchachos desaparecidos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, mejor conocida como Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

Durante los saludos en español, Francisco emitió 40 palabras en 39 segundos que calaron fuerte:

“Quisiera hoy elevar una oración y traer cerca de nuestro corazón al pueblo mexicano que sufre por la desaparición de sus estudiantes y por tantos problemas parecidos. Que nuestro corazón de hermanos esté cerca de ellos orando en este momento”.

VIDEO DEL MOMENTO

Días antes, el entonces obispo de Chilpancingo-Chilapa, Guerrero, Alejo Zavala Castro, presidió un servicio religioso en el que rezó junto a una gran cantidad de fieles para que Dios permitiera que los 43 estudiantes desaparecidos en la localidad de Iguala estuvieran con vida.

“Sentimos un dolor profundo por su desaparición. Y esta misa es para pedir al Creador que estén con vida, para llamar a la concordia y por el respeto a la vida”, puntualizó.

El prelado llamó también a la reconciliación y solicitó a quienes tengan a los desaparecidos, “hacerlos regresar con vida”.

La misa se realizó a las 17 horas, luego de una marcha que comenzó en la Escuela Normal de Ayotzinapa. En el evento participaron padres de familia, maestros, estudiantes, miembros de congregaciones religiosas y habitantes de la zona.

El servicio religioso culminó casi a las 18 horas, cuando el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, anunciaba la renuncia a su cargo.

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Dos años después, en febrero de 2016, el Papa vino a México durante seis días: desde el viernes 12 hasta el miércoles 17. Y aunque fue quizá la mejor gira de su pontificado, no todos estuvieron contentos con él. Hubo algunos defensores de derechos humanos, organizaciones sociales, sacerdotes y ex curas que fueron severamente críticos con Francisco.

¿Cuál fue su pecado? No haberse reunido con los familiares de los desparecidos de Ayotzinapa y de las víctimas de los delitos sexuales cometidos por sacerdotes.

La razón por la que el Papa no recibió a las víctimas la comentó  a periodistas de la fuente a bordo del avión de Aeroméxico en su regreso a Roma.

La reportera Eugenia Jiménez Cáliz, entonces en Milenio —y hoy en Contextos de La Palabra— hizo la primera pregunta al Pontífice y fue sobre Ayotzinapa.

—Santo Padre, en México hay miles de desaparecidos, el caso de los 43 de Ayotzinapa es un caso emblemático. Quisiera preguntarle:¿por qué no se reunió con ellos?

La respuesta papal fue: “Si usted lee los mensajes, yo hacía referencia continuamente a los asesinatos, a las muertes, a la vida cobrada por todas estas bandas del narcotráfico y traficantes de personas. O sea que de ese problema hablé, como una de las llagas que está sufriendo México”.

En efecto, si leemos detenidamente sus mensajes podemos encontrar, entre líneas, la preocupación del líder religioso por las víctimas. La primera vez que lo hizo fue la tarde del sábado 13 de febrero en la homilía de  la Basílica de Guadalupe. Ahí reivindicó a las víctimas sin decir nombres.

Subrayó: “En aquel amanecer de diciembre de 1531 se producía el primer milagro (…) En ese amanecer, Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos”
Pero el Papa le precisó a Maru el porqué no recibió a los familiares de los estudiantes:

“Había muchos grupos, incluso contrapuestos entre ellos, con luchas internas. Entonces yo preferí decir que en la misa los iba a ver a todos, en la misa de (ciudad) Juárez, o si preferían en alguna otra (en el servicio religioso de Ecatepec), pero que habría esa disponibilidad. Era prácticamente imposible recibir a todos esos grupos que, por otro lado, también estaban enfrentados entre ellos, es una situación que es difícil de comprender para mí que soy extranjero, ¿verdad?

“Pero creo que es una sociedad mexicana víctima de todo esto, de los crímenes, de descartar gente, es un dolor muy grande porque este pueblo no se merece un dolor como este”.

Debemos decir que el Papa supo que antes de su llegada al estadio Venustiano Carranza, de Morelia, miles de sacerdotes, religiosos y seminaristas alzaron sus voces en un conmovedor conteo pidiendo justicia por los 43 estudiantes de la Escuela Rural de Ayotzinapa.

Estoy seguro que el Papa Francisco habló del tema de los desaparecidos en su reunión con el presidente Enrique Peña Nieto aquella mañana del sábado 13 de febrero en Palacio Nacional y sigue pendiente de los hechos a cinco años de la tragedia…

Cinco años después

Este miércoles 25, la agencia católica Vatican News entrevistó a monseñor Rogelio Cabrera, arzobispo de Monterrey y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

El prelado confirmó que en este tiempo han hecho “llegar en todo momento” su consuelo y esperanza, cercanía y solidaridad a los deudos.

“Y hoy, a cinco años de esta desgracia, sentimos la necesidad de anunciar que el dolor puede transformarse en esperanza e ilusión de vida”.

Dijo que se exhorta “a las fuerzas políticas, y a la sociedad en general, a actuar con responsabilidad y no lucrar políticamente a cinco años de esta desgracia, ni convertirla en bandera para causar daños a terceros o provocar desestabilización, lo que alejaría aún más la justicia, equidad, seguridad y paz que México requiere para alcanzar un desarrollo del que nadie quede excluido”.

Concluyó con la invocación a la Virgen de Guadalupe para que bendiga a los jóvenes desaparecidos, fortalezca a sus familias, ilumine a las autoridades, convierta a los que hacen el mal y dañan a tantas personas.

Francisco y la Iglesia Católica siguen de cerca los hechos.