En la Audiencia General de este miércoles 16 de septiembre, celebrado por tercer vez, en el Patio de San Dámasco, el papa Francisco se refirió al cuidado de la casa común y la actitud contemplativa, exhortando a “recuperar la dimensión contemplativa” porque “el mejor antídoto contra este abuso de nuestra casa común es la contemplación”.
Comenzó destacando el papel esencial de los “cuidadores” en la sociedad, “aunque a menudo no reciban ni el reconocimiento ni la remuneración que merecen”, dijo.
El cuidado es una regla de oro de nuestra humanidad y trae consigo salud y esperanza, afirmó.
“¿Cuál es el antídoto para la enfermedad de no cuidar la casa común?-, preguntó y respondió que es la contemplación.
Ha indicado que quien sabe contemplar, “se pondrá más fácilmente manos a la obra para cambiar lo que produce degradación y daño a la salud” y “se comprometerá a educar y a promover nuevos hábitos de producción y consumo, a contribuir a un nuevo modelo de crecimiento económico que garantice el respeto de la casa común y el respeto de las personas”.
Por lo tanto, el papa Francisco invita a todos a custodiar el patrimonio que Dios nos ha confiado para que las futuras generaciones puedan disfrutarlo y ha advertido que “no hay que delegar en algunos lo que es la tarea de todo ser humano”, sino que “cada uno de nosotros puede y debe convertirse en un ‘custodio de la casa común’, capaz de alabar a Dios por sus criaturas, de contemplarlas y protegerlas”.
La creación -agregó-, no es un mero “recurso” sino que “las criaturas tienen un valor en sí y reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios”. Sin embargo, para descubrir ese valor y ese rayo de luz divina es necesario el silencio, la escucha y la contemplación, que también sana el alma.