Los recibe varias veces al mes, afirma Greg Burke, director de la Sala de Prensa.

El papa Francisco mantiene todos los meses reuniones con víctimas de abusos sexuales, ya sea de forma individual o en grupos, confirmó Greg Burke, director de la Sala de Prensa del Vaticano.

“Puedo confirmar que varias veces al mes el Santo Padre se reúne con víctimas de abusos sexuales, ya sea de forma individual o en grupos. El Papa Francisco escucha a las víctimas y trata de ayudarles a sanar las graves heridas causadas por los abusos sufridos. Las reuniones se desenvuelven en la máxima privacidad, en respeto a las víctimas por sus sufrimientos”, señaló el funcionario en un comunicado.

Burke ratificó así la información publicada por La Civilità Cattolica, una revista italiana de la Compañía de Jesús, fundada en 1850 en Nápoles, cuyo editor es Antonio Spadaro.

En esa revista se transcribe el contenido de los diálogos que mantuvo el Papa Francisco con miembros de la Compañía de Jesús durante su viaje apostólico a Chile y Perú.

El primero ocurrió en la capital chilena de Santiago con 90 integrantes de la Compañía de Jesús y se llevó a cabo la mañana del martes 16 de enero en el Centro Hurtado.

El segundo ocurrió en Perú, el 19 de enero, después de la visita de cortesía al presidente Pablo Kuczynski; había en el lugar 100 jesuitas y se llevó a cabo en la iglesia de San Pedro, que es el Santuario Nacional del Sagrado Corazón de Jesús. Ahí un sacerdote le preguntó al Papa sobre los casos de abuso sexual en la Iglesia.

—Quisiera que nos pudiera decir unas palabras sobre un tema que nos genera mucha desolación en la Iglesia y en especial entre los religiosos y en el clero: es el tema de los abusos sexuales. Estamos muy marcados por estos escándalos. ¿Qué nos puede decir al respecto? Una palabra de aliento —le pidió el cura.

—Ayer hablé de esto a los sacerdotes, religiosos y religiosas chilenos en la catedral de Santiago. Es la desolación más grande que está pasando la Iglesia. Y esto nos lleva a pasar vergüenza, pero hay que recordar que la vergüenza es también una gracia muy ignaciana, algo que San Ignacio nos hace pedir en los tres coloquios de la primera semana. Así que tomémoslo como gracia y avergoncémonos profundamente. Debemos amar una Iglesia con llagas. Muchas llagas…

Te cuento un hecho: el 24 de marzo en Argentina es la memoria del golpe de estado militar, de la dictadura, de los desaparecidos… Y todos los 24 de marzo la Plaza de Mayo se llena recordando eso. En uno de estos 24 de marzo salí del Arzobispado y fui a confesar a las monjas carmelitas. Cuando volvía tomé el subterráneo y bajé no en Plaza de Mayo sino seis cuadras antes. Estaba llena la plaza… y caminé esas cuadras para entrar por el costado.

Cuando iba a cruzar la calle, estaba un matrimonio con un nene de dos años y medio o tres años, más o menos. El chico corre por delante y el papá le dice: “¡Vení, vení, vení…cuidado con los pedófilos!”. ¡La vergüenza que pasé! No se dieron cuenta de que yo era el arzobispo, era un cura y… ¡qué vergüenza!

A veces se dicen cosas como “recurso consuelo” y alguno llega a decir: “Bueno, mirá las estadísticas… el… no sé…70 por ciento de los pedófilos son del entorno familiar, vecinal”. Después en los clubes, en los natatorios. La porcentual de los pedófilos que son sacerdotes no llega al por ciento, es el 1,6 por ciento. No es para tanto…”. ¡Pero es terrible aunque fuese solo uno de estos hermanos nuestros!, porque Dios lo ungió para santificar a los chicosy a los grandes y él, en vez de santificarlos, los destruyó. Es horrible. Hay que escuchar lo que siente un abusado o una abusada. Los viernes, a veces se sabe y a veces no se sabe, me encuentro habitualmente con algunos de ellos…