Día de Muertos, ¿y cómo festejarlo?

La muerte es la realidad más dolorosa, más misteriosa y, a la vez, más inevitable de la condición humana, y es que "el hombre es un ser para la muerte"...

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“Y al que teme a la muerte la llevará sobre sus hombros”, dice el poeta español Federico García Lorca.

Esta es temporada de tradición por el Día de Muertos.

Pero no debemos confundirnos con el Jalouín o Noche de Brujas que se celebra, de acuerdo con los mitos y tradiciones celtas la noche del 31 de octubre. ¡Eso no es nuestro!

Lo celebran otras sociedades, principalmente en Estados Unidos, Canadá, Irlanda y Reino Unido.

En México es distinto.

Celebramos el Día de Muertos o de los Fieles Difuntos.

Se trata de una popular fiesta cristiana que tiene un origen prehispánico que honra a los difuntos.

La festividad tiene por lo menos 3 mil años de existencia; hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca.

Por eso la Unesco declaró hace años a la festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

¿Y cómo festejarlo?

Hay muchas formas.

En la imagen Balbaneda Barraza Burgos (1906-2004?), madre de mi madre.. Me hubiese gustado ser únicamente un canto; mi vida así habría podido durar”, Edmond Jabés.

Hay varios lugares de México donde es todo un rito prehispánico, otra forma es ir a velar al panteón, llevar flores y veladoras.

Otra, la más común y mágica, es colocar en la casa de uno una ofrenda para los que se nos adelantaron en el camino.

Dicen que el lugar donde se coloca se convierte en un espacio sagrado.

¿Y cómo instalarla?

Para los que saben es cosa de niños, pero para los que no, se necesita un guía, un especialista, si queremos cumplir con lo que establece la tradición, dependiendo de la región del país.

Además, debemos tener presente que ¡el lugar donde se pone la ofrenda se convierte en un lugar sagrado!

Recomiendo los pasos que nos enseña la maestra arqueóloga Alicia Luján Delgadillo, de la universidad Veracruzana. A saber:

I) Sobre el altar se depositara la ofrenda, el arco engalanado será la entrada por donde las almas de los muertos pasarán a morar por breve tiempo y disfrutará de las viandas preparadas en su honor.

II) Sobre la mesa se confeccionarán dos a tres escalones a manera de pedestal, se cubrirá todo con un mantel blanco y encima se pondrá papel china picado;

III) En los escalones se colocará enseguida una lámpara de aceite, veladoras, un vaso con agua; se distribuyen en la mesa panes de ajonjolí y de huevo con manteca, tamales rancheros en hoja de plátano o de Papantla, tamalitos de pollo, de pipían con fríjol gordo y de dulce con pasitas en hojas de totomoxtle, atole de guayaba o de piña, champurrado, chocolate, y alguna bebida predilecta, cigarros y fósforos.

Además, mole con carne de gallina, arroz y tortillas de maíz calientitas. También se pueden incluir chichiliques, pemoles, cuitoncitos, cuhiches, tamales de zarabando, garnachas, bolim y zacahuil, y también pan de azúcar –o calaveras– y el llamado “pan de muerto”.

IV) Con carrizos se forman dos arcos, uno atrás y otro al frente con sus travesaños correspondientes, va recargado sobre la pared donde penderán en su mayoría las imágenes que son de devoción familiar;

V) Los arcos pueden ser en forma de media campana o rectangulares, se forran con rama tinaja, tepejilote y palmilla, se alterna alrededor flores amarillas (cempoalxoxhitl), manitas de plátanos“campechanitos”, berenjenas silvestres, nísperos, canastitas, banderitas, jaras y cortinas confeccionadas con papel china con rehiletes.

VI) Por último, justo a las doce del día y por la noche del día primero de noviembre haya rezos y sólo así las almas de los muertos se deleitarán con lo ofrendado.

Ah, y no olvidar que al día siguiente; el 2 de noviembre, la mayoría de los habitantes de la ciudad deberán ir al camposanto llevando agua bendita, flores naturales y coronas de flores de papel encerado.

Y nunca deben faltar los retratos de los familiares y amigos de los difuntos, como lo rescata muy bien hollywood con la película Coco.

La muerte en la poesía

Dice el poeta argentino Juan Gelman que “La muerte lo enseñó que no se muere de amor.
Que se vive de amor”.

José Hierro nos dice que “aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría no podrá morir nunca”.

José Martí dice que “hemos de morir para que el olvido perfecto nos haga nacer, de nuevo, sabiéndonos”.

El poeta español Pedro Gandia señala que no debemos temer nuestra muerte.

No he de temer mi muerte
pues en ti viviré…
Y además de que
Después de tanta muerte, aprendí la verdad del amor…

El poeta oaxaqueño Andrés Henestrosa musicalizó un poema de su autoría que dice:

Niña cuando yo muera,
no llores sobre mi tumba,
cántame un lindo son (…)
cántame la zandunga…
Toca el bejuco de oro,
el rey de todos los sones,
canta la Martiniana (…) que alegra los corazones…
¡No me llores, no!
No me llores, no,
Porque si lloras yo peno,
En cambio si tú me cantas
Yo siempre vivo,
y nunca muero.

Por eso vale la pena vivir aunque sea soñando…